Putin, hacia el hundimiento
Mosc¨² viste sus derrotas con falsos referendos de anexi¨®n en zonas de Ucrania que no ocupa del todo y la amenaza nuclear
Las ¨²nicas victorias de Vlad¨ªmir Putin son propagand¨ªsticas. Sus ¨¦xitos son terribles y sangrientos, puesto que consisten en vengarse de las derrotas militares con el bombardeo sobre civiles indefensos que huyen de los combates, como ha sucedido en Zaporiyia. O ret¨®ricos, como la sombr¨ªa celebraci¨®n de la anexi¨®n de cuatro provincias ucranias en Mosc¨² a la misma hora en que sus tropas retroced¨ªan y hu¨ªan ante el avance de su enemigo ucranio en la ciudad de Liman.
El presidente ruso es tan solo un maestro en la amenaza y el amedrentamiento. Hasta ahora ha exhibido unas pobres dotes de comandante en jefe de unos ej¨¦rcitos cada vez m¨¢s desprestigiados y unas lamentables dotes pol¨ªticas y diplom¨¢ticas en la torpe gesti¨®n internacional del conflicto. Hay dudas muy serias sobre los efectos de la movilizaci¨®n parcial, que hasta ahora ha conseguido que sean menos los reclutas alistados que los j¨®venes rusos huidos al extranjero. Incluso sus amenazas nucleares resultan perjudiciales para el apoyo a su causa, crecientemente observada con recelo incluso por los pa¨ªses m¨¢s afines a sus prop¨®sitos antioccidentales.
M¨¢s preocupantes son los presumibles atentados al gasoducto Nordstream con los que pretende demostrar no solo la fragilidad del suministro de energ¨ªa a Europa, sino las habilidades rusas en la guerra h¨ªbrida, con capacidad para ocultar la autor¨ªa de los ataques y de conseguir que parte de las opiniones p¨²blicas de los pa¨ªses democr¨¢ticos compren la idea de que el responsable pueda ser alguno de los Estados que sufren sus efectos. Son el paso previo al temido ataque nuclear t¨¢ctico, que los amigos m¨¢s truculentos de Putin ya le recomiendan y nadie entre los aliados de Kiev descarta a estas alturas del enconamiento.
El balance catastr¨®fico de la guerra de Putin no da pie al optimismo sobre un fin pr¨®ximo de los combates. Con el grifo del gas en una mano y la amenaza nuclear en la otra, Putin pretende sembrar este invierno la discordia entre los aliados europeos y entre estos y Estados Unidos. Habiendo declarado formal e irreversiblemente anexionadas las cuatro provincias, y a pesar de no controlarlas en su integridad, intentar¨¢ romper el frente unido alrededor de Volod¨ªmir Zelenski para promover su cesi¨®n definitiva a cambio de la paz. El presidente ucranio ya ha dado la respuesta impl¨ªcita a este envite, al presentar la candidatura de su pa¨ªs a la Alianza Atl¨¢ntica, exactamente la ofensa y el motivo formal por los que Putin se lanz¨® a la guerra. Tiene toda la l¨®gica la contestaci¨®n mesurada del secretario general de la Alianza, Jens Stoltenberg. Ucrania tiene todo el derecho a pedir el ingreso, pero debe obtener el acuerdo de los socios, inviable en las actuales condiciones de guerra abierta con Mosc¨² y de amenaza nuclear rusa.
Nadie puede exigir a Ucrania que ceda ni una pulgada de su territorio soberano, ni siquiera de la pen¨ªnsula de Crimea, tan f¨¢cil como err¨®neamente identificada como territorio hist¨®ricamente ruso, cuesti¨®n que Erdogan se ha encargado de desmentir. Cualquier cesi¨®n territorial corresponde exclusivamente al Gobierno democr¨¢tico de Kiev, a cambio de m¨¢s que s¨®lidas y consistentes garant¨ªas de seguridad para evitar una nueva agresi¨®n rusa, algo que solo puede resolver una cl¨¢usula de defensa mutua del mismo nivel que el art¨ªculo 5 del Tratado Atl¨¢ntico. El antecedente del Memor¨¢ndum de Budapest, que garantizaba la integridad territorial a cambio del desarme nuclear de Ucrania y fue firmado en 1994 y luego violado desde 2014 por Rusia, constituye suficiente argumento para una prevenci¨®n de Kiev que merece todo el apoyo de sus aliados.
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