Tu lengua te meter¨¢ en problemas
Con los talibanes en el poder caer¨¢ el silencio en Afganist¨¢n y no se conocer¨¢n los detalles que ilustran el sufrimiento de los perseguidos
Afganist¨¢n empieza a sumergirse en la noche. Durante las ¨²ltimas semanas se han ido conociendo de ese remoto rinc¨®n de Asia, azotado por permanentes guerras internas entre distintas tribus y que ha resistido la presencia de varios imperios, numerosas historias de dolor y desesperaci¨®n de sus gentes. Ahora volver¨¢ el silencio, que cubrir¨¢ de tinieblas la suerte que corran cuantos se opongan al poder de los talibanes.
En Hampstead, el libro donde se reunieron los apuntes que Elias Canetti tom¨® entre 1954 y 1971 durante su estancia en Inglaterra, se recoge la historia de Sonia, una mujer que perdi¨® a sus padres durante la ¨¦poca nazi. Cuando la cat¨¢strofe parec¨ªa inminente, la enviaron junto a una de sus hermanas a Budapest. Su padre era un terrateniente h¨²ngaro de Eslovaquia y estaba casado con una jud¨ªa. ¡°Nos vamos en el cami¨®n a Komorn¡±, les escribieron a las hijas en una postal cuando fueron detenidos. Sonia quiso conocer su suerte y sali¨® a buscarlos. Le explicaron que la madre fue seleccionada como jud¨ªa y enviada a un campo. Su padre no quiso abandonarla. Al llegar a su destino los separaron. El padre fue trasladado a Fl?ssenburg, y lo mataron a palos en 1944. La madre termin¨® en Ravensbr¨¹ck, estaba muy d¨¦bil, y falleci¨® en enero de 1945. Sonia logr¨® sobrevivir porque encontr¨® trabajo como doncella de una archiduquesa. Cuando los nazis llegaron al palacio donde viv¨ªan, se salv¨® porque se hizo pasar por amante de un m¨¦dico del Estado Mayor alem¨¢n. M¨¢s adelante llegaron los rusos, y se refugi¨® con la archiduquesa en su habitaci¨®n. Uno de los soldados, borracho, las encontr¨®, y Sonia se encontr¨® de pronto delante de una ametralladora. Todo pudo haber terminado ah¨ª. Pero los oficiales llamaron a la tropa, y aquel tipo sali¨® corriendo.
Detalles: es dif¨ªcil imaginarse la suerte de los perseguidos si no hay alguien que pueda contarla. Al hilo de la lectura de Hampstead, Macarena Vidal Liy narr¨® en un reportaje, publicado en este peri¨®dico, las peripecias de una familia uigur a partir del relato que le hizo Shahnura, una joven de 18 a?os que naci¨® en Alemania tras el exilio de sus padres. Como represalia ante esa audacia, el Gobierno chino intern¨® a su abuela, una empresaria acomodada de 60 a?os, en uno de los m¨²ltiples reductos destinados a encerrar a los miembros de esa minor¨ªa musulmana. Un min¨²sculo destello de un horror oculto, del que poco se conoce. Shahnura: ¡°En noviembre de 2019 recibimos un mensaje de otra gente: mi t¨ªa estaba desaparecida, mi t¨ªo estaba muerto y mi abuela, en un campo de reeducaci¨®n¡±.
Poco m¨¢s se sabe de lo que est¨¢ pasando con la familia de Shahnura (y con todos los dem¨¢s). El historiador Orlando Figes recoge en Los que susurran, donde describe la represi¨®n en la ¨¦poca de Stalin, el testimonio de una mujer cuyo padre fue detenido en 1936. Explica ah¨ª que en su familia los obligaban de ni?os a mantener la boca cerrada: ¡°Tu lengua te meter¨¢ en problemas¡±, les dec¨ªan. As¨ª que crecieron en silencio y con miedo, sin saber nunca el alcance de lo que suced¨ªa fuera, con un p¨¢nico inmenso por los que llevaban uniforme. Esto es lo que ha empezado a suceder ya en Afganist¨¢n. Cae el velo sobre el pa¨ªs entero: para que opere la maquinaria del terror. Y poco a poco se ir¨¢n escuchando menos palabras. Y quedar¨¢ la abstracci¨®n del sufrimiento de los sometidos a los talibanes, pero sin los detalles que lo hacen verdaderamente real en cada caso.
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