Europe¨ªsmo no es eurocentrismo ni atlantismo
Siete meses despu¨¦s de la invasi¨®n de Ucrania, ser europe¨ªsta supone pensar m¨¢s all¨¢ del armamento suministrado a Kiev y desplegar el genio de la pol¨ªtica y la diplomacia para un mundo multipolar
¡°O Freunde, nicht diese T?ne!¡±. ¡°?Oh amigos: no esos tonos!¡±. Beethoven a?adi¨® estas c¨¦lebres palabras a la Oda a la Alegr¨ªa de Schiller en el cuarto movimiento de su Novena Sinfon¨ªa. Tras dos a?os de pandemia y casi siete meses de guerra en Ucrania, ?no deber¨ªamos pedir lo mismo a los europeos, entonar ¡°cantos m¨¢s agradables y llenos de alegr¨ªa¡±? Esta Europa suena l¨²gubre, no encuentra el tono de tiempos mejores.
En marzo pasado, en Versalles, los Veintisiete escenificaron un renovado europe¨ªsmo frente a Putin para avanzar en autonom¨ªa energ¨¦tica y defensa. Hasta ah¨ª muy bien. Pero el tono de la respuesta ha terminado sonando algo euroc¨¦ntrico. Desde que Putin puso sus tanques rumbo a Kiev, Europa ha actuado como si fuera el centro del universo. Al presidente Biden no le cost¨® mucho convencer a sus aliados europeos de que en Ucrania se juega la guerra eterna entre democracias y autocracias. El Mal se hab¨ªa encarnado en Putin y el Bien en Zelenski. Muchos dieron por hecho que el resto del mundo nos iba a seguir en esto, de Nueva Delhi a Brasilia o Pretoria.
Ese relato de guerra tiene a su favor una fuerte carga emocional, que retroalimentan la brutalidad y la propaganda. El problema es que se deja fuera demasiados matices y realidades. A nadie deber¨ªa sorprender que la orquesta europea desafine a prop¨®sito de las armas, las sanciones o el futuro de la Madre Rusia. Este momento de ardor guerrero, propio de la infancia geopol¨ªtica de Europa, va dando paso al p¨¢nico y la melancol¨ªa propios de la vieja pesadilla nuclear. Incluso, una derrota militar de Mosc¨² (la entrega de Donb¨¢s y Crimea) muy probablemente provocar¨ªa un colapso interno ruso que nos devolver¨ªa a 1991, al hundimiento y la humillaci¨®n y sus t¨®xicas ondas expansivas. Soportamos una inmensa presi¨®n mental: sobre Europa se cierne la recesi¨®n, y a pesar de las arengas de Bruselas, la hiperinflaci¨®n va resquebrajando la moral de la tropa ciudadana. Electoralmente, como muestran Francia, Italia o Espa?a, gobiernos proeuropeos o progresistas tienen poco que ganar con una guerra larga frente al nacionalpopulismo.
No menos preocupante es el modo como esta guerra erosiona la idea de la Europa normativa. Entrar en una din¨¢mica de sanciones y contrasanciones ¡ªambas al margen de la legalidad internacional representada por la Carta de Naciones Unidas¡ª forzosamente a?ade al mundo m¨¢s caos y desconfianza. El s¨²bito tono moralista de la vieja Europa ha despertado las sospechas del llamado Sur Global. A¨²n no somos capaces de evaluar las consecuencias del decoupling, el corte brusco en las cadenas de valor, de los cereales y fertilizantes a los microchips. El llamado friend-shoring como nuevo principio del comercio internacional instaura una especie de ¡°desglobalizaci¨®n de amiguetes¡± de alto riesgo para econom¨ªas en desarrollo de Africa, Latinoam¨¦rica y Asia. Eso, en un extra?o mundo donde amigos y enemigos (?dem¨®cratas y autoritarios!) cambian de etiqueta seg¨²n conviene ¡ªv¨¦ase Venezuela, Turqu¨ªa o Marruecos¡ª. Pero lo peor es el decoupling de las ideas: la destrucci¨®n del pensamiento.
Curiosamente, esta respuesta euroc¨¦ntrica ha venido de la mano de un atlantismo dogm¨¢tico, nuevo en las formas pero ¡ªsi se mira bien¡ª algo anacr¨®nico, y que revela el complejo de inferioridad de Europa. El actual momentum OTAN responde a nuestra necesidad de llenar un vac¨ªo en defensa, pues Europa no dispone de Ej¨¦rcito propio ni disuasi¨®n nuclear. La autonom¨ªa estrat¨¦gica deber¨ªa constituir nuestro horizonte. Ahora bien, ?de qu¨¦ nos servir¨ªa una Europa geopol¨ªtica que solo nos haga m¨¢s tristes? Por m¨¢s que nos repitamos frente al espejo que la OTAN es una alianza puramente defensiva, muchos socios de otros continentes nunca lo percibir¨¢n as¨ª (es como decir que las m¨¢quinas dise?adas por Leonardo da Vinci no eran de guerra, sino solo hermosas). Como efecto inmediato, la Agenda 2030 del Desarrollo Sostenible (donde la emergencia es el clima o el hambre) se ralentiza. Ahora bien, el principio democr¨¢tico exige un debate a fondo sobre el c¨®mo y el para qu¨¦ del m¨ªnimo del 2% del gasto militar del PIB nacional. La discusi¨®n acerca de esos centenares de miles de millones de euros es una discusi¨®n acerca de la raz¨®n de ser de Europa y de su destino.
