La violencia del siglo XXI es digital
El maltrato a las mujeres ha llegado a la Red y nadie lo detiene. Poder desenvolvernos en internet es cada vez m¨¢s un derecho fundamental. Hay que garantizar que este espacio p¨²blico sea un lugar seguro para todas las personas
D¨¦cadas de lucha incansable, la fuerza del movimiento feminista y la acci¨®n de los gobiernos apoyando la igualdad han servido para dar alas a muchas mujeres. Sus voces llenan un espacio en la esfera p¨²blica que, al fin, reconocen como suyo. Pero la esfera p¨²blica, en estos d¨ªas, en estos tiempos, son las redes sociales, y es precisamente ah¨ª donde vuelven a encontrar la mordaza. Las palabras, visiones, opiniones e historias de las mujeres representan un tercio de las cuentas de Twitter y casi la mitad de los perfiles de Facebook e Instagram. A pesar de ser la segunda red social por n¨²mero de espectadores, me ha resultado imposible encontrar el dato de youtubers. Pero una cosa es hablar y otra muy distinta ser respetada. Tanto es as¨ª, cuesta tan caro ese respeto, que te lo tienes que pensar, no dos, sino muchas veces antes de expresarte. Porque antes de que llegaran ellas, estaban otros. Los que siempre han controlado el poder, el espacio y la esfera p¨²blica no est¨¢n dispuestos a compartirlo. Supone una p¨¦rdida, la del dominio del territorio, virtual en este caso, y esto ha generado una nueva oleada de agresiones. Es eso lo que conocemos como violencia digital.
La ciberviolencia contra las mujeres, por desgracia, no es un fen¨®meno nuevo, pero la combinaci¨®n de aceleraci¨®n tecnol¨®gica con el aumento del tiempo en l¨ªnea durante la pandemia ha hecho saltar todas las alarmas: la violencia digital de g¨¦nero no deja de crecer. ?Qu¨¦ buscan los que la ejercen? En la mayor¨ªa de las veces amedrentar y silenciar, y que, en ¨²ltima instancia, las mujeres se retiren de la nueva plaza p¨²blica. A pesar de no haber estad¨ªsticas oficiales ni canales de denuncia claros, como s¨ª ocurre en la violencia en el plano f¨ªsico, estamos obligados a atajar este nuevo espacio de violencia que cada vez es m¨¢s grande y peligroso.
La Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) estima que a partir de los 15 a?os una de cada 10 mujeres ya ha sufrido alguna forma de ciberviolencia. Y si ya es complicado actuar ante ella cuando se da en el plano f¨ªsico, en el ¨¢mbito online el reto es a¨²n mayor. Una gran parte de las mujeres opta por replegarse evitando su exposici¨®n y autolimitando sus libertades y derechos fundamentales. Tenemos ejemplos de actrices, pol¨ªticas, periodistas y figuras p¨²blicas que han tenido que cerrar sus cuentas o candarlas por amenazas y ataques violentos. Esto ha tenido un impacto negativo en sus carreras, coartando, en grand¨ªsima medida, su libertad de expresi¨®n: prefieren ahorrarse ese sufrimiento que impunemente se les inflige.
La amplificaci¨®n de la violencia con medios tecnol¨®gicos es tal que, si la padeces, es verdaderamente insoportable. El insulto constante; la amenaza permanente de que puedes llegar a ser violada o que te maten; la burla sobre tu aspecto; el env¨ªo de fotos pornogr¨¢ficas¡ Todo esto es algo que ocurre a diario en las redes sociales y que empuja a las mujeres a elegir entre ponerse una capa de hierro y asumir como normal algo que, en cualquier otro contexto, ser¨ªa impensable o marcharse. Y aunque, s¨ª, es cierto, esta violencia puede afectar tanto a mujeres como a hombres, las mujeres y las ni?as la experimentan m¨¢s y de forma m¨¢s traum¨¢tica.
Hay muchas formas de agresi¨®n contra las mujeres perpetradas a trav¨¦s de la tecnolog¨ªa y, por desgracia, ya conocemos algunas: el ciberacoso, el ciberhostigamiento, el slut-shaming (literalmente, que te insulten llam¨¢ndote prostituta), la pornograf¨ªa no solicitada, la sextorsi¨®n, las amenazas de violaci¨®n y de muerte o la trata de personas facilitada a trav¨¦s de la Red. Pero la lista no acaba ah¨ª. Hay que a?adir el body shaming (burlarse de la forma, el tama?o o la apariencia del cuerpo de alguien) y el cyberflashing (enviar im¨¢genes sexuales no solicitadas) o el doxing (compartir en l¨ªnea la informaci¨®n personal de alguien sin consentimiento).
El efecto de todo esto sobre las mujeres y las ni?as es devastador. No solo porque no les permite ser ellas mismas y les arrebata lo m¨¢s importante que tienen como ciudadanas en un espacio p¨²blico, su voz y su libertad. Es que les afecta a su estado emocional, a su salud mental y a su autoestima. Y, peor, llegados al extremo, les provoca depresi¨®n y les puede arrastrar al suicidio. Es habitual que, en este contexto, muchas se retraigan de las redes, que sientan ansiedad, e incluso que comiencen a desarrollar fobias sociales.
Y no se queda en el plano f¨ªsico o mental; la violencia de g¨¦nero digital tiene efectos econ¨®micos; tienen que buscar ayuda, les afecta a su productividad e impacta negativamente en su reputaci¨®n y en su carrera laboral. Los costes globales pueden alcanzar los 90.000 millones de euros.
Se sabe muy poco acerca del porcentaje real de v¨ªctimas y de los efectos de los da?os causados por la violencia de g¨¦nero digital. Como sobre casi todo lo que ata?e a las mujeres, hay pocos datos, pero eso no puede detener la acci¨®n pol¨ªtica. El Grupo de Expertos del Consejo de Europa para la Acci¨®n contra la Violencia hacia las Mujeres y la Violencia Dom¨¦stica (Grevio) ha emitido su primera recomendaci¨®n sobre la dimensi¨®n digital de la violencia contra las mujeres, que incluye tanto las agresiones en l¨ªnea como aquellas que facilita la tecnolog¨ªa ¡ªdispositivos de rastreo que se pueden obtener legalmente y que permiten a los agresores acechar a sus v¨ªctimas¡ª. El propio Parlamento Europeo ha pedido que se tipifique como delito
El maltrato ha llegado a internet y a las redes sociales y nadie lo est¨¢ parando. Urge actuar y regular a nivel europeo. Es prioritario mejorar los datos para que se puedan elaborar indicadores que midan la efectividad de las intervenciones. En la sociedad digital, acceder y ser capaces de desenvolvernos en internet es cada vez m¨¢s un derecho humano fundamental; por tanto, es necesario garantizar que este espacio p¨²blico digital sea un lugar seguro y libre para todas las personas. La ciberviolencia no es un fen¨®meno independiente de la violencia contra las mujeres y por eso es urgente combatirlo ahora que, por el momento, puede considerarse incipiente.
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