Pensar el periodismo
Si solo vemos el problema de la virulencia presidencial contra medios, y no nuestras fallas, nos dir¨¢n que por la forma que hacemos periodismo pensamos en todo, menos en el periodismo
As¨ª como hay gente que para burlarse de las y los periodistas argumenta que no es posible concebir que en las facultades de periodismo o comunicaci¨®n se ense?e a futuros reporteros la materia de ¨¦tica ¡ªes una contradicci¨®n irresoluble, o se es periodista o se es ¨¦tico, nos fustigan¡ª habr¨ªa que apuntar que esos mismos cr¨ªticos podr¨ªan decirnos que pensar el periodismo, t¨ªtulo de una mesa a la que fui convocado en el foro ¡°Los desaf¨ªos de la libertad de expresi¨®n hoy¡±, supone igualmente una contradicci¨®n.
Nos acusan de c¨ªnicos e irreflexivos, de estar movidos solo por la vocaci¨®n mercantil, el amarillismo y, por supuesto, por un incombustible af¨¢n protag¨®nico. ?Tienen algo de raz¨®n esas descalificaciones?
Para pensar en eso, para darnos la oportunidad de pensar en eso en voz alta y de manera colectiva nos reunimos el mi¨¦rcoles una veintena de colegas en el Paraninfo de la Universidad de Guadalajara, convocante junto con la Fundaci¨®n Internacional para la Libertad.
El otro d¨ªa una amiga no periodista me preguntaba, en buena lid, que d¨®nde pod¨ªa conseguir un buen libro de texto de periodismo sobre el g¨¦nero de la entrevista. Algunos de ustedes comprender¨¢n mi agobio al tener que emprender en mi memoria poscovidiana la b¨²squeda de alg¨²n t¨ªtulo que hubiera tenido en las manos en la universidad, o despu¨¦s de ella, sobre esa herramienta clave del periodismo como es la entrevista. Me sal¨ª por la tangente: le recomend¨¦ leer reportajes de David Remnick o perfiles de Gay Talese.
Y me gustar¨ªa empezar por ah¨ª. Creo que antes que nada a los periodistas mexicanos les hace falta publicar m¨¢s sobre periodismo. Dicho de otra manera, pensar el periodismo de forma que se abone con textos a la discusi¨®n sobre su esencia, su misi¨®n, sus herramientas y, sobre todo, su momento en el M¨¦xico de hoy. Las mesas de novedades editoriales ¡ªo la oferta en Kindle y plataformas similares¡ª sobre periodismo es p¨¢lida: y palidece m¨¢s a¨²n si tenemos en cuenta el referente, no por involuntario ineludible, en que ha convertido a la prensa el presidente Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador.
El inquilino de Palacio Nacional ha otorgado a la prensa mexicana, y no por buenas razones, la calidad de protagonistas de su sexenio. De eso ya hace tres a?os, y ni as¨ª hemos encontrado la manera de aprovechar esa notoriedad para abordar, con discusiones y textos, pendientes cruciales del oficio y de la industria, y el grave riesgo en que estamos de ser reducidos ¡ªfrente a la opini¨®n p¨²blica¡ª a la caricatura que el presidente quiere hacer de nosotros.
El no haber reaccionado oportunamente, el no haber tenido claridad sobre ajustes indispensables en nuestra manera de pensar y ejercer el periodismo ¡ªdeber¨ªamos caer en cuenta¡ª debilita el ejercicio period¨ªstico frente a los embates de L¨®pez Obrador, de su Gobierno, de sus aparatos de propaganda (no debieran ser vistos como sin¨®nimos estos dos t¨¦rminos, Gobierno y aparatos de propaganda lopezobradoristas, a veces van juntos, muchas otras no) y, por supuesto, de no pocos de sus seguidores.
Nuestros retos, claro est¨¢, no comenzaron con L¨®pez Obrador. Pero nadie ha explotado mejor nuestras debilidades que ¨¦l. Y esa es una p¨¦sima noticia, para nosotros, pero sobre todo para las audiencias, es decir para la sociedad.
