Cambio en Cuba
Ra¨²l Castro se va y el PCC debe entender que no hay otra v¨ªa que la apertura
Ra¨²l Castro, de 89 a?os, abandonar¨¢ este fin de semana la secretar¨ªa general del Partido Comunista Cubano. Tras haber cedido en 2018 la presidencia, este simb¨®lico paso, que se escenificar¨¢ en el VIII Congreso del PCC y cuyo alcance real muchos ponen en duda, deber¨ªa significar el principio de un nuevo ciclo. Ese es el deseo de una gran parte de la poblaci¨®n y una aspiraci¨®n leg¨ªtima tras m¨¢s de 60 a?os de r¨¦gimen castrista. Desaprovechar por en¨¦sima vez la oportunidad de iniciar un cambio profundo ¡ªcuya conclusi¨®n l¨®gica no puede ser otra que el establecimiento de una democracia plena y sus libertades¡ª supondr¨ªa cerrar la ¨²nica salida a la concatenaci¨®n de crisis, desabastecimiento y bunkerizaci¨®n pol¨ªtica que desde hace d¨¦cadas sufre la isla.
Cuba no puede esperar. Un 40% de la poblaci¨®n ha vivido toda su vida bajo los estragos de una inacabable crisis. Son la fracci¨®n m¨¢s joven e informada de una ciudadan¨ªa para la que la emigraci¨®n se ha vuelto la ¨²nica forma de mejorar el nivel de vida. Prometerles de nuevo reformas que nunca se culminan y permanecer anclados en un pasado ajeno a los vertiginosos cambios operados en el planeta es uno de los mayores riesgos que corre el pa¨ªs. Pese a ello, las posibilidades de evitar otro fiasco hist¨®rico son pocas. Aunque muchos dirigentes del aparato comunista nacieron despu¨¦s de 1959, la vieja guardia a¨²n ocupa el n¨²cleo duro del PCC y no es esperable que vayan a estar a la altura de la transformaci¨®n que se requiere. No estar¨ªa de m¨¢s que hicieran como Ra¨²l Castro y dejaran paso a un relevo generacional proclive a la apertura. Ser¨ªa un gesto de bastante mayor credibilidad que las soflamas de partido ¨²nico.
Pero si la necesidad de cambio es palmaria, tambi¨¦n lo es la oportunidad de ayudar a conseguirlo. La Uni¨®n Europea y Espa?a est¨¢n en buena posici¨®n para demostrar que se puede fomentar la libertad econ¨®mica y pol¨ªtica que tantos ans¨ªan sin aumentar el sufrimiento de la ciudadan¨ªa. Otro tanto ocurre con el principal actor zonal, EE UU. El presidente Joe Biden tiene en su mano recuperar la senda que permiti¨® una hist¨®rica distensi¨®n con Barack Obama. Reanudar el di¨¢logo al m¨¢s alto nivel, retirar las sanciones impuestas durante la fracasada Administraci¨®n de Donald Trump y sacar a Cuba de la lista de los pa¨ªses patrocinadores del terrorismo ser¨ªan avances que no solo aliviar¨ªan a la poblaci¨®n, sino que dar¨ªan alas a los sectores m¨¢s aperturistas.
Es un camino dif¨ªcil. Siempre lo ha sido. Ra¨²l Castro dice que se va, pero queda el Partido Comunista Cubano. Una organizaci¨®n tallada a imagen y semejanza de sus l¨ªderes hist¨®ricos y que se enfrenta, anacr¨®nica e ineficiente, a una tormenta econ¨®mica de enorme magnitud. Es su responsabilidad superar este reto y para ello no hay otra v¨ªa que la apertura. Washington ha dejado claro que no dar¨¢ un paso si no constata avances en el r¨¦gimen. Ante la gravedad de la situaci¨®n, ambos deber¨ªan recordar el trecho recorrido tiempo atr¨¢s y salvarlo con la mayor celeridad.
No es admisible seguir en el pasado. Ese que Ra¨²l Castro representa. El desabastecimiento es ahora mismo terrible. Las colas y el malestar no dejan de crecer, y la pandemia sigue agitando la guada?a. Antes de que sea demasiado tarde, se necesita una aut¨¦ntica apertura democr¨¢tica. Y que todos los actores ayuden a lograrla.
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