Los candidatos a la presidencia de Brasil siguen sin presentar un programa de renovaci¨®n
Lo que se ha visto en la campa?a es un triste y vulgar rosario de acusaciones de bajo calibre entre Lula y Bolsonaro
A pocos d¨ªas de las elecciones presidenciales, las m¨¢s pol¨¦micas y con mayores inc¨®gnitas desde los tiempos de la dictadura, los brasile?os siguen sin saber qu¨¦ piensa hacer con el pa¨ªs el que acabe vencedor: el actual presidente, Jair Bolsonaro, o el expresidente Luiz In¨¢cio Lula da Silva. Ninguno de los dos candidatos que se disputan la jefatura del Estado han presentado un programa concreto ni en los temas econ¨®micos ni en los sociales, ambos cruciales en este momento.
El presidente Bolsonaro lo tiene dif¨ªcil porque en estos cuatro a?os de Gobierno ha hecho justamente todo lo contrario de lo que hab¨ªa prometido para elegirse, y ha perdido el tiempo con amenazas de dar un golpe de Estado. Hab¨ªa prometido acabar con la llamada ¡°vieja pol¨ªtica¡± conservadora y corrupta y ha acabado apoy¨¢ndose en lo m¨¢s rancio del Congreso entreg¨¢ndose a ¨¦l y a sus pr¨¢cticas en cuerpo y alma. Hab¨ªa prometido una pol¨ªtica econ¨®mica liberal con la promesa de privatizar las empresas estatales, empezando por Petrobr¨¢s. Hab¨ªa prometido al mundo del dinero reducir al m¨ªnimo el Estado y ha sido al rev¨¦s.
Hab¨ªa prometido acabar con la lacra de la corrupci¨®n pol¨ªtica que seg¨²n ¨¦l hab¨ªa sido obra de la izquierda de Lula, y acab¨® apareciendo que ¨¦l y toda su familia parecen involucrados, al igual que varios ministros de su Gobierno en esc¨¢ndalos de corrupci¨®n.
Y ahora para reelegirse, el presidente est¨¢ usando los m¨¦todos de la vieja pol¨ªtica que ¨¦l condenaba gastando millones de dinero p¨²blico para financiar su candidatura. Y a pesar de ello sus votantes siguen sin saber qu¨¦ har¨ªa y qu¨¦ cambiar¨ªa de su desastroso Gobierno de cuatro a?os. Toda su fuerza la est¨¢ poniendo en que con ¨¦l no volver¨¢n al poder los ¡°odiosos y sat¨¢nicos¡± comunistas, que adem¨¢s existen solo en su fantas¨ªa.
A su vez, tambi¨¦n su contrincante en el pleito, Lula da Silva, que esta vez se presenta como l¨ªder de un abanico de formaciones pol¨ªticas que van desde la izquierda a la derecha no fascista, sigue a pocos d¨ªas de las elecciones sin presentar un programa concreto de Gobierno alegando que ¨¦l ya gobern¨® por dos veces y todos conocen lo que ¨¦l hizo. Lo que ocurre es que desde entonces a hoy no solo Brasil sino la pol¨ªtica mundial ha cambiado y han surgido nuevos problemas que exigen nuevas soluciones, que ninguno de los dos favoritos ha presentado hasta hoy.
Y es esa ambig¨¹edad y recato en presentar a la opini¨®n p¨²blica por ambas partes un programa concreto y detallado que haga frente a los problemas in¨¦ditos lo que el pa¨ªs est¨¢ viviendo, sobre todo en el campo de la econom¨ªa ensanchando los horizontes no solo de la pobreza que abraza a mitad de la poblaci¨®n sino del hambre y de la miseria.
Y, al mismo tiempo, ninguno propone c¨®mo poner freno al infierno de odio desencadenado por la pol¨ªtica de extrema derecha que est¨¢ dividiendo a las mismas familias, que ha exacerbado una criminalidad que ya era grave y ha hecho que, seg¨²n un sondeo de Datafolha de d¨ªas atr¨¢s, el 75% de los j¨®venes se plantee dejar su pa¨ªs si pudiera.
Hasta ahora, lo que se ha visto en la campa?a es un triste y vulgar rosario de acusaciones mutuas de bajo calibre, de acusaciones con sabor a cloaca, que se lanzan ambos candidatos como satanismo, canibalismo, masoner¨ªa, y ¨²ltimamente hasta pedofilia, mientras desde los grandes empresarios hasta los millones de desempleados esperan que les digan c¨®mo van a combatir la grave crisis econ¨®mica y el clima de violencia f¨ªsica y moral que se ha desencadenado en el pa¨ªs.
Quiz¨¢s por ello son muy esperados los ¨²ltimos debates televisivos antes de las elecciones que enfrentar¨¢n a ambos candidatos, ya que podr¨ªan acabar moviendo las fichas de los millones de electores que a¨²n no han decidido a qui¨¦n votar. Y ello justamente porque ninguno de los candidatos ha puesto sobre la mesa, sin ambages ni ambig¨¹edades, qu¨¦ pretenden hacer para que este gran pa¨ªs vuelva a su normalidad democr¨¢tica, recupere su confianza en s¨ª mismo y arranque de ra¨ªz la ciza?a del odio, del desempleo y hasta del hambre que lo azota.
Pronto se sabr¨¢ si el resultado de las elecciones mantendr¨¢ al pa¨ªs en el clima actual de miedo, de desesperanza y de inc¨®gnitas sin resolver o le devolver¨¢ la esperanza de poder volver a espejarse como el pa¨ªs del futuro, cuando se dec¨ªa que ¡°Dios era brasile?o¡±. Ahora lo que a Brasil le sobra son demonios y desesperanza. ?O estar¨¢ llegando el milagro del domingo de resurrecci¨®n?
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