Porque qui¨¦n sabe si en esta mitad de sexenio hayamos aprendido la lecci¨®n; me parece m¨¢s bien que hemos dado tumbos y que ser¨ªa m¨¢s sencillo enumerar las antilecciones de la prensa en el momento pol¨ªtico y social que vivimos en M¨¦xico. Mencionar¨¦ lo que desde mi punto de vista son algunas de las erradas conductas que provocan que no demos a la ciudadan¨ªa el mejor servicio, el m¨¢s ¨¦tico y el m¨¢s reflexivo, en cuanto a producir informaci¨®n, opini¨®n y an¨¢lisis. Repasar las antilecciones para pensar en las fallas del periodismo y, acaso, aproximarnos a algunas soluciones.
Primera antilecci¨®n. Reproducci¨®n acr¨ªtica de los dichos del poder.
Si es verdad, y tenemos todo para pensar que es as¨ª, que L¨®pez Obrador dice un promedio de 88 mentiras por ma?anera, como asienta la consultora SPIN, cu¨¢ntas veces buena parte de esos infundios llegan a remotos lugares gracias a que los medios somos un meg¨¢fono en tiempo real con el cerebro desconectado.
El presidente convoca a una conferencia al menos cinco veces a la semana. No creo que ese n¨²mero sea muy distinto a los discursos semanales de anteriores presidentes. Sin embargo, al menos desde las alternancias, los mensajes del titular del Ejecutivo no se reproduc¨ªan ni tanto ni tan febrilmente como con el actual mandatario. ?Por qu¨¦ la prensa no se toma la calma para sopesar, antes de publicar, lo dicho por un presidente que, encima, se repite mucho, much¨ªsimo? Somos los mejores aliados de este presidente incluso cuando nos desacredita. Por qu¨¦ se tiene que publicar lo que dice como lo dice, y diga lo que diga ¡ªsin contexto, corroboraci¨®n, contraste¡ª; o por qu¨¦ se tiene que transmitir en directo en nuestros sitios. ?Por tr¨¢fico? ?Tan necesitados estamos de clics, que hasta ataques agradecemos?
Segunda antilecci¨®n. Adopci¨®n del lenguaje del poder. Por m¨¢s que distintos especialistas lo han planteado, a un mandatario como AMLO se le da bien tanto capturar palabras y cambiarles el significado, como crear un vocabulario que se vuelve moda o referencia. ?Y c¨®mo logra parte de esto ¨²ltimo? Porque los medios ¡ªotra vez¡ª le ayudamos a incorporar en el habla cotidiana desde grandilocuentes slogans hasta insultos. He visto a algunas de las mejores mentes de mi generaci¨®n ponerse orgullosamente camisetas donde asumen para s¨ª mismos el denuesto de ocasi¨®n del presidente. Ese que lleva dos efes.
Tercera antilecci¨®n. Lucrar con la polarizaci¨®n. El presidente necesita ruido permanente para ocultar sus malos procedimientos y peores resultados. Su estrategia para ello es polarizar. El di¨¢logo est¨¢ mal visto porque supone el esfuerzo de escucharse y, dios guarde la hora presidencial y de no pocos opositores, ceder.
La descalificaci¨®n, en cambio, es premiada por los respectivos bandos. No pocas entidades period¨ªsticas y demasiados colegas han decidido que ellos ganan con alimentar la polarizaci¨®n. Esa frase evidencia el defecto de su proceder: el periodismo gana al informar, al aportar elementos para que otros se formen su propio juicio, no con proporcionar munici¨®n para la histeria. Es cierto que al periodista que a toda hora solo denuesta a la administraci¨®n no le va mal en tr¨¢fico, es un media star en las redes. Es muy valiente. Pero ?sigue siendo un periodista o es ya m¨¢s bien un partisano, un promotor solo de la estridencia y nunca del dato?
