Reinventar El Dorado
Espa?a, Latinoam¨¦rica y la Uni¨®n Europea tienen que buscar nuevas ¨¢reas de colaboraci¨®n en un entorno con desaf¨ªos comunes, superando los marcos ideol¨®gicos de las antiguas potencias coloniales
En este renovado af¨¢n por revisar la historia, hay quienes est¨¢n empe?ados en contarnos lo buenos que fuimos en Am¨¦rica. Ning¨²n descubrimiento que lo justifique. Solo interpretaciones que destacan lo positivo ¡ªque, por supuesto, lo hubo¡ª a base de ocultar, a sabiendas, lo que no lo fue.
El pasado no est¨¢ escrito en piedra y la mirada evoluciona con los tiempos, pero este revisionismo actual no pretende entender mejor, acercarnos m¨¢s, sino recuperar un supuesto orgullo espa?ol perdido, el fin de la verg¨¹enza que, dicen, ha predominado en nuestro an¨¢lisis colectivo. Siglos despu¨¦s, seguimos condicionados por la leyenda negra.
En el continente americano, por cierto, tambi¨¦n ha ido ganando espacio un revisionismo simbolizado en actos tan visibles y est¨¦riles como el derribo de estatuas de Col¨®n y otros conquistadores o en la exigencia por parte del presidente mexicano, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, a la Espa?a de hoy de pedir perd¨®n.
Sin quitarle un ¨¢pice de importancia al estudio de la historia, resulta imperioso repensar nuestra relaci¨®n presente y futura con Am¨¦rica Latina, una relaci¨®n que, en el plano de la pol¨ªtica exterior, ha ido languideciendo en los pasados 15 a?os.
Ninguno de los ¨²ltimos gobiernos espa?oles ha tenido una estrategia clara, decidida y perdurable sobre el papel que deber¨ªa tener la regi¨®n ¡ªsabiendo que no es un bloque homog¨¦neo¡ª en nuestra visi¨®n del mundo. Hay mucho de inercia, algo tambi¨¦n de desidia, dando por sentada la fortaleza de la tradici¨®n; hay bastante frustraci¨®n, comprensible, porque El Dorado americano de los a?os noventa ha encontrado cada vez m¨¢s obst¨¢culos seg¨²n cambiaban las tornas pol¨ªticas; hay una polarizaci¨®n ideol¨®gica en torno a partidos y pa¨ªses que se ha convertido en un arma arrojadiza en la propia pol¨ªtica espa?ola. Y ha habido y hay otras prioridades, algo que, oficialmente, cuesta reconocer. La consecuencia es que la influencia pol¨ªtica y el peso econ¨®mico que tuvo Espa?a antes del cambio de siglo se han desinflado. Un espacio que est¨¢ ocupando, sobre todo, China.
Se presenta ahora una nueva oportunidad para replantear dichas relaciones: la presidencia de la Uni¨®n Europea, en la segunda mitad de 2023. Espa?a est¨¢ decidida a hacer de Am¨¦rica Latina uno de los ejes prioritarios de su agenda. Cuenta para ello con la complicidad y el apoyo de Josep Borrell, alto representante para la Pol¨ªtica Exterior y de Seguridad Com¨²n, que ha intentado colocar la regi¨®n en la mira comunitaria desde que lleg¨® al cargo. La pandemia y la guerra en Ucrania no se lo est¨¢n poniendo f¨¢cil.
Algunos de los objetivos de dicha agenda ya se barajan en los pasillos de la diplomacia espa?ola, entre ellos, organizar una cumbre bilateral UE-CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribe?os), que no se celebra desde 2015.
Tambi¨¦n se aspira a completar la firma y puesta en marcha de varios acuerdos comerciales que llevan tiempo pendientes, el m¨¢s ambicioso, el de Mercosur, cuya negociaci¨®n llev¨® m¨¢s de 20 a?os y que fue finalmente cerrado en 2019. Su ratificaci¨®n, sin embargo, est¨¢ paralizada por las reticencias principalmente francesas sobre las pol¨ªticas ambientales del Brasil de Bolsonaro; detr¨¢s asoman adem¨¢s los intereses de los agricultores y ganaderos del pa¨ªs europeo. Fue significativo que, en uno de los debates de la reciente campa?a electoral francesa, Marine Le Pen acusara a Macron de pretender firmar el acuerdo, a lo que este replic¨® con rotundidad que nunca lo har¨ªa. Rebajando expectativas, fuentes diplom¨¢ticas reconoc¨ªan recientemente que ser¨ªa muy dif¨ªcil finalizar este proceso durante la presidencia espa?ola.
