La tragicomedia de la gran pol¨ªtica
Gorbachov actu¨® como un h¨¦roe de la retirada, pero luego con las piezas del imperio desmontado en sus manos no pod¨ªa construirse nada s¨®lido
¡°Hemos salido de un sistema¡±, le dijo Mija¨ªl Gorbachov a Felipe Gonz¨¢lez, ¡°pero no hemos llegado al otro¡±. Hab¨ªan salido de un imperio de matriz comunista que, en buena medida, hab¨ªa entrado en ...
¡°Hemos salido de un sistema¡±, le dijo Mija¨ªl Gorbachov a Felipe Gonz¨¢lez, ¡°pero no hemos llegado al otro¡±. Hab¨ªan salido de un imperio de matriz comunista que, en buena medida, hab¨ªa entrado en un proceso de desmembraci¨®n por las pol¨ªticas que ¨¦l lider¨® a finales de los ochenta. Pero no estaba muy claro el sistema al que se pretend¨ªa llegar. Lo que s¨ª se sab¨ªa eran dos cosas. Se estaba atravesando una fase cr¨ªtica de una transici¨®n de apariencia liberalizadora y estaba claro tambi¨¦n que Gorbachov, aunque ¨¦l creyese lo contrario, ya no iba a pilotarla. Los dos presidentes mantuvieron la conversaci¨®n el lunes 8 o el martes 9 de julio de 1991. Probablemente, en el despacho que a¨²n conservaba en el S¨®viet Supremo. Por entonces el alcalde de Mosc¨² ya le hab¨ªa transmitido lo que el secretario de Estado norteamericano sab¨ªa a trav¨¦s de sus servicios de inteligencia: estaba en marcha una conspiraci¨®n de la vieja guardia del PCUS que culminar¨ªa con el golpe de Estado.
Porque sabemos, y sufrimos, el sistema en el que desemboc¨® aquella transici¨®n abortada ¡ªuna autocracia criminal y mafiosa de matriz imperialista¡ª puede advertirse el salto al vac¨ªo de Gorbachov. Hab¨ªa actuado como un h¨¦roe de la retirada, como escribi¨® en 1989 Enzensberger pensando en ¨¦l, pero luego con las piezas del imperio desmontado en sus manos no pudo ni pod¨ªa construirse nada s¨®lido en la antigua metr¨®polis. ¡°La transici¨®n devora a veces a sus propios protagonistas; los procesos hist¨®ricos se cobran algunos precios¡±, dijo Gonz¨¢lez en Mosc¨² refiri¨¦ndose (en teor¨ªa) a Adolfo Su¨¢rez. El precio que pagar¨ªa Gorbachov en su pa¨ªs ser¨ªa el repudio. El presidente espa?ol lo afirm¨® al inaugurar un curso sobre la Transici¨®n. Era historia reciente y era la defensa pol¨ªtica de un modelo de ¨¦xito. ¡°La Transici¨®n espa?ola puede contener elementos de referencia para los pa¨ªses del Este¡±. Pero como sabemos que el mito de la Transici¨®n ha sido problematizado, en ese curso tambi¨¦n podemos descubrir ¨¢ngulos muertos que en esos d¨ªas a¨²n no pod¨ªan advertirse.
No lo digo porque su director fuese Alfonso Guerra, que a principios de ese 1991 hab¨ªa dimitido como vicepresidente acosado por un esc¨¢ndalo negado de corrupci¨®n familiar. No lo digo porque se rumorease que Virgilio Zapatero se hab¨ªa negado a dar su conferencia ante solo cuatro personas. Lo digo por la corrosi¨®n del felipismo que evidenciaba el presidente en esos cursos organizados por la Universidad Complutense.
Como el patrocinador era Banesto, all¨ª estaba presidiendo Mario Conde, que dos a?os despu¨¦s ser¨ªa nombrado doctor honoris causa por la misma Universidad. El banquero pudo entrevistarse con Gorbachov y se sent¨® en la misma mesa que Gonz¨¢lez. Tambi¨¦n inaugur¨® un curso sobre econom¨ªa abanderando la buena nueva del libre mercado. En su conferencia se refiri¨® a la necesidad de crear una clase empresarial, conden¨® el enriquecimiento por el enriquecimiento y defendi¨® la necesidad de que una sociedad compartiese valores. La paradoja es que su cinismo se espejeaba en la decisi¨®n que hab¨ªa tomado ya el Gobierno: encargar a una agencia de espionaje la elaboraci¨®n de un informe sobre Conde.
No menos c¨ªnicos fueron los directivos del Instituto de Cultura y Ciencia Sovi¨¦tica. Ofertaron los cursos como una oportunidad para m¨¢nager, banqueros y empresarios con la promesa de que podr¨ªan hacer negocios mutuamente ventajosos. As¨ª se justificaba el alto precio que pagaron algunos pocos matriculados, a pesar de que los responsables de la Complutense estaban convencidos que los asistentes no hab¨ªan pagado un duro. Tambi¨¦n se dijo que esos cursos se hab¨ªan publicitado en los pa¨ªses del G-7, que al cabo de una semana se reun¨ªa en Londres. Y no. Tampoco Gorbachov conseguir¨ªa en Londres la financiaci¨®n que deb¨ªa permitirle consolidar aquella transici¨®n. Nada sali¨® como se esperaba, y el curso incluso fue motivo de controversia pol¨ªtica en Espa?a. El portavoz del Partido Popular lament¨® ¡°el fracaso del seminario sobre la Transici¨®n, ya que es una etapa de Espa?a de la que s¨®lo se debe sentir orgullo¡±. Palabra de Rodrigo Rato. Era otro sistema.