Abolir la esclavitud
Mientras dedicamos tiempo a exponer muy objetivamente los distintos modelos de prostituci¨®n, millones de mujeres siguen siendo violadas sistem¨¢ticamente a cambio de dinero
A nadie en su sano juicio se le ocurrir¨ªa a d¨ªa de hoy defender la esclavitud. Ni responder a las demandas de su abolici¨®n diciendo que es un tema muy complicado, que hay esclavos que eligen serlo libremente, que algunos est¨¢n muy felices someti¨¦ndose o que es un trabajo empoderante. Solo desde el racismo m¨¢s deshumanizador se podr¨ªa defender que es una buena salida laboral para los inmigrantes sin papeles. En cambio, no tenemos reparos en poner todas estas excusas cuando hablamos de prostituci¨®n. Mientras dedicamos tiempo a exponer muy objetivamente los distintos modelos, los pros y contras de uno u otro y nos extendemos en debates te¨®ricos de lo m¨¢s entretenidos, millones de mujeres siguen siendo violadas sistem¨¢ticamente a cambio de dinero. Secuestradas, encerradas, explotadas y torturadas en el magma incandescente del sistema prostitucional. En lo que dura cada discusi¨®n en confortables y privilegiados espacios, las v¨ªctimas siguen siendo sometidas sin tregua. Para ellas es urgente tomar decisiones, es urgente acabar con esta zona oscura de la realidad a la que no queremos mirar y frenar el avance de un ¡°mercado¡± vergonzoso.
No se enga?en, no son solamente las prostituidas las afectadas por este sistema. Llevan desde el destape educ¨¢ndonos a nosotras para ser prostitutas y a ellos para ser violadores a cambio de dinero. Ni?os y ni?as est¨¢n a d¨ªa de hoy expuestos a contenidos que los educan en esta ¡°cultura¡±. Dejemos de llamar consumidores a quienes invaden por la fuerza monetaria los cuerpos de otros seres humanos. Los seres humanos no son bienes de consumo, no se compran y se venden, lo que se compra y se vende es su explotaci¨®n, sometimiento y tortura.
La cultura prostitucional, presente en todos los estratos sociales, difundida a trav¨¦s de representaciones de gran impacto, afecta a la construcci¨®n de la sexualidad y tiene consecuencias devastadoras sobre nuestra condici¨®n humana, bestializando nuestra intimidad para generar una degradaci¨®n nada democr¨¢tica.
Todo esto y mucho m¨¢s he aprendido con la lectura de La revuelta de las putas de Amelia Tiganus. Imposible mirar para otro lado cuando la autora vasca nos expone con inteligencia y conocimiento, en castellano feminista, un an¨¢lisis profundo desde una aleaci¨®n irrefutable entre el saber y la experiencia propia. L¨¦anla a ella para entender en profundidad que ni la prostituci¨®n es un trabajo ni hay ninguna mujer que nazca para el ejercicio de este tipo de esclavitud contempor¨¢nea.
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