Afganist¨¢n, un pa¨ªs en agon¨ªa
Es dif¨ªcil mandar toda la ayuda humanitaria que necesitan los afganos sin tocar el bloqueo y las sanciones a los talibanes
Afganist¨¢n agoniza. El Estado ha dejado de existir. Vivi¨® mientras se hallaba bajo la perfusi¨®n de los ocupantes, pero en manos de los talibanes nada se sostiene. Los vencedores han cumplido con el doble objetivo que les motivaba: echar a los extranjeros y a sus amigos afganos y regresar al rigorismo del islam y de las costumbres ancestrales.
Hacer funcionar la administraci¨®n, la sanidad o las escuelas no est¨¢ en su programa. Un Estado soberano, incluso con un gobierno desp¨®tico, siente alg¨²n tipo de responsabilidad respecto a sus ciudadanos, aunque les trate como s¨²bditos. No es este el caso. La acci¨®n de gobierno de los talibanes, ya experimentada entre 1996 y 2001, consiste en cortar manos y pies en aplicaci¨®n de la ley isl¨¢mica, ejecutar sumariamente a los sospechosos de colaborar con el enemigo, destruir el patrimonio arqueol¨®gico ajeno al islam, prohibir la m¨²sica y los deportes, segregar y esclavizar a las mujeres, e intimidar a todos, especialmente a quienes imprudentemente conservan aspecto occidentalizado.
La idea de que la patria es el lugar de donde hay que huir se aplica exactamente a Afganist¨¢n. Los propios talibanes hacen colas en las oficinas de expedici¨®n de pasaportes. Solo se quedar¨¢ quien no tenga medios para salir. La pobreza extrema y el hambre amenazan a toda la poblaci¨®n, especialmente a los ni?os. Maestros y funcionarios no cobran. Solo los talibanes cuentan, ellos si merecen sueldos, viviendas y comida. El poder es el bot¨ªn que da acceso a todo lo que le falta al resto de la poblaci¨®n. Para comer, las familias venden sus enseres en las calles, convertidas en mercados de pulgas, incluso a sus ni?as.
Nominalmente, hay un gobierno con el objetivo de convencer a Washington para que levante las sanciones econ¨®micas y desbloquee 9.500 millones de d¨®lares depositados en Estados Unidos. El pa¨ªs vive ahora de las organizaciones gubernamentales y de la ayuda humanitaria, aunque no toda llega, como resultado del embargo. Una resoluci¨®n del Consejo de Seguridad ha levantado las sanciones que afectan a suministro de alimentos y medicinas, siempre que no pase por manos de los talibanes, algo que no se sabe muy bien c¨®mo se puede garantizar.
?ngeles Espinosa, incansable enviada especial al pa¨ªs afgano, ha se?alado el ¡°grave dilema moral¡± que corroe a Estados Unidos y sus aliados, entre ¡°ayudar a los afganos¡± o ¡°respaldar un r¨¦gimen que rechaza los derechos humanos b¨¢sicos como la igualdad de los ciudadanos, la educaci¨®n para todos y la libertad de expresi¨®n¡± (El Pa¨ªs Semanal, 19 de diciembre). Si no se resuelve urgentemente y en favor de la poblaci¨®n, el espanto que nos espera ser¨¢ peor que la cat¨¢strofe de agosto, cuando salieron en estampida las tropas occidentales. Nadie implicado en los 20 a?os de ocupaci¨®n y guerra puede desentenderse tambi¨¦n de la suerte y el sufrimiento de 40 millones de afganos.
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