Asimismo, se aspira a ratificar la modernizaci¨®n del acuerdo de libre comercio con M¨¦xico, paralizado por una serie de dudas legales y medioambientales generadas por la reforma energ¨¦tica del presidente mexicano. Por ¨²ltimo, la ratificaci¨®n de la modernizaci¨®n del acuerdo de libre comercio con Chile fue frenada por el presidente Boric a su llegada al poder, para poder revisar sus t¨¦rminos, aunque se espera poder sacarla adelante.
Pero el inter¨¦s y la oportunidad de relanzar y reforzar las relaciones Am¨¦rica Latina-Espa?a-Uni¨®n Europea van m¨¢s all¨¢ de los acuerdos de libre comercio. Se trata de buscar nuevas ¨¢reas de colaboraci¨®n en un entorno con desaf¨ªos comunes, en un plano de horizontalidad que supere los marcos mentales de las antiguas potencias coloniales o, incluso, los del discurso en alza de Occidente frente al resto. Y en ese sentido, los mensajes que salen de Bruselas y de Madrid necesitar¨ªan ciertos retoques.
Por una parte, se utiliza el argumento de los valores compartidos. Entre los diplom¨¢ticos se ha puesto de moda decir que Am¨¦rica Latina es la regi¨®n m¨¢s ¡°eurocompatible¡±. El t¨¦rmino suena, como poco, a paternalista. ?Qui¨¦n reparte el carnet de compatibilidad? ?Es as¨ª como se pretende avanzar en un camino de igualdad?
Por otro, el foco est¨¢ en los intereses. La vulnerabilidad de la dependencia energ¨¦tica que la guerra ha puesto de manifiesto obliga a mirar a otros lugares como fuente de diversificaci¨®n. Es obvio que las riquezas naturales del continente americano lo colocan en un lugar excepcional. Pero seguir planteando la regi¨®n como un mero proveedor de materias primas no hace sino perpetuar los esquemas tradicionales y lastrar la proyecci¨®n hacia nuevos modelos productivos.
Junto a estos argumentos hay toda una bater¨ªa de propuestas con una visi¨®n diferente de un futuro compartido, entre ellas, las que examinan las oportunidades de las tres transiciones ¡ªverde, digital y socioecon¨®mica¡ª que lleva tiempo impulsando la Fundaci¨®n Carolina. As¨ª, se busca alinear la apuesta de Espa?a y de la UE por alcanzar una econom¨ªa descarbonizada y sostenible para 2050 con el potencial en renovables del continente con m¨¢s reservas de agua potable y m¨¢s biodiversidad del planeta. Ello implica compartir experiencias y tecnolog¨ªas, y fomentar los intercambios a todos los niveles, desde el acad¨¦mico y de investigaci¨®n hasta los empresariales y los de desarrollo de infraestructuras.
Otro campo es el del desarrollo de la econom¨ªa digital, en donde ambas regiones ¡ªcon enormes diferencias entre ellas¡ª se encuentran lejos de las posiciones de dominio de Estados Unidos y China. La pandemia ha servido para impulsar un ecosistema latinoamericano de innovaci¨®n y emprendimiento que hoy cuenta con m¨¢s de 1.000 start-ups y un valor de m¨¢s de 220.000 millones de d¨®lares. La colaboraci¨®n podr¨ªa contribuir a garantizar un acceso inclusivo al entorno digital y a amortiguar la din¨¢mica de bloques tecnol¨®gicos.
Un tercer campo es el del refuerzo de los sistemas democr¨¢ticos, amenazados en diverso grado en ambas regiones. Los intercambios ah¨ª tambi¨¦n ofrecen una doble v¨ªa. Espa?a y Europa pueden contribuir a reforzar la institucionalidad en los pa¨ªses latinoamericanos, al tiempo que pueden aprender de modelos innovadores que se est¨¢n explorando en Am¨¦rica, entre ellos, la incorporaci¨®n del acervo ind¨ªgena a la democracia liberal, un terreno que permitir¨ªa avanzar en inclusi¨®n y diversidad en las sociedades europeas.
Son solo algunos ejemplos de c¨®mo ambas orillas podr¨ªan reinventar un El Dorado compartido y sostenible.
La oportunidad se da ahora no solo por la pr¨®xima presidencia espa?ola, sino porque el p¨¦ndulo de la pol¨ªtica ha hecho confluir en varios pa¨ªses latinoamericanos gobiernos de izquierda, lo que, sobre el papel, deber¨ªa facilitar la relaci¨®n con el Gobierno de coalici¨®n espa?ol. La ¨¦poca en la que la pol¨ªtica exterior era una pol¨ªtica de Estado, con unas l¨ªneas de consenso entre los partidos mayoritarios, parece haber pasado a mejor vida.
El tiempo, sin embargo, es escaso para la escala de la ambici¨®n. 2023 se presenta con la presi¨®n de un calendario electoral intenso en Espa?a y con un panorama geopol¨ªtico demandante.
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