La ¡®nueva¡¯ OTAN vista desde Europa
La Alianza sale encantada de Madrid, pero la UE no puede decir lo mismo. Queda claro que los Veintisiete no se sienten suficientemente protegidos y que el objetivo de la autonom¨ªa estrat¨¦gica queda lejos
La parafernalia que rodea a las cumbres de la Alianza Atl¨¢ntica, y m¨¢s a¨²n si incluyen la aprobaci¨®n de un nuevo Concepto Estrat¨¦gico, tiende a provocar una exagerada expectativa de cambio hist¨®rico. Y as¨ª se est¨¢ ya calificando la que ha convocado en Madrid a los 30 aliados en su trig¨¦sima cumbre, sin esperar a que el tiempo confirme o desmienta si lo que han aprobado merece ese calificativo.
Es cierto que la OTAN ha confirmado una vez m¨¢s su adaptabilidad a los giros del escenario de seguridad internacional, con una envidiable capacidad de supervivencia en una permanente huida hacia adelante desde la implosi¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. As¨ª, ha sido capaz de transformarse en una organizaci¨®n de seguridad global ¡ªsin l¨ªmites territoriales y con competencias autoasignadas en todo el espectro de amenazas convencionales e h¨ªbridas¡ª, ampliando su perfil fundacional, que era el de una organizaci¨®n de defensa colectiva con un ¨¢mbito geogr¨¢fico de actuaci¨®n muy concreto (el Atl¨¢ntico Norte). Pero eso no la ha librado de un notable deterioro y p¨¦rdida de protagonismo, hasta el punto de que hace tan solo un a?o el presidente franc¨¦s diagnosticaba que estaba en ¡°muerte cerebral¡±, mientras la entonces canciller alemana, Angela Merkel, conclu¨ªa que Estados Unidos no era un ¡°socio fiable¡±.
Conviene, sobre todo desde la perspectiva de una Uni¨®n Europea que dice aspirar a la autonom¨ªa estrat¨¦gica, tener esos juicios en mente cuando ahora, gracias a un garrafal error de Vlad¨ªmir Putin, se enfatiza que ha vuelto a recuperar su centralidad. Sin la invasi¨®n rusa de Ucrania, el perfil de la cumbre habr¨ªa sido muy distinto, con China identificada como el foco principal de atenci¨®n (o, mejor dicho, de contenci¨®n), como resultado de la abierta presi¨®n estadounidense para alinear al resto de aliados en funci¨®n de la prioridad establecida por Washington. M¨¢s all¨¢ de las palabras elegidas para definirla ¡ªrival, adversario, enemigo¡ª China aparece hoy como el ¨²nico actor realmente capacitado para desafiar la hegemon¨ªa estadounidense. Aunque es obvio que su propio modelo autoritario y sus aspiraciones hegem¨®nicas afectan directamente a la seguridad europea, no est¨¢ tan claro que para los Veintisiete esa sea hoy su m¨¢xima preocupaci¨®n en clave de seguridad.
De ah¨ª que, contando con que el papel lo aguanta todo, el octavo Concepto Estrat¨¦gico aprobado desde 1949 haya procurado recoger un listado de temas que puedan servir para que todos tengan algo que presentar a sus respectivas audiencias como se?al de su pretendida relevancia. As¨ª, Espa?a puede decir que la gen¨¦rica referencia a la defensa de la integridad territorial garantiza la cobertura de Ceuta y Melilla (aunque el art¨ªculo 6 del Tratado indica lo contrario); los europeos del Este ven reflejado el compromiso de atender a la agresividad de Rusia con el compromiso de pasar de la rotaci¨®n de unidades y el preposicionamiento de material a establecer bases permanentes (aunque de momento solo sea el cuartel general de una gran unidad estadounidense en suelo polaco); los del Sur pueden anunciar que han logrado que haya menciones expl¨ªcitas a las amenazas derivadas de la inquietante situaci¨®n del Norte de ?frica y el Sahel (aunque frente al terrorismo el balance en Afganist¨¢n, Irak o Libia no sea precisamente brillante); y unos y otros encontrar¨¢n m¨¢s facilidad para defender ante sus opiniones p¨²blicas el incremento de los presupuestos de defensa en una din¨¢mica que apunta inexorablemente a la vuelta a la pol¨ªtica de bloques enfrentados.