Cuarta antilecci¨®n. Falta de sentido gremial. La prensa en M¨¦xico vive del recelo al colega. No s¨¦ desde cu¨¢ndo, pero hace mucho que es as¨ª. Cada medio y cada periodista tienen su historia. Pero cuando AMLO pone a todas y todos en el mismo canasto, el de una prensa a la que no le interesa la informaci¨®n sino la defensa de supuestos intereses particulares ¡ªde grupo sociodemogr¨¢fico, ideol¨®gico o de entidades mercantiles¡ª cuenta con una ventaja: sabe que los periodistas somos recelosos del otro, que preferimos obviar el ¨¦xito informativo ajeno, que seremos sus aliados a la hora de hacer un vac¨ªo a la exclusiva que desvela una negligencia o una grave falla suya o de sus colaboradores. Andr¨¦s Manuel sabe que nunca vamos a defender una columna o una primera plana que no sea nuestra. Tan lo sabe que se da el lujo de ningunear en cada ocasi¨®n al diario que lo exhibe; y por eso no le va tan mal cuando se erige en el papel de quien ha de decidir qu¨¦ contenido vale y cu¨¢l no. El que miente nos dice mentirosos.
Quinta antilecci¨®n. Fallas en la autoridad moral. El otro d¨ªa un colega de un medio grande me dijo que le acababan de bajar el sueldo. O que no exactamente, pero al final s¨ª. Con la llegada de la ley contra el outsourcing ¡ªque es una buena noticia¡ª su medio, en el que lleva a?os, lo pas¨® al r¨¦gimen formal. El detalle es que el medio no asumi¨® ni una parte de la carga social, por lo que el dinero que ahora recibe el colega de marras es bastante menos que su anterior sueldo. Y a ver qui¨¦n va y le dice que ahora al menos es un trabajador con todas las de la ley.
Si luego L¨®pez Obrador se pone en la ma?anera de perdonavidas, al decirle al reportero de tal o cual medio que le hizo enojar esa ma?ana con su portada que no tiene problemas con ¨¦l, pues ¨¦l es solo un trabajador de esa empresa, pero que sus jefes son unos abusivos o unos corruptos, cuando eso ocurre Andr¨¦s Manuel sabe que como tantas otras deficiencias de muchas empresas, en los medios hay quien ha trabajado veinte a?os sin llegar a gozar de un solo aguinaldo.
Si la prensa ha de resistir a gobiernos con coqueteos autoritarios ha de avanzar, muy r¨¢pido, en una reformulaci¨®n de contratos con seguridad social, explicitaci¨®n de sus conflictos de inter¨¦s, formulaci¨®n de las relaciones obrero-patronales, desarrollo de una cultura de periodismo colaborativo que no ocurra en los m¨¢rgenes y compromiso con la formaci¨®n de periodistas ya en el mercado y de nuevos cuadros.
Y sexta antilecci¨®n. El centralismo medi¨¢tico. AMLO abri¨® la ma?anera a medios de las regiones y a otros con audiencias digitales ¡ªhablo de los colegas que s¨ª exist¨ªan y s¨ª ten¨ªan recorrido antes de 2018, no de los impostados, esos no merecen ni la menci¨®n. Este m¨¦rito del presidente evidencia que nuestro centralismo medi¨¢tico contradice esa insistencia de que somos un pa¨ªs plural y que no se deber¨ªa pretender, como se dijo en el foro, instalar ¡°un solo proyecto de naci¨®n¡±. La prensa capitalina ¡ªque no nacional¡ª contribuye al centralismo que borra o minimiza los problemas de tantas partes. Desde siempre y eso no ha cambiado a pesar de que L¨®pez Obrador s¨ª incluye coordenadas regionales o de otros colectivos en sus conferencias.
Y, por supuesto, esa condici¨®n centralista nunca es m¨¢s evidente que en la inseguridad, violencia y acoso que padecen fundamentalmente las y los periodistas de las regiones y no los de la metr¨®poli del Valle de M¨¦xico. Ni en ese tema hemos logrado romper nuestro sectarismo.
Sin pensar en todo lo anterior ¡ªy en otras cosas que m¨¢s colegas han planteado, como la necesidad de encontrar soluciones conjuntas para ajustar el modelo de negocio, para lograr pol¨ªticas justas de asignaci¨®n de publicidad oficial, y hasta sobre c¨®mo evitar la pirater¨ªa de contenidos¡ª, en efecto, si solo vemos el problema de la virulencia presidencial contra los medios, y no de nuestras fallas estructurales, nos dir¨¢n siempre que no es cierto, que por la forma que hacemos periodismo pensamos en todo, menos en el periodismo.
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