Bajar la tensi¨®n
El f¨²tbol no puede permitirse los conflictos constantes de sus dirigentes
El declive de la potencia econ¨®mica del f¨²tbol espa?ol era un hecho desde hace tiempo, y ha acabado por desvelarse abruptamente en pocos meses. El fracasado intento de los grandes clubes de fundar por su cuenta un nuevo reino de la abundancia con la elitista Superliga europea desat¨® todas las hostilidades. El movimiento posterior de LaLiga, la patronal de los clubes espa?oles, de buscar la inyecci¨®n econ¨®mica de un fondo de inversi¨®n desencaden¨® una guerra total. Y, en medio, la escena que sintetiza la decadencia: la marcha de Messi, un trauma para el barcelonismo y un golpe al prestigio de todo un campeonato que durante 15 a?os acapar¨® las grandes estrellas mundiales.
El acuerdo de la LaLiga con el fondo brit¨¢nico CVC, aprobado ayer con solo cuatro votos en contra, es un modo de buscar liquidez inmediata a cambio de hipotecar parte de los beneficios a largo plazo. Los clubes se repartir¨¢n entre 2.100 y 2.667,5 millones ¡ªdependiendo de cu¨¢ntos queden descolgados definitivamente¡ª por ceder algo menos del 9% de las ganancias del torneo durante 50 a?os. Entre los que se han desvinculado del acuerdo est¨¢n el Madrid y el Bar?a, tan rivales en el campo como hermanados por algunos intereses comunes. Ambos, como el Athletic, que tampoco es sociedad an¨®nima, sostienen que ser¨¢ un p¨¦simo negocio. Tambi¨¦n se desmarc¨® el Oviedo.
En la pugna se mezclan lo econ¨®mico y lo deportivo con las viejas rencillas personales enquistadas en la c¨²pula de nuestro f¨²tbol. Las alianzas son cambiantes. La Federaci¨®n, en primera l¨ªnea de resistencia contra los grandes cuando se plante¨® la Superliga, se ha sumado ahora al Real Madrid y al Bar?a en su oposici¨®n a la LaLiga. El debate ha alimentado todo un espect¨¢culo, entre guerras de comunicados, tuits encendidos, filtraciones y denuncias judiciales.
La pandemia ha causado estragos en el negocio del f¨²tbol en todo el mundo y de forma m¨¢s dram¨¢tica en el nuestro, al que sorprendi¨® ya renqueante tras a?os de excesos. Los ingresos de la LaLiga han ca¨ªdo en 2.000 millones desde que se cerraron los estadios y las deudas de los clubes han aumentado en m¨¢s de 700. Solo el Barcelona ha cifrado en 487 millones sus p¨¦rdidas en 2020. Por primera vez en mucho tiempo, competiciones como la italiana o la alemana gastan m¨¢s en fichajes que la espa?ola. La distancia con la Premier League es astron¨®mica: entre los seis mayores clubes brit¨¢nicos han invertido ya cinco veces m¨¢s que todos los espa?oles juntos.
El f¨²tbol es un importante activo econ¨®mico ¡ªsupuso el 1,37% del PIB en 2019¡ª y un eficaz difusor de la imagen del pa¨ªs en el mundo, am¨¦n de congregar a millones de aficionados. La pandemia le ha dejado secuelas y la competici¨®n se iniciar¨¢ todav¨ªa con aforos reducidos. Son razones muy obvias para exigir responsabilidad a sus dirigentes. Las diferencias pueden discutirse con rigor y discreci¨®n, sin derivar en una pelea de gallos. Hace falta un gesto pacificador y ah¨ª el Gobierno ¡ªhasta ahora al margen de la refriega¡ª puede encontrar su papel. No ser¨ªa la primera vez que el Consejo Superior de Deportes (CSD) interviene para sosegar las guerras del f¨²tbol. La actual est¨¢ esperando que alguien acuda con un poco de agua para calmar el fuego.
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