Otra vez por la m¨ªnima
La volatilidad de los apoyos del Gobierno pone en riesgo medidas que la sociedad necesita, sea cual sea su ideolog¨ªa
Es natural que el presidente Pedro S¨¢nchez expresase el jueves, tras la convalidaci¨®n del plan contra la crisis por 176 votos a 172, ¡°una satisfacci¨®n¡± que pod¨ªa haberse quedado en una frustrante suspensi¨®n de las medidas adoptadas desde el 1 de abril contra los efectos de la crisis causada por la guerra en Ucrania. Ha de ser necesariamente agridulce esa satisfacci¨®n porque volvi¨® a ponerse de manifiesto la extrema volatilidad de sus apoyos en el Congreso, a menudo poniendo en riesgo medidas que van m¨¢s all¨¢ de su sesgo ideol¨®gico y benefician a toda la poblaci¨®n. Cualquier Gobierno, de cualquier color, tiene como primera obligaci¨®n proteger a la poblaci¨®n contra los efectos profundos en t¨¦rminos de poder adquisitivo y empobrecimiento que tanto la inflaci¨®n como la invasi¨®n rusa de Ucrania est¨¢n generando a escala global. M¨¢s all¨¢ de la discusi¨®n sobre las posibilidades de mejora del plan, la situaci¨®n de emergencia es social e indiscriminada: la inmensa mayor¨ªa de los ciudadanos sufre las consecuencias de la crisis y los m¨¢s vulnerables, de manera vital. Y a todos benefician las medidas aprobadas el jueves. Los continuos lamentos por la desafecci¨®n de la pol¨ªtica por parte de los ciudadanos se compadecen mal con la impresi¨®n de que algunos portavoces en el Congreso est¨¢n desconectados de la vida cotidiana de sus votantes o han dejado de percibir lo que todos ellos s¨ª saben: Europa vive una guerra en su interior cuya duraci¨®n nadie puede prever, pero cuyas consecuencias en la econom¨ªa diaria, a corto y medio plazo, maltrata sobre todo a quienes tienen un colch¨®n de protecci¨®n m¨¢s fr¨¢gil o directamente inexistente.
Ninguna de esas consideraciones impidi¨® coincidir en el no a partidos tan enconadamente enemistados como el PP, Vox y ERC. Sus razones para el rechazo son distintas pero tambi¨¦n manifiestamente fr¨¢giles. En el caso de ERC, puede que sea el anuncio de un cambio de ciclo o la ratificaci¨®n de la imprevisibilidad de su voto, altamente peligrosa para la estabilidad de un Ejecutivo en este Congreso fragmentado. ERC ha cedido a la presi¨®n pol¨ªtica de su socio de gobierno en la Generalitat de Catalu?a y a la de su mismo entorno medi¨¢tico, a cuenta del caso Pegasus, y ha acabado votando contra un plan econ¨®mico por razones completamente ajenas a su contenido. Quiz¨¢ su votante est¨¢ a salvo de los efectos de la crisis econ¨®mica, pero desde luego los derechos fundamentales presuntamente vulnerados por el espionaje ¡ªque hay que investigar a fondo y sin reservas¡ª al que fueron sometidos sus l¨ªderes no se iba a reparar con la suspensi¨®n de las bonificaciones al precio de los carburantes o el incremento del Ingreso M¨ªnimo Vital. El voto de castigo contra el Gobierno del PSOE y Unidas Podemos debe alertar a un Ejecutivo ensimismado sobre la necesidad de trabajar las relaciones con las minor¨ªas que le dan apoyo y no solo cuando hacen falta sus votos: su aislamiento o desconexi¨®n de los otros grupos puede acabar en una factura car¨ªsima si no busca en serio una alternativa. ERC volvi¨® a demostrar el jueves que su voto es prescindible, pero muchos otros partidos ¡ªPNV, EH Bildu, PDeCat, M¨¢s Pa¨ªs, BNG, Teruel Existe¡ª hicieron un ejercicio de responsabilidad.
En cuanto al nuevo PP, volvi¨® a ser el viejo PP con otro tono. La posibilidad de tramitar el decreto como proyecto de ley y negociar las medidas sin desvirtuar el sentido pol¨ªtico que les imprime quien tiene la responsabilidad del gobierno ¡ªa lo que puede aspirar un partido en la oposici¨®n¡ª no fue suficiente para Alberto N¨²?ez Feij¨®o o no se aviene con la estrategia de desgastar a cualquier precio al Gobierno para volver a La Moncloa. Con pandemia y sin pandemia, con guerra y sin ella. Hoy como ayer.
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