Un tranv¨ªa llamado Elon Musk
Twitter se blinda como si fuese Ucrania y el hombre m¨¢s rico del mundo fuera Putin quien dice que viene a salvarla. Mientras tanto, nadie sabe si el magnate trata de tapar las dificultades de sus f¨¢bricas
Cosas de las que depende el futuro de la civilizaci¨®n seg¨²n Elon Musk: energ¨ªas renovables (antes o despu¨¦s nos quedaremos sin energ¨ªa y moriremos o colapsar¨¢ la civilizaci¨®n); una flota de veh¨ªculos completamente el¨¦ctricos y aut¨®nomos (su valor es disparatadamente gigante y supera la comprensi¨®n humana), convertirnos en una especie multiplanetaria (estableciendo una base permanente en Marte); la simbiosis entre inteligencia humana y m¨¢quina (nos permitir¨ªa seguir siendo relevantes en la era de las tecnolog¨ªas autom¨¢ticas) y una plataforma p¨²blica que sea m¨¢ximamente confiable y ampliamente inclusiva. Todas son soluciones que desarrolla en sus propias empresas: SolarCity, Tesla, The Boring Company, SpaceX y Neuralink. Todas menos una, al menos de momento. La semana pasada, se ofreci¨® a comprar Twitter a 54.20 d¨®lares por acci¨®n. Si eres periodista de tecnolog¨ªa y crees que la oferta de Musk te ha estropeado la Semana Santa, piensa en Parag Agrawal.
El discreto ingeniero que sustituy¨® a Jack Dorsey al frente de Twitter el pasado noviembre estaba de baja paternal cuando le pas¨® por encima un tranv¨ªa llamado Elon Musk. Tras comunicar que ¡°revisar¨ªan cuidadosamente la propuesta¡±, Agrawal convoc¨® una reuni¨®n de crisis para tranquilizar al equipo que no cumpli¨® el objetivo propuesto. Cuando un empleado pregunt¨® sobre la intenci¨®n real de la oferta, Agrawal respondi¨® ¡°por qu¨¦ no vas y se lo preguntas a ¨¦l¡±. 48 horas m¨¢s tarde se blindaron contra la OPA con una p¨ªldora envenenada, una estrategia dise?ada para encarecer su precio para el hombre m¨¢s rico del mundo pero a costa de diluir su valor real.
Se blindan como si Twitter fuese Ucrania y Elon Musk fuese Putin que viene a salvarla. Mientras tanto, nadie sabe si Musk quiere comprar realmente Twitter, si est¨¢ buscando LOL porque est¨¢ aburrido o si se trata de una bomba de humo para tapar las dificultades de sus f¨¢bricas, incluyendo una importante demanda del organismo de derechos civiles de California contra su empresa de Fremont por discriminaci¨®n racial. Sus exhuberantes promesas sobre la automatizaci¨®n total de sus veh¨ªculos y la reinvenci¨®n de la bater¨ªa de litio se amontonan incumplidas.
Ni siquiera est¨¢ claro que pueda comprar. En el curso de una sola entrevista, en el TED de Vancouver, dice que tiene fondos para comprar la empresa y, al mismo tiempo, que no sabe si conseguir¨¢ reunir los 43.000 millones de d¨®lares. Dice que lo hace para garantizar la libertad de expresi¨®n y, al mismo tiempo, que Twitter debe estar sujeto a las leyes de cada pa¨ªs. Un hombre que ha crecido en Sud¨¢frica y tiene f¨¢bricas en China y Alemania sabe que la ley establece pautas muy diferentes sobre lo que es l¨ªcito y no es l¨ªcito decir en los diferentes pa¨ªses del mundo. Ir¨®nicamente, es el monstruo que ha creado la propia Twitter, el ¨²nico escaparate donde un nerd inseguro como Elon Musk puede compartir mesa con Barack Obama y Cristiano Ronaldo y Taylor Swift. S¨®lo all¨ª puede tener veinte veces m¨¢s followers que su archin¨¦mesis, Jeff Bezos, y cinco veces m¨¢s que Beyonc¨¦. Es lugar donde un comentario suyo puede disparar o desplomar un valor en bolsa, donde puede trolear a la congresista Elizabeth Warren para hacer re¨ªr a Joe Rogan y ba?arse en la adoraci¨®n aspiracional de los criptonotas. Twitter es su lugar feliz y no quiere que cambie. En ese sentido, es indistinguible de Donald Trump.
Por otra parte, Twitter tiene ¡°solo¡± 211 millones de usuarios. Es una cantidad rid¨ªcula frente a los 3.000 millones de Facebook o los 2.000 millones y medio de YouTube. Es m¨¢s peque?a que Reddit, Pinterest o Snapchat, pero es el espejo donde se miran pol¨ªticos, instituciones, inversores y periodistas. En Twitter se decide lo que importa, lo que es noticia, lo que funciona en campa?a y lo que no. Pero tiene un problema que nadie ha sabido resolver hasta ahora: su poder est¨¢ ligado a su incapacidad para generar dinero. C¨®mo conquistar un castillo tan fr¨¢gil sin que se rompa como una pompa de jab¨®n.
¡°Cuando tienes una externalidad que no tiene precio no puedes confiar en que el mercado har¨¢ lo correcto¡±, dijo Musk en una entrevista para Big Think en septiembre de 2013. En ese momento se refer¨ªa a la industria del autom¨®vil, argumentando que no dejar¨¢ la gasolina hasta que no tenga que pagar sus efectos sobre el planeta, las guerras que provoca y la amenaza que supone para la seguridad nacional. Para muchos de sus adeptos, las externalidades de Twitter incluyen la democracia, la libertad de expresi¨®n y el futuro de la prensa, pero nadie sabe exactamente c¨®mo proteger la plataforma de los peligros que la amenazan, o si es imperativo mejorarla o dejarla como est¨¢. De momento, lo ¨²nico que sabemos es que el hombre m¨¢s rico del mundo dice que puede costarnos el futuro de la civilizaci¨®n, pero ofrece solo 43.000 millones de d¨®lares por ella.
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