S¨¢hara, ?acierto o chapuza?
Se dice que los pa¨ªses no tienen amigos sino intereses y vaya por delante que a Espa?a le interesa llevarse bien con Marruecos. La pregunta es si a cualquier precio
El viernes 18 de marzo, sin preaviso y sin anestesia, los espa?oles nos hemos enterado por un comunicado del Palacio Real de Marruecos de que Espa?a ha cambiado de la noche a la ma?ana la posici¨®n que ha mantenido sobre el S¨¢hara durante los ¨²ltimos 47 a?os, que se dice pronto. Lo ha hecho para apoyar el plan marroqu¨ª de autonom¨ªa que, seg¨²n el ministro Albares, es ¡°serio, realista y cre¨ªble¡±. Ignoro la raz¨®n de estos adjetivos, porque ¡°serio¡± es tambi¨¦n el refer¨¦ndum o el acuerdo entre las partes que pide la ONU, y la autonom¨ªa, para ser ¡°cre¨ªble¡±, deber¨ªa ser aceptada por el Frente Polisario, cosa que no ocurre. Le doy, sin embargo, la raz¨®n en lo de ¡°realista¡±, porque un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n implica dificultades t¨¦cnicas dif¨ªcilmente superables y adem¨¢s Marruecos nunca lo permitir¨¢ y, por otro lado, las partes llevan 47 a?os tir¨¢ndose los trastos a la cabeza sin que se vislumbre un atisbo de acuerdo. La otra alternativa es la anexi¨®n pura y dura como ha hecho Israel en Jerusal¨¦n-Este o Rusia en Crimea. La marroquinidad del S¨¢hara es algo que nadie discute en Marruecos; es una causa nacional, y all¨ª piensan que ofrecer un refer¨¦ndum ya es mucho.
Vaya por delante que apoyar la autonom¨ªa que el rey Mohamed VI ofreci¨® en 2007 me parece una opci¨®n pol¨ªtica leg¨ªtima y tambi¨¦n realista si nuestros intereses as¨ª lo aconsejan, pero siendo conscientes de que nos apartamos de la legalidad internacional y de la propia postura sobre el S¨¢hara que hemos mantenido desde su abandono en 1975. Y eso hay que explicarlo muy bien, porque Espa?a tiene en el S¨¢hara responsabilidades que no tienen Francia o Estados Unidos.
El Gobierno debe tener buenas razones para obrar como lo ha hecho y ah¨ª est¨¢n los ¨²ltimos quince meses de tensi¨®n con Marruecos, con episodios tan graves como el asalto a Ceuta en mayo pasado. No lo discuto. Pero ahora Espa?a se alinea de hecho con la postura de Donald Trump sin considerar que a Trump el Sahara y la legalidad internacional no le importaban porque lo que quer¨ªa es que Marruecos reconociera diplom¨¢ticamente al Estado de Israel. Se dir¨¢ que ahora normalizaremos la relaci¨®n con Marruecos y es cierto, pero tambi¨¦n se complicar¨¢ mucho la que tenemos con Argelia. Ser¨¢ dif¨ªcil no salir malparados.
El Gobierno ha publicado un comunicado pudibundo que no menciona el S¨¢hara y en el que dice que la normalizaci¨®n de relaciones con Marruecos, algo siempre deseable, garantizar¨¢ la ¡°estabilidad, la soberan¨ªa y la integridad territorial de nuestros dos pa¨ªses¡±. Parece algo ingenuo, como ingenuo fue en su d¨ªa creer que los marroqu¨ªes no se iban a enterar de la venida a Espa?a de Brahim Gali, e ingenuo tambi¨¦n es pensar hoy que no habr¨¢ reacci¨®n de Argelia. Marruecos y Argelia est¨¢n empe?ados en una lucha por la supremac¨ªa en el Magreb de la que el S¨¢hara es consecuencia y no causa. Y meterse ah¨ª en medio es peliagudo, porque nadie puede pensar que Argelia va a dejar pasar sin consecuencias un cambio que rompe nuestra neutralidad y nos coloca del lado de Marruecos. No hay que olvidar que Argelia es un importante suministrador de gas en un contexto muy complicado de guerra en Europa. Aqu¨ª tenemos dos versiones: la espa?ola, que dice sin mayores precisiones que Argel fue advertido, y la argelina, que lo niega. Toda la prensa argelina ha recogido un dur¨ªsimo comentario atribuido a ¡°una fuente diplom¨¢tica¡± donde se dice que ¡°en ning¨²n momento y a ning¨²n nivel, las autoridades argelinas fueron informadas de este vil acuerdo concluido con la potencia ocupante marroqu¨ª a costa del pueblo saharaui. Esta segunda traici¨®n hist¨®rica a la causa saharaui socava gravemente la reputaci¨®n y la credibilidad de Espa?a como miembro de la comunidad internacional¡± y pone de relieve su ¡°rotunda sumisi¨®n a Marruecos¡± al abandonar sus obligaciones como ¡°potencia administradora¡± y como ¡°miembro del grupo de amigos del S¨¢hara Occidental en las Naciones Unidas¡±. Es muy fuerte, pero deja claras dos cosas: si Argelia fue advertida, como dice Madrid, hay que concluir que la decisi¨®n espa?ola no le ha gustado nada; y, si no fue advertida, nos hallamos ante un grave error diplom¨¢tico. El desagrado argelino ha quedado patente al llamar a consultas a su embajador en Madrid. Tambi¨¦n el Frente Polisario ha expresado su enfado afirmando que Espa?a ¡°defiende el derecho internacional en Europa y lo niega en el S¨¢hara¡±. Al mismo tiempo, Rabat aplaude y anuncia el regreso a Madrid de su embajadora, y tambi¨¦n lo hace el Movimiento Saharauis por la Paz, que busca v¨ªas alternativas para desatascar el conflicto.
La pol¨ªtica exterior no debe ser asunto de partido, sino de Estado, y un cambio pol¨ªtico de esta envergadura en un asunto particularmente delicado, porque es a la vez de pol¨ªtica interna e internacional, exige el apoyo de todo el Gobierno y no solo de una parte, y a ser posible tambi¨¦n de la oposici¨®n con objeto de evitar bandazos futuros. Tambi¨¦n exige explicar a la opini¨®n p¨²blica las razones por las que se decide abandonar la legalidad internacional, que sigue manteniendo que el S¨¢hara es un territorio no aut¨®nomo sometido a un proceso de descolonizaci¨®n mediante un refer¨¦ndum bajo control internacional o, al menos, un acuerdo entre las partes. Y del que Espa?a es formalmente a¨²n potencia administradora. Aqu¨ª no ha habido nada de todo eso: ni respeto a la legalidad internacional ni consenso dom¨¦stico (tampoco ha gustado a los partidos que apoyaron la investidura de Pedro S¨¢nchez) ni explicaci¨®n a la ciudadan¨ªa.
Ustedes perdonen, pero si comparo lo ocurrido con el programa electoral del PSOE me viene a la cabeza la frase de Groucho Marx: ¡°Estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros¡±. Insisto; estoy convencido de que el Gobierno debe tener razones para hacer lo que ha hecho, pero lo ocurrido es grave y nos las tiene que explicar muy bien.
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