La incompetencia de la pol¨ªtica de g¨¦nero y la pandemia
Las mujeres pueden perder la libertad ganada en 50 a?os de esfuerzos. Si los pa¨ªses no abordan su econom¨ªa, ni ellas ni el PIB se recuperar¨¢n de esta crisis
Las repercusiones econ¨®micas de la pandemia de COVID en las mujeres han sido muy similares en todo el mundo. La raz¨®n es que las mujeres, en todas partes, est¨¢n agrupadas en los mismos sectores econ¨®micos ¡°femeninos¡±, sufren de parecida manera el reparto desigual de los cuidados familiares y est¨¢n en desventaja en el acceso al ahorro, el cr¨¦dito y el capital. Debido a esas limitaciones comunes, las mujeres se han llevado la peor parte de la crisis y sus perspectivas de futuro se han desdibujado tanto que podr¨ªan tener consecuencias hist¨®ricas para su autonom¨ªa y libertad.
En el primer mes de la pandemia, Naciones Unidas advirti¨® de que las mujeres podr¨ªan perder los avances logrados en 50 a?os si los l¨ªderes mundiales prestaban atenci¨®n a sus circunstancias econ¨®micas concretas durante la crisis de la COVID. No hizo caso casi nadie y, como consecuencia, los planes de recuperaci¨®n que se han elaborado no tienen en cuenta las necesidades espec¨ªficas de las mujeres para poder superar las circunstancias.
Lo ir¨®nico es que los gobiernos, al no pensar en las mujeres, est¨¢n perjudic¨¢ndose a s¨ª mismos. En la actualidad, las mujeres trabajadores aportan alrededor del 40% del producto interior bruto (PIB) mundial. De modo que pensar en sus necesidades espec¨ªficas al iniciar la recuperaci¨®n no es una cosa sin importancia, ni siquiera desde una perspectiva macroecon¨®mica. Si no se abordan esas necesidades, las econom¨ªas nacionales tendr¨¢n todav¨ªa m¨¢s dificultades para regresar a la vida normal. Y es posible que las mujeres pierdan la libertad ganada durante 50 a?os de esfuerzos. Por consiguiente, tanto desde el punto de vista econ¨®mico como desde el de la justicia social, este es un aspecto que merece una atenci¨®n constante y receptiva por parte de las autoridades.
La econom¨ªa de las mujeres se encontraba ya en un peligroso punto de inflexi¨®n, en Espa?a y en todo el mundo desarrollado, desde principios de 2020. La participaci¨®n femenina en la fuerza de trabajo, un gran generador de crecimiento econ¨®mico, se hab¨ªa estancado despu¨¦s de crecer durante m¨¢s de medio siglo. La continua negativa a abordar el cuidado de los hijos como problema econ¨®mico nacional hab¨ªa provocado un descenso de la natalidad que constituye una amenaza letal para nuestro futuro. Ahora, con la crisis, los obst¨¢culos con los que se topan las mujeres se han agravado; y, aun as¨ª, parece que nadie lo tiene en cuenta.
Varios sectores con presencia mayoritaria de mujeres, como la educaci¨®n, el comercio y la hosteler¨ªa, fueron los primeros en cerrar cuando apareci¨® el virus, porque el contacto cara a cara que requieren presentaba un mayor riesgo de contagio. Ese es el mismo motivo por el que, seg¨²n los pa¨ªses, ser¨¢n los ¨²ltimos sectores que recuperar¨¢n la normalidad. La consecuencia es que, seg¨²n los datos procedentes de todo el mundo, las mujeres han perdido m¨¢s puestos de trabajo que los hombres, hasta el punto de que millones han abandonado el mercado laboral de forma permanente. Los planes de recuperaci¨®n econ¨®mica deben ocuparse de esos sectores, no solo con el fin de restablecer los servicios en la educaci¨®n y la alimentaci¨®n, por ejemplo, sino tambi¨¦n para garantizar que la mitad de la poblaci¨®n no salga de la crisis en una posici¨®n a¨²n m¨¢s desfavorecida y que la tendencia de la participaci¨®n femenina en la fuerza laboral que se observaba antes de la pandemia no empeore despu¨¦s de que haya terminado.
En todos los pa¨ªses del mundo, las mujeres tienen muchas m¨¢s probabilidades que los hombres de trabajar a tiempo parcial, una situaci¨®n atribuible a la suposici¨®n universal de que las mujeres son las que van a hacerse cargo de la mayor parte del trabajo no remunerado en el hogar y, sobre todo, van a sacrificar su seguridad econ¨®mica para cuidar de los hijos. Los puestos de trabajo a tiempo parcial son los primeros que se eliminan en caso de crisis econ¨®mica. De modo que tambi¨¦n en ese sentido las mujeres han resultado m¨¢s perjudicadas que los hombres, en todas partes.
