Fin de la abundancia, s¨ª; justicia y ejemplaridad, tambi¨¦n
La capacidad de Macron para llevar a cabo las reformas anunciadas corre el riesgo de toparse no solo con las divisiones en la Asamblea Nacional, sino con la oposici¨®n de la opini¨®n p¨²blica
¡°El fin de la abundancia¡±, ¡°el fin de la despreocupaci¨®n¡±, ¡°el fin de lo evidente¡±... Con un estilo intelectual al que es especialmente aficionado, el presidente Emmanuel Macron ofreci¨® un panorama muy sombr¨ªo de la actualidad en su discurso de oto?o. Seg¨²n ¨¦l, la sucesi¨®n de crisis que estamos viviendo ¡ªcrisis clim¨¢tica, guerra en Ucrania, inflaci¨®n r¨¦cord, subida de los tipos de inter¨¦s...¡ª no es el resultado de una oscura coinci...
¡°El fin de la abundancia¡±, ¡°el fin de la despreocupaci¨®n¡±, ¡°el fin de lo evidente¡±... Con un estilo intelectual al que es especialmente aficionado, el presidente Emmanuel Macron ofreci¨® un panorama muy sombr¨ªo de la actualidad en su discurso de oto?o. Seg¨²n ¨¦l, la sucesi¨®n de crisis que estamos viviendo ¡ªcrisis clim¨¢tica, guerra en Ucrania, inflaci¨®n r¨¦cord, subida de los tipos de inter¨¦s...¡ª no es el resultado de una oscura coincidencia de desgracias que condenar¨ªa a los dirigentes pol¨ªticos a comportarse como bomberos que corren de un incendio a otro. Es el signo de un ¡°gran cambio¡± que debe ser entendido en su totalidad. Est¨¢ claro que no solo persistir¨¢n las dificultades, sino que nuestro modelo de desarrollo, si no nuestra civilizaci¨®n, podr¨ªa verse profundamente afectada.
?El fin de la abundancia? Sab¨ªamos que la lucha contra el cambio clim¨¢tico nos llevar¨ªa a un mundo en el que la energ¨ªa ser¨ªa m¨¢s escasa y m¨¢s cara. Pero la crisis ucrania y el chantaje ruso con el gas han acelerado repentinamente nuestra cita con la sobriedad. Del mismo modo, el agua y la tierra est¨¢n saliendo poco a poco de la era de la abundancia. El estr¨¦s h¨ªdrico se est¨¢ convirtiendo en la norma en muchos pa¨ªses europeos. En cuanto al suelo, ser¨¢ objeto de una competencia cada vez mayor entre la urbanizaci¨®n, la implantaci¨®n de una agricultura menos intensiva, la protecci¨®n de los terrenos naturales y la biodiversidad, y el desarrollo de las energ¨ªas renovables.
El fin de la abundancia tambi¨¦n significa el fin del dinero f¨¢cil. Ante el retorno de la inflaci¨®n, la mayor¨ªa de los bancos centrales han decidido subir sus tipos de inter¨¦s. Este endurecimiento de la pol¨ªtica monetaria se traducir¨¢ en un aumento de los costes del cr¨¦dito y de la deuda p¨²blica, lo que situar¨¢ a los gobiernos europeos en una posici¨®n mucho menos c¨®moda para amortiguar futuras perturbaciones macroecon¨®micas. De hecho, el enfoque de ¡°lo que sea necesario¡± se est¨¢ agotando. Y con ello, la posibilidad de superar las dificultades repartiendo dinero p¨²blico, como hicieron muchos gobiernos europeos (con raz¨®n) durante la pandemia.
