Incendio en Latinoam¨¦rica
Millones de ciudadanos han sido expulsados de la clase media por la crisis pand¨¦mica. La revuelta colombiana, la polarizaci¨®n en Per¨², el malestar chileno o la fractura en Brasil son indicios de un descontento profundo que prefiguran un estallido a gran escala
Aumenta la pobreza, disminuye la clase media, se disparan los multimillonarios. En la funesta era de la pandemia, Am¨¦rica Latina, la regi¨®n con mayores desigualdades del planeta, ha visto exacerbarse sus desequilibrios y retroceder los avances alcanzados en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Es un impacto sist¨¦mico que amenaza los precarios ecosistemas pol¨ªticos del hemisferio y da combustible a las crecientes protestas sociales. Uno de los indicadores m¨¢s claros de esta degradaci¨®n lo ha ofrecido un demoledor informe del Banco Mundial que ha certificado esta semana el fin de lo que en su d¨ªa fue uno de los mayores logros zonales: la clase media ha dejado de ser mayoritaria en Latinoam¨¦rica. M¨¢s de cinco millones de ciudadanos han sido expulsados de este estrato por la crisis y la cifra superar¨ªa los 20 millones si se descontasen las ayudas de urgencia que algunos pa¨ªses, como Brasil, han lanzado para evitar el cataclismo. La pobreza, otra vez, vuelve a ocupar la primac¨ªa.
Queda lejana la ¨¦poca en que el boom de las materias primas logr¨® sacar de la marginalidad a decenas de millones de latinoamericanos y abrirles las puertas de un ascensor social que sempiternamente les hab¨ªa sido vetado. Fue un tiempo de optimismo que hizo albergar la esperanza de que los pa¨ªses emergentes pod¨ªan con tiempo y esfuerzo entrar en el parnaso occidental. La realidad ha sido bien distinta.
No es solo que el cambio de modelo econ¨®mico experimentado tras la Gran Recesi¨®n hundiese estas expectativas o que los efectos del coronavirus les hayan dado la puntilla, sino que este retroceso ha venido acompa?ado de una fuerte convulsi¨®n social. La revuelta colombiana, la polarizaci¨®n en Per¨², el malestar chileno o la fractura en Brasil no son m¨¢s que indicios de un descontento profundo que prefiguran un estallido a gran escala.
Las condiciones est¨¢n dadas y los s¨ªntomas son evidentes. Sociedades j¨®venes y absolutamente conectadas a los flujos de informaci¨®n global est¨¢n viendo su futuro truncado. Entre sus leg¨ªtimas aspiraciones y las posibilidades reales de cumplirlas se alza un muro que, hoy d¨ªa, parece imposible de superar. La clase media colapsa mientras el prometido barco del bienestar zarpa sin ellos.
No es una situaci¨®n f¨¢cil de superar. Estados Unidos y Europa, ensimismados en sus problemas, han activado sus poderosas maquinarias para conseguir una recuperaci¨®n r¨¢pida. La distancia con el mundo rico es cada vez mayor. Cuando ah¨ª se habla de quitarse las mascarillas, en Suram¨¦rica la pandemia a¨²n golpea con sa?a. Con solo un 5% de la poblaci¨®n mundial, esta zona registra una de cada cuatro muertes por covid. No hay planes de ayuda internacionales y el populismo, de uno y otro signo, gana enteros.
La frustraci¨®n est¨¢ alimentando una gigantesca ola de contestaci¨®n social. Sus primeras manifestaciones han emergido en los ¨²ltimos meses. Pero no son m¨¢s que fogonazos de un incendio mayor. Levantar el cortafuegos es una tarea ardua y com¨²n. Las naciones latinoamericanas han de abandonar los cantos de sirena, y los pa¨ªses ricos, especialmente Estados Unidos, han de entender que la estabilidad econ¨®mica del hemisferio, ¨ªntimamente vinculada a sus intereses empresariales y estrat¨¦gicos, forma parte de su propia seguridad. Actuar ahora contra la pobreza en Am¨¦rica Latina es apostar por el futuro de la regi¨®n. No hacerlo es dejarla en manos de los pir¨®manos.
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