Di¨¢logos bajo el volc¨¢n
El castellano es el espa?ol de hoy a uno y otro lado del Atl¨¢ntico, sin m¨¢s capital que la unidad de su diccionario; un jard¨ªn que no conviene que nadie destroce, menos que nadie los hijos y nietos de nuestra Transici¨®n
¡°?Le gusta este jard¨ªn que es suyo? Evite que sus hijos lo destruyan¡±. Recordaba yo esta frase de un cartel mexicano, nacida de la pluma venenosa y l¨²cida de Malcom Lowry, al tiempo de asistir la semana pasada a la reuni¨®n del Foro La Toja. Un considerable n¨²mero de empresarios, pol¨ªticos y periodistas se re¨²ne all¨ª anualmente bajo el eslogan del v¨ªnculo atl¨¢ntico, que une la historia y destinos de Portugal y Espa?a. El com¨²n denominador del encuentro ha sido el di¨¢logo, personalizado en el de los expresidentes espa?oles Gonz¨¢lez y Rajoy. Los debates estuvieron gobernados por la moderaci¨®n, bajo la sombra de las noticias que nos llegaban de la isla de La Palma. Cada ma?ana, cada noche, la televisi¨®n nos abrumaba con la imagen de un mundo parecida a la que siempre hemos tenido del infierno. Durante las sesiones coment¨¢bamos, sin abandonar en ning¨²n caso la correcci¨®n pol¨ªtica, los grandes desaf¨ªos y las no peque?as amenazas que se ciernen sobre la humanidad. Dominaban los mensajes de optimismo, pero los sucesos de Canarias describ¨ªan lo cerca que podemos estar de que este sea, como el de la novela Bajo el volc¨¢n, un mundo de todos los demonios.
Los retos a los que nos enfrentamos son de sobra conocidos. Sobresalen el cambio clim¨¢tico, la digitalizaci¨®n, la lucha contra la covid y otras pandemias venideras, el abismo de la desigualdad social, los movimientos migratorios y la creaci¨®n de un nuevo orden mundial. A la hora de imaginar soluciones, es evidente empero una creciente disfuncionalidad entre el lenguaje de los pol¨ªticos y lo que ha dado en llamarse la sociedad civil. Esta estaba en La Toja representada fundamentalmente por empresarios, y los all¨ª reunidos ¨¦ramos miembros del establishment o de la casta, como ahora se le califica. Los mensajes de satisfacci¨®n del poder pol¨ªtico chocaban sin embargo con el imperativo acercamiento a la realidad que el poder econ¨®mico representaba. Imagino lo que hubiera sido de sumarse al encuentro los sindicatos, los intelectuales y las voces de los desheredados.
Felicit¨¦, con todo merecimiento, a los convocantes del congreso por la calidad de los intervinientes y la identificaci¨®n de los temas. Pero segu¨ªa absorto por las im¨¢genes de la lava, el fuego y las cenizas de la Isla Bonita, la angustia y desesperaci¨®n de sus habitantes, la sensaci¨®n de impotencia y predestinaci¨®n que expresaban. La pandemia hab¨ªa sido un enemigo insidioso que hab¨ªa cambiado la forma de vida, de trabajar y de relacionarse, de amar y ser amados, de las gentes. Ahora se le sumaba la destrucci¨®n con estruendo, olor a azufre, lluvia de piedras, y temblor del subsuelo. Pens¨¦ que volcanes parecidos pueden estallar en los confines de la democracia.
Mientras en Galicia ponder¨¢bamos la importancia de Am¨¦rica Latina para el futuro de nuestro pa¨ªs y de la Uni¨®n Europea, la Nueva Espa?a celebraba el 200 aniversario de su independencia de la vieja. Lo hac¨ªa sin m¨¢s representaci¨®n de los actuales poderes de la que fue capital del imperio que su embajador, y en medio de una catarata de reproches mutuos. Lamentable. Nuestro pa¨ªs es el segundo inversor directo en M¨¦xico, con m¨¢s de 70.000 millones de d¨®lares. Pero M¨¦xico es tambi¨¦n el segundo pa¨ªs no europeo con m¨¢s inversiones en Espa?a. Cientos de miles de trabajadores espa?oles y latinoamericanos dependen de ese flujo financiero hacia la econom¨ªa productiva. El desencuentro entre los gobiernos, que excita el nacionalismo patriotero a ambos lados del Atl¨¢ntico, es consecuencia entre otros hechos de una carta del presidente L¨®pez Obrador al rey de Espa?a solicitando un acto de contrici¨®n por los excesos de la conquista contra la poblaci¨®n ind¨ªgena. Conozco los sentimientos aunque ignoro las razones por las que esa misiva causa tanto esc¨¢ndalo en sectores culturales y pol¨ªticos de nuestro pa¨ªs. Hace cientos de a?os que fray Bartolom¨¦ de las Casas denunciara ya los pecados que el papa Francisco confiesa ahora. Sin embargo es norma de buena educaci¨®n contestar las cartas que se reciben. Independientemente de su contenido una misiva de un jefe de Estado a otro no debe quedar sin respuesta, mucho menos en el caso que nos ocupa. Como los actos pol¨ªticos del Rey tienen que ser refrendados por el Ejecutivo, la responsabilidad del silencio, que ha irritado con raz¨®n al presidente mexicano, es al 100% del Gobierno. La opini¨®n p¨²blica merece una explicaci¨®n.
