Desahuciada
Con la pel¨ªcula ¡®En los m¨¢rgenes¡¯ sentimos un pellizco que nos mueve a resolver lo urgente y, despu¨¦s, si a¨²n tenemos energ¨ªa, a intentar cambiar el mundo
Un signo de nuestros tiempos consiste en la desvinculaci¨®n de sentido cr¨ªtico y arte. Pero las ideolog¨ªas ¡ªy criterios derivados¡ª no lo embarran todo queriendo lavar el cerebro a una ciudadan¨ªa que, como si no fueran profundamente ideol¨®gicos, se deja manipular por refranes, sentido com¨²n, centrismo y trending topics. Como si el arte pudiese ser aut¨®nomo gracias a una calidad que nadie sabe en qu¨¦ consiste. La dificultad se agiganta porque una de las guerras culturales preferidas por la derecha es la de ese cine subvencionado que surge de la inquietud social de una clase acomodada: el ¨¦xito neutraliza pol¨ªticamente a socialcomunistas que a la fuerza han de vivir por debajo de sus posibilidades. Si no, llegan las acusaciones de ser incongruentes y lavarse la mala conciencia. Qui¨¦n eres t¨² para hablar de los desahucios teniendo un pisito en Cercedilla. Te desahucian de un dolor y de un modo de entender el arte que no puedes sentir. No servir¨¢ de nada que cites a Pessoa ni a sus fingidores heter¨®nimos: te contestar¨¢n con argumentos del resucitado Luca de Tena y, obviando el patrimonio de Feij¨®o, te dir¨¢n que ¨¦l s¨ª puede salvar a la clase obrera.
Juan Diego Botto y Pen¨¦lope Cruz han rodado En los m¨¢rgenes, pel¨ªcula que conmociona mirando de frente el desahucio en Espa?a: se han producido 400.000 en los ¨²ltimos 10 a?os y a¨²n hoy se ejecutan 100 al d¨ªa. La pel¨ªcula es valiosa por su denuncia y su testimonio ¡ªla espectacularidad del periodismo merca-digital aboca al olvido instant¨¢neo¡ª, por recordar la actualidad de daciones en pago y fondos buitre; tambi¨¦n, por su ritmo narrativo, el entrelazado de historias, expresividad, acci¨®n in crescendo, evoluci¨®n psicol¨®gica de los personajes, formidable trabajo actoral y por esa punta de sentimentalismo en la que la realidad siempre supera la ficci¨®n: me pregunto por qu¨¦ la ficci¨®n debe contenerse y ser civilizada frente a la brutalidad de lo existente. Se retrata el desencanto de unos frente a la b¨²squeda de otras para resolver lacras cotidianas a trav¨¦s del acompa?amiento y la fuerza colectiva contra la violencia del capitalismo. No hay postureo ideol¨®gico en la resistencia de quienes luchan para no quedarse en la calle. Tampoco lo hay en el trabajo de militantes y activistas que descuidan sus afectividades para defender lo ajeno. No todas las personas que hacen pol¨ªtica, desde distintas instancias, son iguales. En los m¨¢rgenes no conforta: moviliza con amargor y una grieta de esperanza. Es cine social que busca el malestar del p¨²blico desechando barreras estil¨ªsticas que definen el cine pol¨ªtico frente al cine social. No es lo mismo Godard que Ken Loach, pero ambos son imprescindibles para la transformaci¨®n del arte y la sociedad m¨¢s all¨¢ del prejuicio de que la cultura no sirve para nada o, como mucho, sirve para volar. No es poca cosa. Con En los m¨¢rgenes sentimos un pellizco que nos mueve a resolver lo urgente y, despu¨¦s, si a¨²n tenemos energ¨ªa, a intentar cambiar el mundo para que esas urgencias no se repitan: el optimismo del arte consiste en esa actitud de confianza hacia el lenguaje. Tambi¨¦n en el disfrute de la lentejuela voladora. Pero no todo funciona igual de bien en la taquilla y quiero expresar mi gratitud hacia dos artistas que podr¨ªan estar ba?¨¢ndose en su piscina de ri?¨®n sin mirar hacia lugares oscuros y cosas de pobres.
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