Mensaje de unidad desde Praga
La creaci¨®n de la Comunidad Pol¨ªtica Europea refuerza un proyecto compartido ante la soledad del Kremlin
Los l¨ªderes de 44 pa¨ªses europeos se reunieron este jueves en Praga en el acto inaugural de la Comunidad Pol¨ªtica Europea. El proyecto, impulsado por el presidente Emmanuel Macron, pretende establecer un marco de di¨¢logo pol¨ªtico que facilite la interacci¨®n en el continente m¨¢s all¨¢ del per¨ªmetro de la UE. La iniciativa carece de estructura y capacidad ejecutiva, adolece todav¨ªa de falta de formato y objetivos claros m¨¢s all¨¢ de generalidades, pero merece respaldo en su intenci¨®n y acert¨® en enviar un poderoso mensaje a escala global muy poco grato al Kremlin. Hay, por un lado, 44 Estados europeos que convergen para debatir de su futuro com¨²n en el continente; por el otro, hay otros dos: Rusia y su aliada Bielorrusia.
Los problemas que encara la reci¨¦n nacida Comunidad son m¨²ltiples. Uno de ellos es la presencia en sus filas de miembros con malas relaciones entre ellos ¡ªGrecia y Turqu¨ªa, o la UE y el Reino Unido¡ª o directamente de enemistad ac¨¦rrima ¡ªcomo Armenia y Azerbaiy¨¢n¡ª. Las divergencias que afloraron con Ankara en materia de sanciones a Rusia, de la adhesi¨®n de Suecia a la OTAN o respecto a Chipre simbolizaron los m¨²ltiples horizontes problem¨¢ticos. Incluso al margen de episodios de fricci¨®n abierta, es evidente que ser¨¢ dif¨ªcil encontrar denominadores comunes en un grupo tan heterog¨¦neo.
El estreno de esta iniciativa no es ajeno al viejo proceso de ampliaci¨®n de la UE, claramente estancado. Media docena de pa¨ªses de los Balcanes occidentales y, en una dimensi¨®n diferente, Moldavia, Georgia y la misma Ucrania aspiran a la adhesi¨®n. Alemania es expl¨ªcitamente favorable a avanzar en esa senda, como el canciller Scholz record¨® en un discurso pronunciado precisamente en Praga hace unas semanas, as¨ª como lo es la Comisi¨®n Europea. Pero la reticencia ante el proyecto es tambi¨¦n profunda, especialmente en Francia, promotora de la nueva Comunidad.
En cualquier caso, el proceso de adhesi¨®n debe abordarse desde la exigencia y el realismo a la vez. La aspiraci¨®n de muchos Estados europeos a entrar en la UE es leg¨ªtima, pero esa perspectiva de futuro no puede subestimar los riesgos de desestabilizaci¨®n para los Veintisete que el proceso de ampliaci¨®n podr¨ªa suponer. Los candidatos deben estar realmente preparados y evitar problemas como los vividos en el pasado con adhesiones prematuras. La misma UE debe afrontar su propia mejora de la actual estructura institucional porque algunos de sus mecanismos se han revelado ya poco funcionales o incluso paralizantes. Nadie deber¨ªa descartar la reforma de algunos de ellos ¡ªreducir las ¨¢reas sujetas a veto, redise?ar la representaci¨®n institucional¡ª antes de proceder a una ampliaci¨®n precipitada. El fuerte sentimiento nacionalista y euroesc¨¦ptico que crece en algunos de los Estados miembros no va a facilitar esa reforma, de modo que, en el actual contexto, la cumbre de Praga tiene la virtud de enviar una poderosa se?al de unidad frente a la soledad del Kremlin.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.