?Son comparables ¡®El manifiesto comunista¡¯ y ¡®Mi lucha¡¯?
Me deja perplejo que se pueda comparar la obra de Marx y la de Hitler: uno denuncia la injusticia a?os antes de los cr¨ªmenes cometidos en su nombre, el otro defiende un supremacismo racial feroz
¡°Ahora a ver si traduces Mi lucha¡±, me espetaban hace poco tras publicar una edici¨®n de El manifiesto comunista, adem¨¢s de echarme en cara que difundiese una obra causante de millones de muertos.
Confieso que me dej¨® perplejo esa equiparaci¨®n entre ambos libros, que tambi¨¦n he encontrado en columnas de opini¨®n. ?Son comparables, aparte de por su enorme influencia hist¨®rica? ?Son igualmente condenables? ?Es inmoral traducir y difundir el Manifiesto?
Por distintos que sean, es innegable que tienen aspectos comunes: son antiburgueses, defienden la revoluci¨®n y el uso de la violencia, desconf¨ªan de la democracia parlamentaria, y expresan el deseo de mejorar la situaci¨®n de la clase obrera. Pero lo que m¨¢s escandaliza a los cr¨ªticos del Manifiesto es que tambi¨¦n esta obra fue utilizada por reg¨ªmenes totalitarios culpables de torturas y millones de muertos.
Una defensa bienintencionada de la obra de Marx consiste en decir que es tan poco responsable de los desmanes de las dictaduras comunistas como Adam Smith de los muertos provocados por los reg¨ªmenes liberales en sus colonias. Hitler no s¨®lo escribi¨® un texto que influy¨® en sistemas pol¨ªticos posteriores; fue sobre todo instigador de una guerra que caus¨® decenas de millones de muertos y del intento de exterminar a los jud¨ªos. Aunque la acusaci¨®n a Hitler es obvia, la defensa de Marx no es del todo suficiente. No estamos hablando de sus trabajos m¨¢s te¨®ricos, como El capital; aunque el Manifiesto incluya un esbozo del materialismo hist¨®rico y un breve an¨¢lisis de la sociedad burguesa y del capitalismo, su objetivo principal es orientar la acci¨®n de los movimientos proletarios, y as¨ª es en parte responsable de los actos que pueda haber inspirado. Pero ?se le puede culpar de lo que hayan hecho d¨¦cadas despu¨¦s los revolucionarios que enarbolan el libro rojo de Marx?
Pongamos las cosas en su contexto: cuando la Liga de los Comunistas encarga a Marx la redacci¨®n de su manifiesto, las asociaciones obreras son ilegales en numerosos pa¨ªses y los trabajadores no pueden votar; es decir, no existe una forma de representaci¨®n pac¨ªfica de sus intereses; dicha representaci¨®n solo se logr¨® mediante enfrentamientos con las fuerzas represivas y con revoluciones como la de 1848. Adem¨¢s, nos encontramos en una ¨¦poca en la que la situaci¨®n de la clase trabajadora es de miseria, malnutrici¨®n, viviendas insalubres... La lucha obrera persigue la supervivencia misma de los obreros y sus familias. Aunque la evoluci¨®n ulterior dejase obsoletas partes del Manifiesto, es innegable su contribuci¨®n a reducir la explotaci¨®n y mejorar la justicia social.
Pero no solo son diferentes las condiciones en las que se escriben ambos libros ¡ªen cuanto a libertad de prensa o de asociaci¨®n y participaci¨®n pol¨ªtica¡ª, tambi¨¦n lo es su contenido. Mi lucha defiende la guerra de la raza aria contra todas las dem¨¢s ¡ªen especial, la jud¨ªa¡ª, la represi¨®n de todo disidente, tambi¨¦n una pol¨ªtica internacional basada en la fuerza. Su nacionalismo feroz s¨®lo conoce un fin: imponer la cultura y la hegemon¨ªa alemanas. Nada bueno ha salido de aquel libro, ninguna conquista social, ninguna forma de convivencia ni de progreso pac¨ªfico. Por el contrario, gracias al movimiento obrero impulsado por el Manifiesto disfrutamos de buena parte de los derechos sociales que hoy nos parecen evidentes.
No se trata de justificar los cr¨ªmenes del estalinismo poni¨¦ndolos en la balanza con avances sociales. Es que resulta absurdo culpar al Manifiesto de dichos cr¨ªmenes. Muchas interpretaciones partidistas e interesadas de los textos marxistas poco tienen que ver con las teor¨ªas de su autor.
Tomemos como ejemplo ¡ªhay muchos m¨¢s¡ª la manoseada dictadura del proletariado. Marx no la menciona en el Manifiesto, pero s¨ª la necesidad de que los obreros se hagan con todo el poder para transformar el Estado. A pesar del uso que han dado a ese concepto quienes recurren a Marx para justificar sus pol¨ªticas revolucionarias y/o dictatoriales, ¨¦l no se refiere a una dictadura tal como la entendemos hoy, que tenemos la experiencia de las terribles dictaduras del siglo XX. ?l est¨¢ pensando en una forma de rep¨²blica democr¨¢tica tal como la describir¨¢ en La guerra civil en Francia. Para Marx, a mediados del siglo XIX se da una dictadura de la burgues¨ªa, pues es la ¨²nica que puede imponer sus intereses en los parlamentos. La clase obrera, m¨¢s numerosa, tras acceder al gobierno mediante elecciones ¡ªque le parec¨ªa preferible¡ª o mediante acciones revolucionarias, impondr¨¢ una democracia obrera, transformar¨¢ las relaciones econ¨®micas hasta eliminar las diferencias de clase y alcanzar la sociedad comunista; entonces el Estado ya no ser¨¢ necesario. La dictadura del proletariado ser¨ªa una fase transitoria en la que nuevos servidores p¨²blicos plenamente responsables, y remunerados como obreros, sustituir¨ªan a los funcionarios impuestos por la burgues¨ªa. Marx nunca dese¨® la dictadura de un partido y menos la de una persona.
Por estas razones, y muchas m¨¢s, equiparar la obra del dictador nazi a El manifiesto comunista requiere muy mala intenci¨®n o no haber le¨ªdo ninguna de las dos, como probablemente es el caso.
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