Conspiraci¨®n delictiva
La enorme condena en EE UU al locutor de extrema derecha Alex Jones pone l¨ªmites necesarios a los bulos que envenenan el debate p¨²blico
Un jurado de Connecticut conden¨® el mi¨¦rcoles a Alex Jones, locutor radiof¨®nico y l¨ªder medi¨¢tico de la extrema derecha paranoica de Estados Unidos, a pagar 965 millones de d¨®lares en indemnizaciones por el da?o causado a las familias de los ni?os asesinados en la escuela primaria Sandy Hook. En aquella escuela primaria, en diciembre de 2012, un exalumno mat¨® a tiros a 20 ni?os de seis y siete a?os, adem¨¢s de seis profesoras. Jones, por entonces un radiopredicador en los m¨¢rgenes de internet, comenz¨® a propagar la teor¨ªa de que la masacre no se hab¨ªa producido, que los padres y los ni?os eran actores y que se trataba de un montaje del Estado profundo para justificar restricciones a la tenencia de armas. Ha mantenido este disparate durante una d¨¦cada, y se ha hecho rico con ¨¦l. Por el camino ha machacado con vileza desde su p¨²lpito a unos familiares que trataban de sobrevivir a un dolor inimaginable. Los padres han recibido amenazas de muerte y agresiones verbales de seguidores de Jones, adem¨¢s de ser humillados sistem¨¢ticamente en el universo ultraderechista de internet.
La indemnizaci¨®n que debe pagar se reparte entre 14 familias demandantes y un agente del FBI v¨ªctimas de los bulos. Se suma a otra anterior de 45 millones de d¨®lares y otra de 4,1 millones. Afecta tanto a Jones como a la empresa editora de su programa InfoWars. La sentencia, que ser¨¢ recurrida, tiene el potencial de arruinar a Jones, que ya declar¨® en quiebra su empresa el pasado verano para evitar el embargo. Jones ha alimentado todas las conspiraciones t¨®xicas de EE UU (est¨¢ investigado tambi¨¦n por el asalto al Capitolio) y con ello ha creado una audiencia que le ha proporcionado patrocinios y un canal de venta con el que ha amasado una fortuna calculada entre 135 millones y 270 millones de d¨®lares.
Jones proclama que las denuncias contra ¨¦l son una operaci¨®n de fuerzas oscuras para sentar un precedente que recorte la libertad de expresi¨®n en EE UU. Es cierto que el delito de difamaci¨®n pone a prueba la ampl¨ªsima versi¨®n de ese derecho que disfrutan los estadounidenses. Pero en este caso confluyen todas las agravantes. Jones era consciente de la mentira, la difundi¨® de forma repetida, se benefici¨® con ello y caus¨® un da?o tangible a las v¨ªctimas de su bajeza. La crueldad de Jones contra estas familias no es muy diferente, por ejemplo, de la que padecieron en Espa?a las v¨ªctimas del 11-M que rechazaron las fabulaciones interesadas con las que algunos medios engordaron su audiencia. En la era de las redes sociales, se trata de un importante precedente para disuadir de la propagaci¨®n irresponsable de bulos que, disfrazados de opini¨®n, niegan la realidad y enfrentan a la sociedad en beneficio de quienes los crean. Los hechos alternativos no existen. Se llaman mentiras. Y cuando producen da?os reales, merecen castigos reales.
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