En busca de inmunidad encontraron impunidad
Tras la crisis sanitaria habr¨¢ que comenzar una campa?a de recuperaci¨®n de los valores democr¨¢ticos en el mundo
La pandemia sanitaria arrastra en su estela una enorme consecuencia pol¨ªtica: la impunidad. El examen riguroso sobre la gesti¨®n de los gobiernos democr¨¢ticos a¨²n est¨¢ por hacerse. Cada campa?a electoral, incluida la madrile?a, es m¨¢s ruido que debate profundo, lejos de la rendici¨®n de cuentas por la pobre gesti¨®n y el descuido de los m¨¢s necesitados. Se han quedado fuera del foco las enormes colas del hambre en las barriadas pobres, las navidades en un suburbio infrarresidencial sin luz ni agua caliente y la reforma de los cuidados de ancianos. Pero al menos en los pa¨ªses democr¨¢ticos, el debate con la oposici¨®n y la cobertura de los medios de comunicaci¨®n permiten un escrutinio b¨¢sico. No sucede as¨ª en los pa¨ªses que padecen la bota autoritaria, en los que estas consecuencias pol¨ªticas de la pandemia alcanzan una gravedad insultante. Nos hemos desinteresado por las reivindicaciones de democracia que condujeron a las protestas en Bielorrusia y Hong Kong. La situaci¨®n en estos lugares ha empeorado, la represi¨®n ha aumentado y la anhelada libertad ha sido cancelada por variadas formas de tiran¨ªa. M¨¢s cercano en el tiempo, la dictadura militar birmana ha aplastado las revueltas con enorme violencia y ha interrumpido el fr¨¢gil curso de la democracia en su pa¨ªs.
El opositor ruso Navalni, que sobrevivi¨® gracias a m¨¦dicos de Alemania al envenenamiento, volvi¨® a su pa¨ªs para ser encarcelado en condiciones extremas. Su huelga de hambre se entronca con el aumento de la tensi¨®n en la frontera de Ucrania. Las conclusiones de los informes internacionales sobre el asesinato ordenado del periodista Jamal Khashoggi tampoco han acarreado una reacci¨®n acorde. Por no hablar de los movimientos sociales que en tantos lugares del mundo son condenados a la impotencia. Para ilustrar la par¨¢lisis de las grandes potencias ante un panorama desolador basta asomarse al conflicto de la silla protocolaria en la cumbre de los dirigentes de la UE durante su visita a Erdogan en Turqu¨ªa. No solo no hay espacio para la rendici¨®n de cuentas, sino que apenas hay lugar para la mera formalidad de sentarse a discutir. La crisis sanitaria amenaza con llevarse por delante la exigencia democr¨¢tica y hace falta remontarse a d¨¦cadas atr¨¢s para recordar una tan constante cadencia de intentos de golpe de estado y limitaciones de las m¨¢s esenciales libertades.
En el r¨ªo revuelto, personajes siniestros como Bolsonaro o antes Trump no rinden cuentas por la imprudencia, m¨¢s bien al contrario, ven reforzada su popularidad por la pantomima de autoritarismo. Algunos quieren que se identifique la impunidad con una forma de gobierno s¨®lida y de orden. Es ese mecanismo mental el que habilita esta nueva din¨¢mica golpista. Los ciudadanos sue?an con alcanzar la inmunidad de reba?o, pero por el momento muchos dirigentes solo quieren el reba?o y si hablan de la inmunidad es para hacer frente a los controles, la cr¨ªtica y el escrutinio p¨²blico. Si seguimos por este camino, cuando acabe la campa?a de vacunaci¨®n masiva, uno de los espect¨¢culos de desigualdad m¨¢s grandes que ha dado la civilizaci¨®n actual, tendr¨¢ que comenzar una campa?a de recuperaci¨®n de los valores democr¨¢ticos en el mundo. El plegamiento hacia el interior de todos los pa¨ªses desarrollados propicia que se cometan atrocidades a plena luz. Camino de la inmunidad nos tropezamos con la impunidad.
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