El derecho a una especulaci¨®n digna
Es grande la Constituci¨®n, pero m¨¢s grande a¨²n es el abismo entre algunos cap¨ªtulos de la realidad y su declaraci¨®n de intenciones
Mi ejemplar de la Constituci¨®n era uno de esos libros que estudias en la facultad y que sobrevive de mudanza en mudanza hasta que te das cuenta de que ha desaparecido y que, adem¨¢s, ya no importa. Como las escrituras de una vieja casona familiar que nadie sabe d¨®nde est¨¢n porque ni te planteas que las vayas a necesitar. Siempre habr¨¢ abuelos que lo sepan todo y que la defender¨¢n.
Y, sin embargo, en los ¨²ltimos meses cada vez son m¨¢s las ocasiones en que me encuentro buceando en Google y repasando art¨ªculos concretos que daba por incuestionables y de los que de repente dudo ante la verborrea desatada. En esta misma semana, por ejemplo, hay dos o tres razones para desempolvar esas viejas escrituras de la casa, buscar incluso los planos originales y reconfirmar que las vigas y cimientos son los que eran. Todo sigue en pie. Conviene saberlo.
Ha dicho el PP, por ejemplo, que la nueva ley de vivienda ataca el derecho a la propiedad privada, un desbarre demag¨®gico sideral, ya que no est¨¢ en cuesti¨®n. La propiedad privada est¨¢ ciertamente consagrada en la Constituci¨®n (art¨ªculo 33), como tambi¨¦n lo est¨¢ el derecho a una vivienda (47). Lean este p¨¢rrafo n¨ªtido, admirable, al que deber¨ªamos encadenarnos como a esa casona familiar si hiciera falta en caso de amenaza:
¡°Todos los espa?oles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes p¨²blicos promover¨¢n las condiciones necesarias y establecer¨¢n las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilizaci¨®n del suelo de acuerdo con el inter¨¦s general para impedir la especulaci¨®n¡±.
Esa hermosa declaraci¨®n de principios nos gusta y viene a decir as¨ª: existe el derecho a la propiedad y el derecho a la vivienda digna, pero no el derecho a la especulaci¨®n, sino la necesidad de defendernos de ella mientras una buena franja de la poblaci¨®n no logre su espacio de desarrollo vital.
Pero este no es el ¨²nico asunto. Si avanzamos en el texto, encontraremos otra perla: ¡°Todos contribuir¨¢n al sostenimiento de los gastos p¨²blicos de acuerdo con su capacidad econ¨®mica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad¡±. ?A que es precioso? Interesante recordarlo en estos d¨ªas en que vemos que las multinacionales y los poderosos eluden todo lo que pueden mientras los trabajadores pasamos por la taquilla con la cabeza gacha.
Es grande la Constituci¨®n. Pero m¨¢s grande a¨²n es el abismo entre algunos cap¨ªtulos de la realidad y su declaraci¨®n de intenciones. Cuidado.
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