El nuevo rostro de Brasil
La din¨¢mica general de la pol¨ªtica ha cambiado, m¨¢s all¨¢ de los resultados de la disputa presidencial
Las elecciones de este domingo en Brasil sorprendieron con un resultado novedoso. La alteraci¨®n va m¨¢s all¨¢ de la sorpresa que produjo Jair Bolsonaro en relaci¨®n con lo que vaticinaban las encuestas. La din¨¢mica general de la pol¨ªtica ha cambiado, m¨¢s all¨¢ de los resultados de la disputa presidencial.
Lula da Silva gan¨® la elecci¨®n. Pero fue Bolsonaro el que dio lugar para el asombro. Rompi¨®, lo que se cre¨ªa imposible, el techo del 40%, jam¨¢s superado por ¨¦l en los sondeos de opini¨®n. Esas investigaciones acertaron all¨ª donde nada cambi¨®: el Nordeste sigue siendo leal al Partido de los Trabajadores y a su l¨ªder, Lula. Pero en el Sudeste y en el Sur, donde se expanden las capas medias, el error fue llamativo. Los m¨¦todos de indagaci¨®n son precarios, como se est¨¢ demostrando en much¨ªsimos pa¨ªses. Pero, adem¨¢s, hubo un voto vergonzante, que muchos observadores imputaban a Lula. Y fue de Bolsonaro. Aires de familia con lo que sucedi¨® en los Estados Unidos en 2016, con el ascenso de Donald Trump.
Tal vez no haya que mirar solo las encuestas para indagar hacia d¨®nde se dirige el electorado. Las redes sociales son un indicador llamativo. En Facebook, Bolsonaro tiene 14 millones de seguidores. Lula, 5.100.000. En Twitter, a Bolsonaro le siguen 9.012.954 de personas. A Lula, 4.481.465. En Instagram la diferencia es impactante: Bolsonaro suma 21.673.106 seguidores. Lula, 7.055.782.
Las urnas fueron la partida de bautismo, posdatada, de un fen¨®meno cuya consistencia hab¨ªa sido problem¨¢tica en los ¨²ltimos cuatro a?os: el bolsonarismo. A partir de este domingo se puede advertir que es un actor estable del juego de poder, capaz de extender su representaci¨®n hacia franjas que se hab¨ªan mirado durante m¨¢s de 30 a?os en el espejo de la Socialdemocracia Brasile?a (PSDB), el partido de Fernando Henrique Cardoso. El hundimiento de esa fuerza en el Estado de San Pablo, su cuna, su sede eterna, es uno de los fen¨®menos m¨¢s relevantes ocurridos en los comicios brasile?os. Su candidato, Rodrigo Garc¨ªa, sac¨® solo el 18,4% de los votos. Es el gobernador.
Al segundo turno van Tarcisio, ligado a Bolsonaro, y Fernando Haddad, el l¨ªder del PT en el distrito. Cardoso hab¨ªa llamado a votar contra el presidente. Y Lula escogi¨® a Geraldo Alckmin, ex gobernador del PSDB, como candidato a vice. Pero los paulistas les dieron la espalda. Hay que mirar a Tarcisio. Si se convierte en gobernador de San Pablo, es posible que aparezca otro sol en el cielo de la ultraderecha. La hip¨®tesis obliga a formular otra pregunta: ?qu¨¦ capacidad tendr¨¢ Bolsonaro para conservar su poder desde fuera del Estado si es que, como parece que suceder¨¢, los brasile?os no lo reeligen?
El otro rasgo no previsto en este nuevo rostro de Brasil es un Congreso muy volcado a la derecha. De los 27 esca?os que se cubrieron ayer, un tercio del cuerpo, Bolsonaro y sus aliados conquistaron 20. Lula solo 7. En la C¨¢mara de Diputados, formada por 513 miembros, tambi¨¦n crecieron los partidos ligados al Presidente: tienen, por lo menos, 242 bancas. El PT y sus socios controlar¨¢n solo 80. El Congreso, por lo tanto, estar¨¢ dominado por la derecha.
Lula tiene, como se ve, un desaf¨ªo gigantesco por delante. Por supuesto, est¨¢ en condiciones de ganar el segundo turno. Super¨® a Bolsonaro por seis millones de votos. El resto de los candidatos, sumados, consiguieron casi 10 millones. Para que el presidente se reelija, deber¨ªan preferirlo nueve de cada 10 electores. El juego, por supuesto, est¨¢ abierto. Pero Lula sigue siendo el favorito.
M¨¢s all¨¢ de esta competencia, otro dato inesperado: Lula y Bolsonaro concentraron al 91% de los votantes. Una polarizaci¨®n que nunca se hab¨ªa visto en el pa¨ªs. Aun cuando, desde hace aproximadamente una d¨¦cada, Brasil ven¨ªa cambiando de fisonom¨ªa en la distribuci¨®n del voto. Cuando se observan los mapas de esos alineamientos, se percibe que a partir de 2010 ning¨²n candidato logra imponerse en todos los Estados, como era habitual con anterioridad. La geograf¨ªa est¨¢ partida en dos. Es una divisi¨®n de clases que se proyecta sobre el territorio. Como en tantas otras sociedades, los grupos no se constituyen en pos de algo, sino contra algo. Entre los brasile?os esta antinomia es ex¨®tica. Ellos sol¨ªan premiar el acuerdo, no el conflicto. Algo se rompi¨® y este a?o queda claro que se rompi¨® por mucho tiempo.
