Cada uno esp¨ªa en su casa e Israel en la de todos
Todas las tecnolog¨ªas secretas que use un Gobierno contra otro pa¨ªs se vuelven siempre contra sus propios ciudadanos. Pegasus ha demostrado que este concepto se cumple sin excepciones
Dice el refranero que, si no lo pagas, el producto eres t¨². Es una moraleja sencilla para explicar que alguien tiene que pagar las instalaciones donde guardas tus fotos, v¨ªdeos, correos y mensajes y que conviene saber qui¨¦n es ese alguien y qu¨¦ es lo que consigue a cambio de pagarte el servidor. Pero no es la f¨®rmula definitiva para identificar los abusos de privacidad en el mundo conectado porque, cuando lo pagas, el producto puedes seguir siendo t¨². Incluso cuando pagas seis millones de euros por acceder al tel¨¦fono de un primer ministro extranjero o de un presidente regional.
La caracter¨ªstica fundamental del capitalismo de plataformas no es el precio. Las plataformas digitales como Google o Facebook no necesitaban regalar el producto para implementar su estrategia, aunque les ha sido extremadamente ¨²til para destruir a la competencia y acelerar su implantaci¨®n. Lo que necesitaban era un control opaco y absoluto de las infraestructuras que hacen posible el servicio. El modelo se caracteriza por su dependencia, no por su precio. Por ofrecer servicios que dependen de sus infraestructuras para registrar lo que hacen los usuarios en ellas, cu¨¢ndo lo hacen, desde d¨®nde, cu¨¢ntas veces, con qui¨¦n y a qui¨¦n. Esa clase de informaci¨®n se llama metadato y es la informaci¨®n que mueve las ruedas del siglo XXI.
No importa que las comunicaciones est¨¦n cifradas de extremo a extremo. No es su contenido lo que tiene valor. No hace falta descifrar los mensajes que manda un usuario a las dos de la ma?ana cuando sabes qui¨¦n los recibe y en qu¨¦ direcci¨®n se encuentran despu¨¦s. Tampoco hace falta acceder a la informaci¨®n que extrae una agencia estatal de un tel¨¦fono en secreto cuando sabes qui¨¦n esp¨ªa a qui¨¦n, cu¨¢ntas veces, desde d¨®nde, durante cu¨¢nto tiempo y cu¨¢nto est¨¢ dispuesto a pagar por hacerlo. Esos metadatos son el tesoro de la empresa que controla las antenas, los servidores y el resto de infraestructuras que permiten tus operaciones, tanto si te los cobra como si no. La opacidad no es t¨¦cnicamente necesaria, pero s¨ª extremadamente ¨²til para ofuscar el verdadero objetivo de la empresa y proyectar una ilusi¨®n de que se respeta la privacidad del usuario y se cumple la legislaci¨®n.
Pegasus es el Cambridge Analytica de los programas esp¨ªa, la estrella m¨¢s medi¨¢tica de un mercado en plena burbuja, tras una d¨¦cada de expansi¨®n efervescente en un mundo vulnerable, atravesado por la dependencia tecnol¨®gica y la incapacidad pol¨ªtica para entender la gravedad de su condici¨®n. Naturalmente que se puede saber con precisi¨®n absoluta qui¨¦n ha pagado por utilizar Pegasus, qui¨¦n lo ha utilizado para infectar qu¨¦ tel¨¦fonos, cu¨¢ntas veces, a qu¨¦ hora y desde qu¨¦ sal¨®n. Son los metadatos que se registran cuando usas la infraestructura de una empresa llamada NSO Group, que guarda esa informaci¨®n de todos sus clientes en todo el mundo en tiempo real. Esa informaci¨®n vale mucho m¨¢s que seis millones de d¨®lares. Y sabemos que tiene al menos un padrino y beneficiario: el Gobierno de Israel.
En una reciente investigaci¨®n, The New York Times argumentaba que Benjamin Netanyahu utiliz¨® Pegasus como herramienta diplom¨¢tica para acercarse a gobiernos de todo el mundo, de M¨¦xico a la India pasando por Hungr¨ªa, Polonia, Panam¨¢ o Arabia Saud¨ª. La prueba que aportaba es una correlaci¨®n entre las visitas diplom¨¢ticas del entonces primer ministro y cambios de voto favorables a Israel en la Asamblea General de Naciones Unidas. Pero consigui¨® algo mucho m¨¢s importante: una ventana a sus operaciones m¨¢s secretas, a sus preocupaciones m¨¢s ocultas, a sus guerras intestinas y sus puntos de vulnerabilidad. Como la dependencia a las grandes plataformas del ecosistema digital, la asimetr¨ªa de poder es total y est¨¢ de parte de la plataforma. ¡°No deber¨ªas pedirle nunca nada a nadie¡±, advierte Voland el Diablo en El Maestro y Margarita, ¡°muy especialmente si son m¨¢s poderosos que t¨²¡±.
