?Y los otros catalanes, Sr. S¨¢nchez?
En la medida en que el presidente trata de v¨ªctimas a los ¡®indepes¡¯ est¨¢ convirtiendo a esa mitad de Catalu?a, como al resto de Espa?a, en sus verdugos
El mayor error de Pedro S¨¢nchez no son los indultos ¨Dhabr¨¢ ocasi¨®n de evaluar el efecto de estos¨D sino haber ignorado a la otra mitad de la sociedad catalana excluida por el nacionalismo. El presidente ha comprado la versi¨®n completa del relato indepe, que ignora a esa mitad, sin m¨¢s. Del Liceo al Consejo de Ministros, el presidente no ha tenido el menor gesto de empat¨ªa y magnanimidad hacia quienes han sido v¨ªctimas directas del nacionalismo antes y durante el proc¨¦s, hasta el golpe al orden constitucional del 1-O. Y eso parec¨ªa un m¨ªnimo, no ya para un presidente de izquierdas, a quien se supone cierta sensibilidad hacia los perdedores del sistema que han soportado humillaciones de una casta dominante, sino para un presidente que vende concordia. A esa mitad de la sociedad catalana que el nacionalismo excluye de la condici¨®n de ¡°pueblo de Catalu?a¡±, y no s¨®lo en los discursos m¨¢s o menos de opereta al salir de prisi¨®n, ni siquiera se les curs¨® invitaci¨®n al Liceo a trav¨¦s de alguna asociaci¨®n. No ya en el patio de butacas, con los patricios; tampoco en el gallinero de los plebeyos. Nada. Y hay una deuda con ellos. El fracaso del 1-O debe mucho a la falta de reconocimiento internacional y al discurso del Rey, pero tambi¨¦n a aquella manifestaci¨®n del 8 de octubre que puso los focos en esa otra mitad herida de Catalu?a a la que S¨¢nchez remata ignor¨¢ndolos. Esto, una vez m¨¢s, ya no va de ellos.
En la sesi¨®n de control, Pedro S¨¢nchez hizo una pregunta adecuada cuando Rufi¨¢n le pregunt¨®: ¡°?Qu¨¦ planes tiene el Gobierno tras los indultos?¡±. El presidente le replic¨®: ¡°?Y qu¨¦ planes tiene ERC tras la medida de gracia? ?Qu¨¦ planes tiene el Govern de la Generalitat?¡±. Poco despu¨¦s, sin embargo, aunque Rufi¨¢n puso en duda la valent¨ªa de S¨¢nchez sugiriendo que actuaba as¨ª por mera necesidad, el presidente se limit¨® a decir ¡°le agradezco sinceramente sus amables palabras¡± y, ante la incredulidad del hemiciclo, tuvo que a?adir ¡°lo digo sin ning¨²n tipo de sarcasmo¡±. Pedro S¨¢nchez prefiri¨® mimar a ERC perdiendo otra oportunidad de insistir en que la concordia debe empezar en Catalu?a, con esa otra mitad excluida y muchas veces humillada, a la que ni siquiera se le permite estudiar en su lengua materna, que es lengua cooficial all¨ª y lengua del Estado que hablan 500 millones de personas. Al rev¨¦s. En la medida en que S¨¢nchez trata de v¨ªctimas a los indepes ¨Dun caso ¨²nico de v¨ªctimas que son la mitad m¨¢s rica de poblaci¨®n, m¨¢s ricos que quienes supuestamente los sojuzgan, a los que imponen su lengua y sus jerarqu¨ªas... todo muy l¨®gico¨D est¨¢ convirtiendo a esa mitad de Catalu?a, como al resto de Espa?a, en sus verdugos. Porque, en definitiva, donde hay v¨ªctimas, hay verdugos. Y as¨ª el relato indepe, una vez m¨¢s, se impone contra toda evidencia. Ah¨ª est¨¢ la indiferencia con que el Gobierno ha gestionado una declaraci¨®n del Consejo de Europa equiparando a Espa?a con Turqu¨ªa, que es un precio alto. Aunque no tan alto como fallar a esa mitad de catalanes que una vez m¨¢s son los perdedores del juego del poder en el tablero de la pol¨ªtica.
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