Composici¨®n de lugar
El exceso de informaci¨®n sobre la guerra de Ucrania oculta lo poco que se puede contar sobre las operaciones militares en curso
Hace ya m¨¢s de 20 d¨ªas que las tropas de Vlad¨ªmir Putin invadieron Ucrania, y todav¨ªa resulta dif¨ªcil hacerse una idea de por d¨®nde van a ir (literalmente) los tiros. Una guerra siempre es imprevisible, y en el pasado hay historias para todos los gustos. Lo mismo termina imponi¨¦ndose el que parec¨ªa m¨¢s d¨¦bil, pero lo habitual suele ser que el m¨¢s poderoso marque las pautas y acabe por masacrar a su enemigo. Cuando se atiende a lo que est¨¢ ocurriendo ahora en Kiev, J¨¢rkov, Mariupol, Chern¨ªgov, Mikolaiv y en ese reguero de ciudades a las que golpean las bombas de los rusos es inevitable volver sobre episodios de guerras anteriores para procurar entender lo que est¨¢ pasando y lo que puede pasar. Sirve de poco. Las circunstancias son distintas, ha cambiado el peso de las potencias en la escena internacional, los lazos entre los Estados son hoy mucho m¨¢s estrechos y mayor su interdependencia comercial, la manera de contar las cosas es diferente, se prueban otras armas, las sanciones financieras tienen un protagonismo que no hab¨ªan tenido hasta ahora, la propaganda se orquesta con instrumentos menos convencionales. As¨ª que, como ocurri¨® hace no mucho con la pandemia, el mundo se ha vuelto un texto ilegible, lleno de tachaduras, borrones, correcciones.
Resulta imponente la sofisticada y precisa informaci¨®n que est¨¢ llegando estos d¨ªas sobre lo que sucede en Ucrania. En tiempo real se puede escuchar a personas que, de un momento a otro, han visto sus casas destruidas y que explican ante las c¨¢maras, sentados sobre las ruinas de lo que fue su hogar, c¨®mo se sienten tras semejante cat¨¢strofe. Es posible recomponer el viaje que han hecho muchos de los refugiados, y enterarse de primera mano que tuvieron que coger caminos secundarios o que pasaron hambre o que descansaron por la noche en un hangar improvisado o que vieron los cad¨¢veres de algunos soldados enemigos y tanques destruidos. Tanto detalle casa mal, sin embargo, con la falta de informaci¨®n que llega sobre lo que ocurre cuando se habla, por ejemplo, de ¡°combates¡±. Habr¨¢ quienes sepan descifrar lo que en este momento significa esta palabra en cada uno de los distintos escenarios de la guerra en Ucrania. ?Son combates entre formaciones que se enfrentan en campo abierto, los desatan tropas de vanguardia cuando asaltan posiciones enemigas, los libran soldados que avanzan por las calles de ciudades previamente destruidas? ?Se matan a tiros o a navajazos, o m¨¢s bien a distancia con la ayuda de unos drones?
Tachaduras, borrones, correcciones. Se apunta guerra rel¨¢mpago, y a los tres d¨ªas se pone ya alg¨²n interrogante a la expresi¨®n; un poco despu¨¦s, casi mejor quitarla. Se escucha que las negociaciones avanzan. Menos mal, aunque es posible que dentro de unas cuantas horas haya que matizar. Las expectativas y los deseos parecen imponerse a veces a lo que de verdad est¨¢ sucediendo en alguna parte (si es que sucede algo de verdad, adem¨¢s de los muertos y heridos y la destrucci¨®n masiva). El impacto de la informaci¨®n (y la propaganda) en las audiencias igual contribuye a modificar el peso de los argumentos, si es que todav¨ªa sirve la diplomacia en estas circunstancias. Se escudri?a cada gesto de Putin, se procura valorar la eficacia de las sanciones, se analizan los movimientos de China. Y sigue resultando complicado hacerse una composici¨®n de lugar que sea cre¨ªble.
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