El mundo nos mira con extra?eza. Quiz¨¢ nos est¨¢n faltando intangibles muy importantes que son parte del acervo europeo. Uno es la empat¨ªa. Por ejemplo, la UE no ha sido capaz a¨²n de acordar un pacto de asilo y migraciones. O el mismo G-7, sin haber liberado a¨²n los 100.000 millones de euros para combatir el calentamiento global en los pa¨ªses pobres, anuncia inversiones de 600.000 millones de d¨®lares en infraestructuras para frenar a China. Entonces, la inconsistencia europea sirve de pretexto a muchos gobiernos c¨ªnicos para no rendir cuentas en libertades y derechos humanos, y echarnos en cara el doble rasero que exhibimos sin pudor. ¡°?Ucrania no es nuestra guerra!¡±
Otro intangible que est¨¢ faltando es la memoria. El tono duro que llega del Este amenaza con despertar nuevas guerras civilizatorias en Europa. Si una vez fue la ¡°Cuesti¨®n Jud¨ªa¡±, ahora podr¨ªa ser el turno de la ¡°Cuesti¨®n Rusa¡± (la Rusia imperial), la ¡°Cuesti¨®n China¡± (una civilizaci¨®n opaca y brutal), y qui¨¦n sabe si pronto ¡°africana¡± o ¡°latinoamericana¡±. Pero esas vastas regiones del mundo han aprendido a sobrevivir a las glorias y miserias de nuestra civilizaci¨®n. Su instinto antihegem¨®nico y anticolonial podr¨ªa mutar en un nacionalismo muy reactivo si Europa se conduce torpemente. La UE tendr¨¢ que aprender a vivir con ello y a maniobrar con paciencia. Estamos en el punto en que la Ruta Europea se encuentra con la Ruta de la Seda y la Ruta Ortodoxa. Ah¨ª ser¨ªa prudente no dar por sentada una Rusia ¡°aislada¡±. De hecho, tres cuartas partes de la humanidad ¡ªcon China, India, Brasil y Sud¨¢frica a la cabeza¡ª que acaparan el 40% del PIB mundial, se limitan a condenar verbalmente la invasi¨®n de Ucrania, no secundan las sanciones y exigen poner fin a la guerra. Pero para democracias gigantes como la India de Modi, el M¨¦xico de Lopez Obrador o la Indonesia anfitriona del G-20, esa ¡°neutralidad¡± no significa un voto de confianza al autoritarismo de Putin o un cheque en blanco a Xi Jinping para invadir Taiw¨¢n. Es m¨¢s bien un reflejo de supervivencia, ligado a un imaginario hist¨®rico y un imperativo econ¨®mico. Igualmente, Bruselas no va a recuperar Latinoam¨¦rica o ?frica a base de brillantes documentos, sino con pol¨ªtica y con hechos.
?Qu¨¦ significa entonces europe¨ªsmo aqu¨ª y ahora? La esencia de Europa es la aspiraci¨®n a que todas sus acciones tengan una validez universal. Es momento de pensar m¨¢s all¨¢ de los drones, los Javelin o los Stinger. Europe¨ªsmo ser¨ªa no solo trabajar el m¨²sculo, sino desplegar el genio de la pol¨ªtica y la diplomacia para un mundo multipolar. Ganar la paz y el relato de la posguerra es la gran oportunidad geopol¨ªtica de la UE frente a los grandes actores. Europe¨ªsmo ser¨ªa reorientarse en relaci¨®n a Eurasia y China-Pac¨ªfico, competir y cooperar con racionalidad y templanza. Europe¨ªsmo ser¨ªa caminar con EEUU, siempre juntos pero no revueltos: el destino de Europa ya no puede depender de la pol¨ªtica interna de nuestro aliado.
?Estamos escuchando a nuestro ser m¨¢s profundo? ?Nos alejamos de los maestros antiguos de la Europa federal, los Erasmo, Kant, Schuman, Spinelli? El propio Schuman escribi¨® en 1950 que la paz requiere ¡°esfuerzos creadores¡± equiparables a los peligros que la amenazan. No cabe hablar de ¡°debates superados¡± en relaci¨®n a la OTAN, China, o Ucrania, sino precisamente de superar los t¨¦rminos del debate actual. No puede ser que el pacifismo ¡ªal fin y al cabo, un invento europeo¡ª est¨¦ desapareciendo de nuestro horizonte vital, y menos a¨²n en nombre de la democracia. Ese esp¨ªritu incansable que busca otra pol¨ªtica, otro mundo, lo expresa Schiller en la Novena: ¡°B¨²scalo m¨¢s all¨¢ de la b¨®veda celeste / sobre las estrellas debe estar su morada¡±.
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