El interrogante sobre el 20 de julio
Los j¨®venes se sienten traicionados y la pol¨ªtica de la provocaci¨®n no ha hecho otra cosa que radicalizarlos
El pasado 28 de abril estall¨® en Colombia una ola de protestas sin precedentes en el pa¨ªs. Desde ese momento, con altibajos, se viven protestas constantes. Hace cerca de tres semanas el comit¨¦ del paro nacional se?al¨® una pausa en las marchas, con el objetivo de dejar pasar el tercer pico de la pandemia y, adem¨¢s, evitar el desgaste de las movilizaciones. En ese momento, el comit¨¦ cit¨® para el 20 de julio una gran movilizaci¨®n y la retoma de las protestas. Si bien dicha decisi¨®n no fue asumida por muchos grupos juveniles, lo cierto es que logr¨® desactivar a la mayor¨ªa de las personas que sal¨ªan recurrentemente a marchar.
En medio del cese de las marchas y su reinicio, el pr¨®ximo 20 de julio, han sucedi¨® al menos tres cosas que impactar¨¢n las movilizaciones de la pr¨®xima semana. Por un lado, el Gobierno nacional inici¨® lo que podr¨ªa considerarse una pol¨ªtica de la provocaci¨®n: anunci¨® un proyecto de ley para criminalizar la protesta, cerr¨® cualquier posibilidad de negociaci¨®n y, adem¨¢s, ha desplegado una estrategia medi¨¢tica para calificar la protesta social como una gran conspiraci¨®n de la ¡°izquierda internacional¡± y un tema de terrorismo. Es decir, se ha negado a ver la realidad de Colombia, donde millones de personas no pueden comer tres veces al d¨ªa, el desempleo juvenil llega al 30% en las grandes ciudades, el de las mujeres ronda el 27% y, en general, hay una crisis econ¨®mica profunda. A esto se le suma la crisis de seguridad que atraviesa el pa¨ªs y la fuerte crisis pol¨ªtica y de legitimidad de las instituciones nacionales.
Lo segundo que sucedi¨® fue una especie de polarizaci¨®n entre sectores sociales. Por un lado, los j¨®venes se sienten traicionados y la pol¨ªtica de la provocaci¨®n no ha hecho otra cosa que radicalizarlos. Por otro lado, sectores de la clase media alta han comenzado a rechazar la protesta social debido al repudio a los bloqueos o cortes de v¨ªas que hicieron los manifestantes. Cali es el ejemplo de esto. La pregunta que ronda para el 20 de julio es que tanto desgaste hay en la sociedad colombiana frente al paro nacional. En fin, hay un proceso de radicalizaci¨®n en varios sectores sociales, por ende la pregunta es para d¨®nde se va a inclinar la mayor¨ªa de la sociedad: hacia los que apoyan o hacia los que rechazan la protesta.
Lo tercero que sucedi¨® fue el inicio de las campa?as electorales. El mundo pol¨ªtico solo piensa en votos y eso ha comenzado a afectar la interacci¨®n entre los grupos ciudadanos, tanto los que apoyan la protesta social, como entre los que la rechazan. La campa?a electoral se meti¨® en medio de la movilizaci¨®n. Eso, aunque esperable, pues estamos a ocho meses de elecciones a Congreso y menos de un a?o de las presidenciales, tendr¨¢ un impacto en las movilizaciones que arranquen desde el mes de julio.
El interrogante que ronda a analistas, expertos, periodistas y autoridades es sobre lo que podr¨ªa pasar el pr¨®ximo 20 de julio. Las razones por las que la poblaci¨®n sali¨® a marchar no han cambiado, no se ha solucionado nada y el Gobierno no ha negociado nada. Por otro lado, es cierto que hay un desgaste de sectores poblacionales frente a las marchas. Pero no es claro quien ganar¨¢ el pulso, ese d¨ªa sabremos si, nuevamente, la Administraci¨®n Duque quedar¨¢ contra las cuerdas o si lograron desactivar el paro. Tambi¨¦n, la otra pregunta es sobre los niveles de violencia que se presentar¨¢n ese d¨ªa. El Gobierno ha utilizado algunos hechos de violencia para calificar de v¨¢ndalos a la mayor¨ªa de los marchantes. Aunque la mayor preocupaci¨®n hacia la violencia viene desde el comportamiento de la polic¨ªa colombiana, que durante las primeras tres semanas del paro se caracteriz¨® por una violencia brutal contra los civiles: muertos, heridos, agresiones sexuales y lesiones oculares fueron una constante.
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