?El fin de la despreocupaci¨®n? La situaci¨®n tambi¨¦n se ve ensombrecida por el da?o al comercio internacional. La pandemia ya hab¨ªa puesto de manifiesto la fragilidad de las cadenas de suministro globalizadas. La crisis ucrania lo confirma en clave ofensiva: mientras el choque de armas vuelve a resonar en Europa, el comercio de recursos esenciales (gas, cereales, metales, etc¨¦teta) se ha sumado al arsenal de la guerra h¨ªbrida, junto a los ciberataques y la desinformaci¨®n. La econom¨ªa rusa no es ciertamente una potencia l¨ªder en t¨¦rminos de PIB, pero su centralidad en el comercio de materias primas le da a Vlad¨ªmir Putin los medios para hacernos ¡°bailar¡± todo el invierno. En resumen, es probable que el consumidor europeo experimente penurias de las que no suele acordarse: escasez, desabastecimiento, racionamiento energ¨¦tico, inflaci¨®n de dos d¨ªgitos y... miedo.
El fin de lo evidente. La evidencia de la paz, por supuesto, pero tambi¨¦n de la democracia. El desarrollo de los reg¨ªmenes autoritarios puso a prueba la superioridad del modelo de democracia liberal, que hab¨ªa salido triunfante de la Guerra Fr¨ªa. La globalizaci¨®n de los a?os noventa y 2000 no fue acompa?ada de una generalizaci¨®n de este ideal: el doux commerce, tan querido por los liberales, no se impuso ni a los tiranos ni a la voluntad de poder. Por el contrario, dos modelos alternativos florecieron gradualmente. En primer lugar, la China comunista ha sacado a cientos de millones de personas de la pobreza sin dejarles votar ni una sola vez, lo que desmiente la teor¨ªa de que el desarrollo econ¨®mico y la democracia van necesariamente de la mano. En segundo lugar, los reg¨ªmenes antiliberales han reducido el ejercicio de la democracia a la elecci¨®n del l¨ªder y, a veces, como en Rusia, simplemente han abandonado sus fundamentos: pluralismo, libertad de expresi¨®n, controles y equilibrios...
El diagn¨®stico del presidente franc¨¦s parece l¨²cido: estamos cambiando de ¨¦poca. La econom¨ªa globalizada se fragmenta, la crisis clim¨¢tica se impone, los bienes de primera necesidad amenazan con agotarse y las l¨®gicas imperiales regresan. En estas circunstancias, es importante que los l¨ªderes se esfuercen por abarcar la complejidad del mundo en un discurso de verdad. Pero su funci¨®n tambi¨¦n es elaborar objetivos y un m¨¦todo. El discurso presidencial fue menos claro en este punto. Es cierto que prepar¨® a sus conciudadanos para ¡°pagar el precio de la libertad¡± y aceptar sacrificios. Pero ?c¨®mo nos defenderemos? ?Y c¨®mo se distribuir¨¢n estos esfuerzos?
El alegato constantemente renovado de Macron a favor de una Europa soberana e independiente parece m¨¢s justificado que nunca. Lo mismo ocurre con su compromiso de acelerar la transici¨®n ecol¨®gica (y, por tanto, la salida de los combustibles f¨®siles). Su ambici¨®n de gobernar ¡°con los franceses¡±, implic¨¢ndolos m¨¢s en las decisiones p¨²blicas, ofrece una respuesta al malestar democr¨¢tico, aunque todav¨ªa est¨¢ buscando un m¨¦todo. Pero su capacidad para llevar a cabo las reformas anunciadas (pensiones, seguro de desempleo, etc¨¦tera) corre el riesgo de toparse no solo con las divisiones en la Asamblea Nacional, sino tambi¨¦n con la oposici¨®n de la opini¨®n p¨²blica. Sobre todo, parece dudosa su capacidad de crear las condiciones para una distribuci¨®n justa de los esfuerzos. Probablemente, no sea el momento de recortar impuestos y mantener mecanismos de protecci¨®n arancelaria que benefician tanto a quienes no los necesitan como a quienes s¨ª y que se traducir¨¢n en un r¨¢pido aumento del d¨¦ficit. Tampoco se trata de eximir de sus responsabilidades a los ricos y a las compa?¨ªas petroleras que obtienen beneficios excesivos. Ante los juicios que se avecinan, los ciudadanos franceses, como los dem¨¢s europeos, exigir¨¢n justicia y ejemplaridad.