Datos, citas y trampas

¡°La pol¨ªtica es el arte de buscar problemas, encontrarlos por todas partes, diagnosticarlos incorrectamente y aplicar los remedios inadecuados¡±, dicen que dec¨ªa Groucho Marx. Es falso: seg¨²n Barry Popik la primera atribuci¨®n es al editor y escritor brit¨¢nico Ernest Benn. Por supuesto, algunas de las mejores citas son falsas: el Defensor del Lector mostr¨® que aquello de ¡°Ni canta ni baila, pero no se la pierdan¡± sobre Lola Flores nunca sali¨® en The New York Times. Y Groucho, como Wilde y Churchill, ha dicho todas las frases, menos las que escribi¨® Aaron Sorkin y dice Iv¨¢n Redondo, a la manera de ese personaje de Sam Shepard que imita la sonrisa de Burt Lancaster sin caer en la cuenta de que tiene la dentadura mellada. Pero lo m¨ªnimo que se le puede pedir a un dato es que sea cierto, especialmente cuando esos datos se utilizan en debates importantes. Circulan leyendas posmodernas. A veces son una versi¨®n dopada de la demagogia tradicional: las cuentas de los independentistas que desmontaron Josep Borrell y Joan Llorach, los mil heridos del 1-O, el dinero que se regala a los ni?os inmigrantes seg¨²n la ultraderecha. Cuesta m¨¢s deshacer esas mentiras que producirlas.

Lo peor es cuando los datos falsos o mal comprendidos se aplican a problemas reales y causas razonables. Todav¨ªa o¨ªmos que Espa?a es el segundo pa¨ªs del mundo en n¨²mero de desaparecidos despu¨¦s de Camboya. No hay pruebas de que lo sea. En el debate sobre la prostituci¨®n leemos que Espa?a es el tercer pa¨ªs del mundo en usuarios. Fernando Aranc¨®n, de El Orden Mundial, y Josu Mezo, de Malaprensa, han hecho arqueolog¨ªa. Mezo citaba un informe de la UNODC de 2010 que dec¨ªa: ¡°Encuestas recientes en otros pa¨ªses sugieren una cifra similar en Suecia (13%), los Pa¨ªses Bajos (14%), Australia (15%) y Suiza (19%). Espa?a (39%) es un valor at¨ªpico en Europa, como lo es Puerto Rico (61%) en Am¨¦rica del Norte. La cifra comparable es a¨²n mayor en Tailandia¡±. De ah¨ª se pasaba a terceros del mundo. Los dos se?alaban que algunos de los datos que manejamos fueron recabados hace treinta a?os. Otras veces son cifras sesgadas o exageradas, y las lanzan fuentes oficiales con esp¨ªritu activista. Se adhieren con particular eficacia porque transmiten buenas intenciones y circulan sin que nos demos cuenta. Pero al final distorsionan el debate, entorpecen las soluciones y pueden perjudicar a las personas que pretendemos proteger. @gascondaniel