Lula tiene otra evidencia a su favor para so?ar con el triunfo. Minas Gerais expresa, desde siempre, el promedio de la sociolog¨ªa brasile?a. Es bastante cierto el precepto seg¨²n el cual ¡°quien gana Minas, gana Brasil¡±. Lula gan¨® Minas. Pero para la gobernaci¨®n se impuso Romeu Zema, alineado con Bolsonaro.
En los pr¨®ximos d¨ªas habr¨¢ que prestar atenci¨®n a los movimientos de los dos contrincantes. En especial de Lula, que sigue siendo el favorito. Es obvio que intentar¨¢ acercarse a quien sali¨® tercera, Simone Tebet. Fue la receptora de 4.915.130 votos, el 4.16% de la elecci¨®n. Es la candidata del Movimiento de la Democracia Brasile?a. Ex alcaldesa de Tres Lagoas, del estado de Mato Grosso del Sur, Tebet es una dirigente moderada, que enfrent¨® con mucha severidad a Bolsonaro por su respuesta a la pandemia. ?Podr¨ªa Lula incorporarla a su equipo cedi¨¦ndole alg¨²n ministerio? ?Ella est¨¢ en condiciones de aceptarlo? Hay un n¨²mero que podr¨ªa condicionar sus movimientos. En su Estado, una ultrabolsonarista como Tereza Cristina cosech¨® m¨¢s del 60% de los votos como candidata a senadora.
Aunque diera la impresi¨®n de que Ciro Gomes, el cuarto candidato surgido de las urnas, podr¨ªa tener m¨¢s afinidades conceptuales con Lula, no hay que esperar demasiado en una combinaci¨®n entre los dos. Ciro fue sever¨ªsimo en las caracterizaciones del expresidente durante toda la campa?a. Qued¨® una herida abierta.
Adem¨¢s de anudar compromisos con otros l¨ªderes, es posible que Lula deba precipitar una decisi¨®n clave: la identidad de su ministro de Hacienda. En su campo en el que genera muchas dudas. ?l intenta resolverlas diciendo que los que quieran saber qu¨¦ va a hacer deber¨ªan mirar lo que hizo entre 2003 y 2010. Es una respuesta defectuosa, porque ignora que el contexto entre aquella experiencia y la que podr¨ªa inaugurar el a?o pr¨®ximo ha cambiado demasiado. Hace pocos d¨ªas, Lula se reuni¨® con Henrique Meirelles, presidente del Banco Central durante su presidencia y ministro de Hacienda de Michel Temer. Es muy probable que haya querido dar una se?al de moderaci¨®n. Seducir al centro. La dificultad es que en sus discursos de campa?a suele criticar las reformas de Meirelles.
Si Lula gana, asumir¨¢ la presidencia, formar¨¢ su equipo, y despu¨¦s habr¨¢ un mes de suspenso, hasta el 1? de febrero. Ese d¨ªa se deben elegir las autoridades del Congreso. En el Senado es muy probable que no haya sobresaltos. Todo indica que Rodrigo Pacheco continuar¨ªa en la presidencia. El gran interrogante est¨¢ en Diputados. Veinticuatro horas antes de las elecciones, el titular de ese cuerpo, Arthur Lira, anunci¨® que su partido, el PP, se fusionar¨¢ con Uni¨®n Brasil para constituir la primera minor¨ªa. Con los resultados de ayer, ser¨¢n 104 diputados. Si actuaran coordinados con el Partido Liberal de Bolsonaro, llegar¨ªan a 203. Republicanos, que es otra fuerza af¨ªn, permitir¨ªa sumar 41 legisladores m¨¢s.
Esos 244 diputados ser¨ªan un n¨²cleo de poder muy desafiante para Lula. Por eso ¨¦l, en caso de ganar, deber¨¢ meditar bien una estrategia. ?Enfrentar¨¢ a Lira, quien, adem¨¢s, viene de imponerse en Alagoas? ?O pactar¨¢ con ¨¦l, a pesar de ser un l¨ªder muy identificado con Bolsonaro? Es una encrucijada estrat¨¦gica. De Dilma Rousseff suele decirse que hundi¨® su gobierno cuando, reci¨¦n llegada al poder, cometi¨® el error de querer derribar al presidente de la C¨¢mara, Eduardo Cunha, y fracas¨® en el intento.
El electorado est¨¢ partido en dos. Liderada por Bolsonaro, una derecha recalcitrante se impuso en R¨ªo de Janeiro, Minas Gerais y disputa la primac¨ªa de San Pablo. Esa misma derecha, que un mosaico de varias facciones, domina las dos c¨¢maras. Hay un nuevo Brasil. ?Habr¨¢ un nuevo Lula?
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