Ha habido otros ultrajes al di¨¢logo pol¨ªtico al tiempo de su canonizaci¨®n en La Toja. El m¨¢s evidente, la ausencia del presidente de la Generalitat catalana en la visita de Felipe VI y Pedro S¨¢nchez al Sal¨®n del Autom¨®vil. Nuevamente hay que recordarle que por ser jefe del Gobierno de la Comunidad Aut¨®noma de Catalu?a, es el primer representante del Estado en la misma. No solo la buena educaci¨®n sino su condici¨®n como tal le obligan a cumplir con ese cometido por el que cobra un sueldo p¨²blico. Si quiere ser fiable en cualquier mesa de di¨¢logo a la que se siente, el se?or Aragon¨¦s deber¨ªa ser coherente con la etimolog¨ªa de su apellido y no seguir comport¨¢ndose como un vulgar faccioso. Tiene todo el derecho a volar cientos de kil¨®metros para estrechar la mano de un pr¨®fugo de la justicia, traidor a la Constituci¨®n y al Estatuto que amparan la legitimidad de su cargo. Pero ninguno a no cumplir con sus obligaciones laborales.
El peor volc¨¢n cuando erupciona es sin embargo el de las palabras. Por eso el poder pol¨ªtico trata ingenuamente de apoderarse de ellas, pensando que podr¨¢ controlar la violencia que en ocasiones desatan. He ah¨ª al PP y al PSOE, compitiendo por erigir en Madrid la capital del espa?ol y cultivar en La Rioja el Valle de la Lengua, proyecto estrella anunciado por el presidente S¨¢nchez en la clausura del encuentro atl¨¢ntico. Nuestro idioma no tiene ni aspira a tener capital ni valle alguno. Es patrimonio de cientos de millones de personas, de las que los espa?oles apenas constituyen un 8%. Y su unidad y desarrollo, que afecta a la poblaci¨®n de m¨¢s de una veintena de pa¨ªses soberanos, viene siendo garantizada desde hace siglos por instituciones de la sociedad civil, como son las academias. No dudo de la pureza de intenciones de nuestros gobernantes al anunciar este tipo de iniciativas, aunque ya los franceses fracasaron con la politizaci¨®n de la francofon¨ªa. Pero el lenguaje es creaci¨®n del pueblo y patrimonio del mismo, lo que nos devuelve de nuevo a Am¨¦rica Latina y a M¨¦xico, el mayor pa¨ªs hispanohablante del mundo, seguido por Colombia y los Estados Unidos. La unidad de nuestro idioma es una riqueza no solo cultural, sino tambi¨¦n econ¨®mica que precisa del apoyo de la pol¨ªtica pero ha de escapar de su capacidad de decisi¨®n. En ninguno de los proyectos mencionados parece estar garantizado. Es de agradecer a los promotores del Valle su empe?o, aunque debe estar basado en reconocer que el espa?ol romance, registrado en las glosas emilianenses del monasterio de San Mill¨¢n, es un idioma que no es el castellano, como demostr¨® Men¨¦ndez Pidal. El castellano es el espa?ol de hoy a uno y otro lado del Atl¨¢ntico, sin m¨¢s capital ni residencia que la unidad de su diccionario, su gram¨¢tica y su ortograf¨ªa all¨ª donde se habla y escribe. Un jard¨ªn cultivado y enriquecido durante siglos que no conviene que nadie lo destroce. Menos que nadie los hijos y nietos de nuestra Transici¨®n pol¨ªtica.
El protagonista de la novela de Lowry denuncia en sus di¨¢logos bajo el volc¨¢n una especie de determinismo en el destino de las naciones. ¡°A la larga parece que a todas les toca lo que merecen¡±. La sociedad espa?ola merece hoy algo mejor que lo que la fragmentaci¨®n y el sectarismo dominantes nos ofrecen.
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