Una propuesta energ¨¦tica y de transformaci¨®n para el mundo local
Distintas administraciones a¨²nan esfuerzos en un plan en favor del autoconsumo compartido, la generaci¨®n de proximidad y el apoyo a la entrada de nuevos agentes en el sector
El mundo est¨¢ cambiando. Y el cambio se produce (como tantas veces) desde el campo de la energ¨ªa. Pero a diferencia de otras revoluciones industriales, esto no va de minas o pozos de petr¨®leo. El cambio depende de algo tan abundante en Espa?a como el sol, el viento y de su encaje en el territorio.
Hasta ahora el sistema energ¨¦tico era un modelo centralizado en pocas manos y muy concentrado. Si toda la generaci¨®n el¨¦ctrica cab¨ªa en muy poco espacio, ahora es necesario una doble combinaci¨®n: desplegar al m¨¢ximo el autoconsumo y la generaci¨®n el¨¦ctrica cerca de los centros de consumo, y en paralelo desplegar las renovables en el territorio. Todo ello solo ser¨¢ posible con aceptaci¨®n social, y para que sea as¨ª se necesitar¨¢ de un segundo ingrediente para el ¨¦xito: la necesidad de que las urbes, los grandes los centros de consumo, sean un ejemplo. Se trata de implementar una agenda de transici¨®n energ¨¦tica que concrete ambiciosas estrategias de ahorro, eficiencia y autoconsumo. Solo as¨ª, con implicaci¨®n de las zonas urbanas y mediante la compensaci¨®n en el territorio, podremos abrir un di¨¢logo franco entre ciudad y territorio que permita abordar a fondo esta oportunidad que nos ofrece la transici¨®n energ¨¦tica, en el entorno europeo con mayor dependencia energ¨¦tica (74%) y, a la vez, con tanto potencial de generaci¨®n renovable.
Cuando el legislador europeo se puso a redactar el conocido como ¡°paquete de invierno¡±, las directivas energ¨¦ticas que ya deber¨ªamos haber traspuesto, fue consciente de la necesidad de hacer normas desde otro prisma. Una normativa que sit¨²a al consumidor en el centro, y en la que emergen nuevas figuras como las Comunidades Ciudadanas de Energ¨ªa (CCE) y las Comunidades de Energ¨ªas Renovables (CER). Dichas figuras asumen que para materializar la transici¨®n energ¨¦tica se debe dar protagonismo al ciudadano y solventar dos cuestiones: que la energ¨ªa y la confianza vayan de la mano y conseguir que, en un mix el¨¦ctrico con cada vez m¨¢s renovables no gestionables, el consumo se vaya adaptando a la generaci¨®n.
Son las Comunidades Energ¨¦ticas la figura que permite que el territorio participe activamente en la generaci¨®n, o que la ciudad, empezando con el autoconsumo, pueda empezar a definir estrategias de transformaci¨®n en torno a la energ¨ªa. Estas figuras deben estar formadas por personas f¨ªsicas, entes locales, o peque?as y medianas empresas (pymes), y deben primar los beneficios sociales y ambientales a favor de los socios que las componen y de los territorios donde operan. Las directivas dicen que los Estados deben dotar a dichas figuras de prerrogativas y ventajas.
A estos ingredientes se le ha sumado algo inesperado hace unos a?os: muchos de los fondos que vendr¨¢n de la UE se van a destinar a la transici¨®n energ¨¦tica. Y para que esta tenga recorrido har¨¢ falta la implicaci¨®n local y personal de miles de personas y empresas.
Hoy, el Gobierno asume en la hoja de ruta del autoconsumo que este puede dar una extraordinaria ventaja competitiva a las empresas y al conjunto de la econom¨ªa. Y en coherencia debe plantearse un escenario en el que dispongamos del marco normativo m¨¢s avanzado, o como m¨ªnimo equiparable al m¨¢s avanzado de nuestro entorno. Si ello a¨²n no es as¨ª es porque en determinados sectores se entiende que, si el autoconsumo explota, estos consumidores no asumir¨¢n la parte al¨ªcuota de la ¡°sostenibilidad financiera del sistema¡±. Pero en este an¨¢lisis no se tiene presente que m¨¢s autoconsumo significa menos costes para el conjunto del sistema. A su vez, la sostenibilidad financiera del sistema no se puede sostener poniendo puertas al campo del autoconsumo o de las comunidades energ¨¦ticas, o bloqueando artificialmente los nuevos desarrollos tecnol¨®gicos y los derechos de los ciudadanos. La sostenibilidad del sistema debe garantizarse, pero repensando la manera de pagar ?o acaso tiene sentido que paguemos lo mismo por transportar energ¨ªa desde la otra punta del pa¨ªs que por un uso limitado de las redes de apenas unos kil¨®metros?
