La vacuna no tiene nacionalidad
La Comisi¨®n de Bruselas ha elegido comprar vacunas solo a grandes grupos farmac¨¦uticos europeos y norteamericanos. De ah¨ª los retrasos en el abastecimiento que juegan con la salud de la ciudadan¨ªa
Los Gobiernos europeos est¨¢n desbordados por la expansi¨®n de la pandemia. Un a?o despu¨¦s de las primeras medidas de confinamiento, los resultados de las estrategias elegidas son francamente decepcionantes, tanto por la incapacidad global de enfrentar las nuevas variantes del virus como por no cubrir las necesidades sanitarias de cada pa¨ªs.
La desconfianza en las autoridades pol¨ªticas nacionales y europeas crece de modo peligroso por doquier, a medida en que se suceden e improvisan respuestas aleatorias. Mientras tanto, la Comisi¨®n de Bruselas, fiel guardi¨¢n de la pol¨ªtica comercial europea, ha elegido, a dedo, comprar vacunas solo a grandes grupos farmac¨¦uticos europeos (Pfizer, AstraZeneca), y norteamericanos (Johnson & Johnson), cuyos intereses son tambi¨¦n mundiales. De ah¨ª los retrasos en el abastecimiento que juegan con la salud de la ciudadan¨ªa, y, en muchas ocasiones, con su vida.
Como era previsible, el caos aumenta la hipersensibilidad de los Estados, sometidos a la angustia de la opini¨®n p¨²blica cuando surgen algunas anomal¨ªas: las dudas y la paralizaci¨®n temporal de la vacuna AstraZeneca han sido devastadoras, cuando ya m¨¢s de 20 millones de brit¨¢nicos la hab¨ªan recibido. Por su parte, la Agencia Europea del Medicamento se demora en aprobar vacunas de otros or¨ªgenes (chino y ruso), en nombre de un principio de precauci¨®n que parece detenerse ahora en las nacionalidades del remedio sanitario. Como tel¨®n de fondo, la econom¨ªa europea sufre da?os irreversibles en muy variados sectores; un a?o m¨¢s de crisis resultar¨¢ socialmente destructor para todos los pa¨ªses europeos.
Se explica, por lo tanto, que algunos Estados hayan decidido romper la f¨¦rrea disciplina europea: Dinamarca y Austria compran directamente a Israel (que ha gestionado bien la pandemia), Alemania, siguiendo el ejemplo de Hungr¨ªa, propone inocularse ahora la vacuna rusa (Sputnik V). Este ¡°policentrismo¡± sanitario, sin embargo, pronto ha sido matizado por el riesgo de minar la confianza en las leyes del mercado interior europeo: los jefes de Estado ya han acordado, el 25 de marzo, volver a exigir a las farmac¨¦uticas europeas m¨¢s esfuerzos en el abastecimiento y, sobre todo, controlar las exportaciones de las vacunas, privilegiando a los 425 millones de europeos.
Eso no impedir¨¢ que sigamos amenazados por la descoordinaci¨®n, confusi¨®n, lentitud y relaci¨®n t¨®xica con el Reino Unido. No sorprende, pues, el retorno a decisiones nacionales unilaterales cuando, m¨¢s que nunca, precisamos de una acci¨®n europea rotunda y solidaria. Hay que decirlo claramente: la Comisi¨®n debe comprar las vacunas que hagan falta, sean europeas, rusas o chinas. Porque solo cuenta la salud de la poblaci¨®n, que depende de la vacunaci¨®n de la gran mayor¨ªa. Es la ¨²nica manera de salir de esta pandemia. Y es una carrera contrarreloj, no un pulso de intereses de multinacionales. En Latinoam¨¦rica, Asia o ?frica, se utilizan todas las vacunas, y los resultados est¨¢n contrastados seg¨²n los criterios de la tecnolog¨ªa cient¨ªfica. A las puertas de Espa?a, Marruecos est¨¢ inmunizando masivamente con ¨¦xito. La lecci¨®n es sencilla: la vacuna no tiene nacionalidad.
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