Por una Europa de la energ¨ªa
La construcci¨®n del gasoducto MidCat unir¨ªa a Espa?a con Alemania pero choca con el rechazo de Francia
Cuando la Uni¨®n Europea necesita m¨¢s que nunca una pol¨ªtica energ¨¦tica com¨²n, Francia ha echado un jarro de agua fr¨ªa en el ambicioso proyecto para trasladar gas desde Espa?a a una Alemania golpeada por los recortes del suministro ruso. El ministerio franc¨¦s de la Transici¨®n Energ¨¦tica pr¨¢cticamente cerr¨® la puerta al gasoducto MidCat, que Par¨ªs y Madrid hab¨ªan enterrado en 2019, pero que, tras la invasi¨®n rusa de Ucrania, los gobiernos portugu¨¦s, espa?ol y alem¨¢n intentan resucitar. El argumentario del ministerio franc¨¦s es suficientemente expl¨ªcito como para entender que el gasoducto, en su estado actual, est¨¢ tocado.
Sin embargo, la discusi¨®n sobre el MidCat no debe ocultar los problemas de fondo: desde el perenne aislamiento energ¨¦tico de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica hasta la urgencia de una Europa de la energ¨ªa en un contexto de inestabilidad global y lucha contra el cambio clim¨¢tico. La posici¨®n de Francia puede atribuirse al ego¨ªsmo nacional y a la defensa de un mercado y su capacidad exportadora (incluidas las centrales nucleares, parcialmente fuera de juego este verano por problemas de corrosi¨®n en varios reactores y el calentamiento de los r¨ªos que los refrigeran, pero claves en los planes franceses para garantizar la soberan¨ªa y reducir las emisiones de gases contaminantes). D¨¦cadas de obst¨¢culos franceses a las conexiones el¨¦ctricas y gas¨ªsticas en los Pirineos justifican los recelos de sucesivos gobiernos espa?oles.
Pero, aunque puedan discutirse las motivaciones de los argumentos franceses contra el MidCat, estos merecen ser examinados. Est¨¢, primero, el argumento de la eficiencia: el gasoducto tardar¨ªa a?os en construirse, por lo que ser¨ªa in¨²til para responder a la inmediatez de la crisis actual. El segundo es el del medio ambiente, y cuestiona la sensatez de embarcarse a estas alturas en un proyecto colosal para transportar una energ¨ªa f¨®sil y contaminante cuando la UE dice tomarse en serio los objetivos para reducir las emisiones. Al primer argumento puede responderse que una parte del gasoducto ya est¨¢ construida y que la crisis de aprovisionamiento puede durar m¨¢s de un invierno. Al segundo, los defensores del MidCat replican que el conducto podr¨¢ adaptarse en el futuro para transportar hidr¨®geno, una fuente limpia.
Tan vano ser¨ªa desechar de un plumazo las objeciones fundamentadas a un proyecto costoso e incierto como intentar darle carpetazo sin m¨¢s, como parece hacer el Gobierno franc¨¦s. Pero es un debate que va m¨¢s all¨¢ del MidCat, y que ata?e a la deficiencia de las conexiones en los Pirineos, la solidaridad entre los Estados miembros y el objetivo mismo de la independencia energ¨¦tica. El debate merece ser abordado, no mediante comunicados, sino al m¨¢ximo nivel, del mismo modo que el decreto de ahorro energ¨¦tico que se vota en el Parlamento el jueves merece un respaldo mayoritario, incluido el del PP, en sinton¨ªa con Ursula von der Leyen, de su misma familia pol¨ªtica. No es el momento de la defensa de las peque?as parcelas y monopolios ni de envolverse en la bandera de los viejos agravios. En el caso de Alemania, escapar de la alt¨ªsima dependencia del combustible ruso est¨¢ siendo doloroso y le obliga a buscar alternativas con urgencia. En el caso de Francia, ser¨ªa deseable que no se limitase a frenar las iniciativas de sus vecinos en un momento grave. Macron lleva a?os predicando una Europa ¡°fuerte y soberana¡±. Ahora tiene la oportunidad de trasladar las palabras a los hechos: sin soberan¨ªa energ¨¦tica y sin solidaridad no hay soberan¨ªa posible; en realidad, no hay Europa posible.
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