Tenemos una fant¨¢stica oportunidad con la trasposici¨®n de las directivas que deben crear ese marco favorable para las Comunidades Energ¨¦ticas. Se puede crear no solo un cauce de participaci¨®n ciudadana, local y a favor de las empresas locales, sino tambi¨¦n un instrumento mediante el cual encauzar la desconfianza hacia el sector el¨¦ctrico tradicional a trav¨¦s de proyectos para construir complicidad.
No es una mera an¨¦cdota que el mundo local entre en la agenda y en el campo de transformaci¨®n energ¨¦tica. Es la garant¨ªa de la implicaci¨®n ciudadana y una clara garant¨ªa que el retorno que va a producir la transici¨®n energ¨¦tica se d¨¦ a nivel local. Es importante para las ciudades, pero tambi¨¦n para la Espa?a despoblada donde las Comunidades Energ¨¦ticas pueden suponer unos beneficios sociales que fijen a la poblaci¨®n y reduzca su desconfianza frente al nuevo modelo renovable. El debate, por tanto, no es t¨¦cnico, es eminentemente pol¨ªtico y de modelo.
Para que todo sea posible y lo sea en un tiempo corto, aun habiendo superado los l¨ªmites de trasposici¨®n de la directiva, diferentes administraciones hemos hecho una propuesta de trasposici¨®n, ambiciosa y rigurosa, a sabiendas de que el diablo, y tambi¨¦n el ¨¢ngel, est¨¢ en los detalles. Una propuesta que se crea desde abajo hacia arriba, donde administraciones locales y auton¨®micas, que tenemos experiencia en la promoci¨®n y apoyo de experiencias nacientes de Comunidades Energ¨¦ticas, nos unimos para ayudar a definir estas figuras que despu¨¦s seremos responsables de impulsar. Una propuesta para discutir y mejorar, y que ofrecemos al Gobierno porque entendemos que la oportunidad es ¨²nica y la debemos que aprovechar. Queremos lo que ya existe en Francia o en Austria. Nuestra propuesta es que el autoconsumo compartido sea posible entre aquellos que comparten red de baja y de media tensi¨®n en un radio de cinco kil¨®metros, con potencias instaladas de hasta cinco megavatios pico (MWp). Si se quiere, se podr¨ªa optar por el modelo austriaco en el que se paga por la red utilizada, pero no al mismo precio que transportar energ¨ªa desde la otra punta del pa¨ªs. En definitiva, maximizar la energ¨ªa autoconsumida. Para ello planteamos cargos y peajes reducidos, en funci¨®n del compromiso en generaci¨®n de proximidad que demuestre la comunidad. Proponemos reservas en las subastas y en los puntos de conexi¨®n para aquellos proyectos de generaci¨®n vinculados a las Comunidades de Energ¨ªas Renovables. Se trata de asegurar que cuando un proyecto sea participado tenga ventajas y pueda competir en igualdad de condiciones con actores con mucha m¨¢s musculatura y que gozan de inherentes ventajas competitivas por su tama?o y posici¨®n dominante.
La Comisi¨®n y el Gobierno comparten la necesidad de que emerjan nuevos actores en el sector energ¨¦tico. Todos los actores, los preexistentes y esperemos que los nuevos, van a recibir las ¡°vitaminas¡± de los fondos europeos. Pero si queremos que nuevos actores puedan aparecer en el sector energ¨¦tico se les tendr¨¢n que dar las prerrogativas que las directivas contemplan. No se trata de discriminar sino todo lo contrario. Por mucho entusiasmo que exista en el mundo local, en las pymes y las personas f¨ªsicas por promover la transici¨®n energ¨¦tica, no se puede competir en igualdad de condiciones con grandes el¨¦ctricas con m¨²sculo financiero, econ¨®mico y que disponen de ventajas competitivas.
La propuesta es una propuesta en positivo, para avanzar, y una fant¨¢stica oportunidad para que el Gobierno salga a la ofensiva y consiga materializar, de forma participada y democr¨¢tica, el escenario de transici¨®n energ¨¦tica.
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