El d¨ªa de la marmota
La no reforma de la Constituci¨®n profundiza en la brecha de descr¨¦dito y distancia entre la ciudadan¨ªa y la clase pol¨ªtica
Una vez m¨¢s, como cada 6 de diciembre en los ¨²ltimos a?os, este peri¨®dico vuelve a expresar la desaz¨®n que causa en m¨²ltiples estratos de la ciudadan¨ªa el incumplimiento de las obligaciones de los partidos pol¨ªticos. La Alemania de los ¨²ltimos 40 a?os ha hecho 60 reformas en su Constituci¨®n. Espa?a ha hecho dos, una para permitir el sufragio de europeos en las elecciones municipales y la otra, casi a oscuras, para fijar el techo de gasto y garantizar el pago de nuestras deudas. Ni Espa?a es Alemania ni los requisitos para las reformas de sus respectivas constituciones son los mismos, pero el tiempo ha ido pasando sin que los l¨ªderes de los principales partidos hayan asumido el compromiso democr¨¢tico de adecuar la ley de leyes a una sociedad que en amplios sectores carece de v¨ªnculos biogr¨¢ficos o emocionales con la Constituci¨®n de 1978. Sin embargo, m¨¢s del 50% de los nacidos en democracia, seg¨²n una encuesta del CIS de 2018, considera que la Transici¨®n fue un ¨¦xito y que los espa?oles pueden sentirse orgullosos de ella. En la mano de los pol¨ªticos actuales est¨¢ que ese porcentaje no disminuya, pero tambi¨¦n est¨¢ favorecer un aut¨¦ntico vuelco a trav¨¦s de la incorporaci¨®n de demandas y realidades que en 1978 no exist¨ªan o eran simplemente inimaginables.
De hecho, la mayor¨ªa de los partidos pol¨ªticos comparten un paquete m¨ªnimo de cambios que necesita la Constituci¨®n para enraizarse en el presente y en los profundos cambios que ha tra¨ªdo el siglo XXI. La paradoja reside en que comparten buena parte de las modificaciones. La reforma del Estatuto de Baleares ha sido aprobada por el Congreso de los Diputados sin votos en contra y en ella se eliminan los aforamientos de sus parlamentarios para que puedan ser juzgados sin privilegios. La reforma expr¨¦s prometida por los ¨²ltimos gobiernos del PP y del PSOE, sin embargo, sigue en formato de promesa, del mismo modo que la anacr¨®nica prevalencia del hombre sobre la mujer en la sucesi¨®n de la Corona es hoy uno de los art¨ªculos m¨¢s desconectados de la realidad. Tampoco la inviolabilidad del Rey se corresponde hoy con el est¨¢ndar de exigencia democr¨¢tica, y menos todav¨ªa tras los presuntos delitos fiscales cometidos por Juan Carlos I durante los ¨²ltimos a?os de su reinado. Incluso la reforma del art¨ªculo 49 para la eliminaci¨®n del t¨¦rmino ¡°disminuido f¨ªsico, sensorial y ps¨ªquico¡± y cambiarlo por ¡°personas con discapacidad¡± choca con la negativa de PP y Vox.
La Constituci¨®n no menciona tampoco a las 17 autonom¨ªas porque no exist¨ªan todav¨ªa en 1978, pero magistrados y magistradas que han trabajado en los ¨²ltimos 30 a?os en nuestro Tribunal Constitucional reconocen hoy, en las p¨¢ginas de EL PA?S, la necesidad de perfeccionar la organizaci¨®n territorial del Estado a trav¨¦s del t¨ªtulo VIII de la Constituci¨®n, igual que es lesivo para la sociedad en su conjunto seguir aplazando sin m¨¢s las propuestas para clarificar el cap¨ªtulo sobre las competencias de las distintas administraciones, el reconocimiento de las singularidades de determinados territorios o la activaci¨®n del Senado como aut¨¦ntica C¨¢mara de representaci¨®n territorial para evitar que sea el Congreso quien asuma un papel que no le corresponde.
La irresponsabilidad de los dos grandes partidos sume a la sociedad espa?ola en un vicioso d¨ªa de la marmota: erosiona la credibilidad del sistema, aplaza sin fecha reformas urgentes y transmite una notable desconsideraci¨®n a la realidad que hoy vive una mayor¨ªa de la poblaci¨®n adulta que no exist¨ªa en 1978. El valor civil que esa reforma tiene como inversi¨®n de futuro democr¨¢tico sigue sin liderazgo y pone en entredicho las ret¨®ricas protestas de desafecci¨®n ciudadana que enuncian a menudo los propios pol¨ªticos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.