Durante los ¨²ltimos 50 a?os ha quedado muy claro que los gobiernos deben tomar medidas para integrar en sus infraestructuras guarder¨ªas de calidad y accesibles para todo el mundo, con el fin de que las mujeres tengan la opci¨®n de participar plenamente en la econom¨ªa. Pero son pocos los que se han tomado en serio esa responsabilidad. El motivo es que hasta nuestros dirigentes est¨¢n atrapados en la idea de que las mujeres tienen una deuda de servidumbre involuntaria con la sociedad.
Y en 2020, la sociedad mundial reclam¨® esa deuda a las mujeres. Por eso, la mayor repercusi¨®n de la pandemia en ellas fue, con gran diferencia, el hecho de que las enviaran a casa a asumir una tarea imposible: seguir trabajando en su empleo remunerado, cuidar de la casa y de los hijos y convertirse en profesoras suplentes, a veces para varios ni?os. En esas condiciones, una mujer tiene que hacer magia para poder mantener el ritmo habitual de trabajo y ser un genio para hacerlo con la calidad habitual. Los datos recogidos muestran que los maridos y los padres ¡°ayudan¡±, pero que no asumen la carga a partes iguales, ni mucho menos. No es de extra?ar que las mujeres est¨¦n perdiendo sus puestos de trabajo y hayan visto reducida su jornada laboral en mayor medida que los hombres. Y no cabe la menor duda de que, cuando termine la pandemia, muchos empresarios castigar¨¢n a las mujeres por cualquier descenso de la productividad o la calidad y alegar¨¢n que ellas decidieron asumir esta carga tan desmesurada y que, por consiguiente, no merecen la misma recompensa.
Pero no son las mujeres las que escogieron esa opci¨®n. La decisi¨®n la tom¨® la sociedad mundial. Si no se toman medidas para protegerlas de las consecuencias negativas de haber tenido que regresar, aunque sea brevemente, a una posici¨®n de dependencia econ¨®mica y servidumbre, corremos el peligro de dar marcha atr¨¢s en la historia, a una ¨¦poca en la que las mujeres no ten¨ªan ninguna posibilidad de elegir.
En todo el mundo y durante miles de a?os, a las mujeres se les prohib¨ªa poseer y controlar su propio dinero, disponer de una cuenta corriente, tener ahorros o incluso quedarse con el salario de su propio trabajo. No hace ni cien a?os que a¨²n exist¨ªa una forma de vida en la que las mujeres no ten¨ªan seguridad econ¨®mica ni identidad legal propia.
La salida de esa posici¨®n de dependencia total es reciente y todav¨ªa fr¨¢gil. Hace 50 a?os, a las mujeres no se les sol¨ªa dejar trabajar si estaban casadas. Era frecuente que existieran ¡°cl¨¢usulas matrimoniales¡± que les prohib¨ªan trabajar en cuanto se compromet¨ªan para casarse. Muchos pa¨ªses exig¨ªan la autorizaci¨®n del marido para poder hacerlo.
Las mujeres casadas ten¨ªan que pedir al marido dinero para poder comprar cualquier cosa. Eran totalmente dependientes y, por tanto, espantosamente vulnerables. Se disfrazaba la situaci¨®n diciendo que era una ¡°tradici¨®n¡± maravillosa, pero la cruda realidad econ¨®mica era que las mujeres eran unas despose¨ªdas que se ve¨ªan obligadas a mantener contentos a sus maridos como fuera para no verse arrojadas a la indigencia. Esta circunstancia hac¨ªa que fueran tambi¨¦n vulnerables a la violencia dom¨¦stica y que no les quedara m¨¢s remedio que soportarla porque no ten¨ªan dinero para marcharse. Todav¨ªa hoy, en todo el mundo, la principal raz¨®n por la que una mujer no escapa de su maltratador es que no tiene dinero para hacerlo. Durante la pandemia, la violencia dom¨¦stica se ha disparado.
Los l¨ªderes nacionales no est¨¢n prestando atenci¨®n a los efectos de la pandemia en las mujeres, que se a?aden a una situaci¨®n que ya era de crisis. Llevan tanto tiempo haciendo caso omiso de la disyuntiva econ¨®mica de las mujeres que est¨¢n convencidos de que es posible llevar a cabo un plan de recuperaci¨®n que no tenga en cuenta el g¨¦nero. ?C¨®mo va a ser posible que un plan de recuperaci¨®n que ignora las limitaciones espec¨ªficas y la carga abrumadora que sostienen las mujeres compense alguna vez la p¨¦rdida del 40% del PIB?
A las mujeres se les ha dicho durante demasiado tiempo que cada pa¨ªs tiene su propia cultura y sus propias normas de g¨¦nero que deben ¡°respetarse¡±. La pandemia nos ha demostrado de forma concluyente que se enfrentan en todo el mundo a las mismas cargas, las mismas limitaciones y las mismas desventajas y que deben elaborar una estrategia com¨²n para llegar a unas condiciones econ¨®micas tolerables, dignas e igualitarias.
Linda Scott es profesora em¨¦rita de Emprendimiento e Innovaci¨®n en la Universidad de Oxford y autora de La econom¨ªa Doble X (Temas de hoy).
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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