En 2019, al menos una agencia de inteligencia estadounidense ten¨ªa licencia para usar Pegasus. El FBI asegura que no lleg¨® a usarla; no sabemos si es verdad. Pero sabemos que, en noviembre, el departamento de industria y seguridad del Gobierno estadounidense agreg¨® NSO Group a su lista negra, prohibiendo cualquier actividad comercial con la empresa en EE UU. La Administraci¨®n de Biden asegur¨® que se trataba de una muestra de rechazo por su papel en el acoso a activistas, abogados de derechos humanos y periodistas, especialmente el asesinato del periodista Jamal Khashoggi, pero tambi¨¦n porque este tipo de asociaciones ponen en peligro la seguridad nacional.
Pocos pa¨ªses han sido m¨¢s codependientes que Israel y Estados Unidos; pocas agencias de inteligencia m¨¢s hermanas que la NSA y la CIA y el Mosad y la Divisi¨®n de Operaciones Especiales del Ej¨¦rcito israel¨ª. La propia NSA explica, en un documento filtrado por la American Civil Liberties Union, que comparten ¡°acceso, intercepci¨®n, objetivos, lenguaje, an¨¢lisis y la presentaci¨®n de informes¡±. Es improbable que el espionaje de activistas sea el motivo real de su divorcio, considerando el historial de las agencias y plataformas estadounidenses. Tambi¨¦n es improbable que Pegasus respete a los ciudadanos estadounidenses m¨¢s que a los suyos propios.
Cuando el consorcio de medios Forbidden Stories public¨® una lista filtrada con 50.000 posibles objetivos de clientes de NSO Group, el pasado verano, algunos medios israel¨ªes celebraron la ausencia de n¨²meros pertenecientes a ciudadanos del Estado de Israel. Parec¨ªa la prueba de que se respetaban los presuntos per¨ªmetros de exclusi¨®n de Pegasus ¡ªla tecnolog¨ªa se llama geofencing¡ª, seg¨²n los cuales el programa esp¨ªa se autodestruye cuando infecta a un ciudadano de ese Estado o de clientes y aliados como EE UU. El pasado febrero, sin embargo, el diario financiero Calcalist public¨® que la polic¨ªa hab¨ªa empleado Pegasus para espiar a personas involucradas en el juicio a Benjamin Netanyahu por corrupci¨®n, incluyendo los consejeros del ex primer ministro, varios alcaldes, altos funcionarios del Ministerio de Econom¨ªa y su hijo Avner. En la lista hab¨ªa tambi¨¦n miembros del sindicato de trabajadores, activistas, periodistas del peri¨®dico digital Walla y el empresario Rami Levy. Se acus¨® a los abogados del ex primer ministro de haber filtrado esa lista con la secreta intenci¨®n de invalidar el juicio por escuchas ileg¨ªtimas. ¡°Es un d¨ªa negro para el Estado de Israel¡±, declar¨® Netanyahu. ¡°Algo impensable ha ocurrido aqu¨ª. Polic¨ªas espiando ilegalmente, con la herramienta m¨¢s agresiva del mundo, contra incontables civiles¡±. Seg¨²n Calcalist, la polic¨ªa lleva espiando a civiles con tecnolog¨ªa de NSO desde al menos 2013.
En el mundo del ciberespionaje hay otra frase hecha, un concepto que invocaba hace poco Sophie in ¡®t Veld, la europarlamentaria que preside el comit¨¦ de investigaci¨®n sobre el uso de Pegasus y otros programas esp¨ªa en los pa¨ªses de la UE. Dice que todas las tecnolog¨ªas secretas que use un Gobierno contra otro pa¨ªs se vuelven siempre contra sus propios ciudadanos. ¡°No solo ven a otros pa¨ªses como un peligro¡±, declar¨® In ¡®t Veld en una entrevista, ¡°sino que ven a sus propios ciudadanos como una amenaza, y son los ciudadanos quienes ahora se convierten en los sospechosos¡±. Pegasus ha demostrado que este refr¨¢n se cumple sin excepciones. Gobernar espiando es una droga que destruye las democracias y pone en peligro la seguridad nacional. La ¨²nica forma de ganar es no jugar.
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