Delitos de odio
El incremento de los cr¨ªmenes de odio en Espa?a exige movilizar a la sociedad contra la intolerancia
La estad¨ªstica anual sobre delitos de odio en Espa?a vuelve a arrojar un panorama sombr¨ªo. Las dos principales categor¨ªas de este tipo de cr¨ªmenes, los motivados por racismo y por la orientaci¨®n sexual o de g¨¦nero de la v¨ªctima, registraron aumentos significativos que obligan a reflexionar sobre la gesti¨®n de los poderes p¨²blicos y la direcci¨®n del discurso social en Espa?a. Las causas de semejante aumento son sin duda m¨²ltiples pero la responsabilidad del ruido de redes y medi¨¢tico es una de ellas. El a?o pasado se investigaron 1.724 delitos con posible motivaci¨®n de odio. Los que tienen origen en la homofobia o transfobia hacia la v¨ªctima aumentaron un 67,6% respecto a 2019 (466 casos investigados, seg¨²n las cifras de Interior). En el caso de los delitos con m¨®vil racista o xen¨®fobo (639 denuncias investigadas), crecen un 24% en el mismo periodo. A mucha distancia se encuentra el m¨®vil ideol¨®gico, la tercera causa m¨¢s frecuente. Tanto la mayor¨ªa de v¨ªctimas como de agresores tienen entre 26 y 40 a?os, y un alt¨ªsimo porcentaje de los agresores detenidos o investigados (81%) son hombres. Una de cada 10 v¨ªctimas de delitos de odio era menor de edad.
Las cifras no han dejado de aumentar desde 2014. Aunque en parte se debe a una mayor iniciativa para denunciar, las fuerzas de seguridad creen que todav¨ªa ocho de cada 10 de los casos se queda sin denunciar. Espa?a tiene una fiscal¨ªa especializada y un plan espec¨ªfico de Interior para delitos de odio que est¨¢ introduciendo esa sensibilidad en las instituciones. Pero desgraciadamente, la mayor concienciaci¨®n social tiene mucho que ver con tragedias que acaban sirviendo de ejemplo, como el crimen de Samuel Luiz en A Coru?a el a?o pasado. No deber¨ªa ser necesario que muriese alguien para identificar el peligro.
No se nace siendo racista, ni hom¨®fobo, ni xen¨®fobo. El odio se ense?a, se inculca y se legitima. La culpa de la violencia es exclusiva del violento, pero cuando la motivaci¨®n es el odio al diferente, el desprecio a su derecho mismo a existir, esa violencia nos interpela a actuar como sociedad. La violencia al grito de ¡°negro¡± o ¡°maric¨®n¡± nos humilla al negar el derecho elemental de todas las personas a vivir en libertad e igualdad. Por eso es importante que la alerta necesaria ante expresiones vejatorias y deshumanizadoras se materialice en una condena expl¨ªcita y con consecuencias efectivas para quien repudia la diferencia de sexo o raza. Es una lucha interminable pero en nada la favorecen episodios recientes como los gritos desaforados contra la inmigraci¨®n, el islam y el colectivo homosexual por parte Giorgia Meloni, l¨ªder de la extrema derecha italiana, en un mitin de Vox en Andaluc¨ªa, ante el entusiasmo de sus anfitriones. El discurso de odio envenena la convivencia y es la antesala de la violencia, en particular cuando demasiadas veces las redes sociales acogen su difusi¨®n instant¨¢nea en burbujas cerradas y a menudo delictivas.
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