En esa l¨ªnea, Rusia ¡ªque hace tan solo 12 a?os era identificado como socio¡ª ahora aparece como ¡°la m¨¢s significativa y directa amenaza¡± por violar las normas y principios que fundamentan el orden de seguridad europeo. El anuncio de que se puede llegar a los 300.000 efectivos desplegados en torno a Mosc¨² nos retrotrae a una etapa de Guerra Fr¨ªa que parec¨ªa definitivamente superada hace muy poco tiempo. Y de ah¨ª solo cabe esperar un aumento de la tensi¨®n que puede lastrar a¨²n m¨¢s la salida de una crisis econ¨®mica y una pandemia que ya est¨¢n deteriorando seriamente nuestro nivel de bienestar y de seguridad.
La OTAN sale encantada de Madrid, pero la Uni¨®n Europea no puede decir lo mismo. Y la se?al m¨¢s clara de ello es la lectura que se extrae de la decisi¨®n de Finlandia y Suecia de sumarse a la organizaci¨®n. Cuando ese paso se haga efectivo, nos encontraremos con que 23 de los 27 miembros de la Uni¨®n lo ser¨¢n tambi¨¦n de la Alianza. De ese modo, la OTAN puede responder nuevamente a quienes critican su vigencia, argumentando que su utilidad es incuestionable cuando dos pa¨ªses hist¨®ricamente neutrales y no alineados optan por buscar su protecci¨®n frente a Rusia. Pero, visto desde Bruselas, queda claro que ninguno de esos dos pa¨ªses, miembros de la UE, sienten que el art¨ªculo 42.7 del Tratado de la Uni¨®n suponga una garant¨ªa de seguridad cre¨ªble. En otras palabras, lo que para una organizaci¨®n supone una magn¨ªfica noticia ¡ªque, de paso, refuerza la sumisi¨®n a un l¨ªder que aumenta tambi¨¦n su peso como suministrador energ¨¦tico y armament¨ªstico a sus aliados europeos¡ª, para la otra supone si no un retroceso, s¨ª al menos una ralentizaci¨®n de la Europa de la Defensa.
De hecho, las referencias a la colaboraci¨®n entre la OTAN y la UE no hacen m¨¢s que repetir mantras tan conocidos como vac¨ªos de contenido real. Aunque tambi¨¦n es verdad que el problema no deriva tanto de un intento de Washington por frenar a sus aliados europeos como de las diferencias internas entre estos ¨²ltimos. Los europe¨ªstas, los atlantistas y los neutrales son incapaces de superar anacr¨®nicas posturas nacionalistas y entender que la Europa de la Defensa no es el fin del v¨ªnculo trasatl¨¢ntico, sino el paso necesario para dotarse de medios propios para defender los propios intereses, sin tener que depender necesariamente de Estados Unidos, contando con que siempre habr¨¢ espacio para colaborar cuando coincidan los intereses entre ambos lados del Atl¨¢ntico.
Tampoco con respecto a los riesgos y amenazas del flanco Sur de la OTAN cabe deducir que las referencias que aparecen en el Concepto Estrat¨¦gico supongan un salto significativo, salvo que nos queramos contentar con el mero hecho de que aparecen en el texto. En t¨¦rminos literales, lo ¨²nico que se hace es dar cuenta de los problemas que plantea la zona; unos problemas que se arrastran como m¨ªnimo desde la ¨²ltima d¨¦cada del pasado siglo, cuando se defin¨ªa la regi¨®n, desde Mauritania hasta Afganist¨¢n, como un ¡°arco de crisis¡± que demandaba atenci¨®n. Sin embargo, no hay ninguna medida concreta que apunte hacia ese flanco, lo que hace pensar que, ante la creciente focalizaci¨®n que provoca el aventurerismo ruso, la apuesta no ir¨¢ m¨¢s all¨¢ de lanzar misiones de instrucci¨®n de fuerzas armadas locales y de asistencia t¨¦cnica de unos ej¨¦rcitos no especialmente sensibles a los valores y principios que decimos defender.
Con respecto a China, a la que se acusa de desafiar los ¡°intereses, seguridad y valores¡± occidentales, lo que queda por ver es hasta qu¨¦ punto ser¨¢ posible implicar a la Alianza sin menoscabar su papel en la defensa colectiva que tanto demandan los vecinos de Rusia. Una Rusia que forma parte de Europa y sin la cual es imposible establecer un orden de seguridad continental m¨ªnimamente s¨®lido. M¨¢s problemas a la vista.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.