La realidad del drama de la vivienda supera a la ficci¨®n: ¡°Estuve a punto de quitarme la vida¡±
Estos son algunos de los casos reales de precariedad y desahucios en los que se inspir¨® Juan Diego Botto para su pel¨ªcula ¡®En los m¨¢rgenes¡¯, que se ha estrenado este viernes en cines
¡°Descubrimos que ¨¦ramos pobres y no lo sab¨ªamos¡±, dice Richard Rodr¨ªguez, nacido en Valencia hace 50 a?os. Antes de la crisis de 2008, Rodr¨ªguez trabajaba como mediador intercultural (arbitrando en conflictos entre culturas y nacionalidades en los barrios) para el Ayuntamiento de Madrid. Pero la crisis les quit¨® el empleo, tanto a ¨¦l como a su esposa, y no pudieron seguir pagando su alquiler en Vallecas. La familia ocupa desde 2015 un piso propiedad de un banco en el distrito de Villaverde que hab¨ªa quedado vac¨ªo despu¨¦s de que otra familia fuera v¨ªctima de una ejecuci¨®n hipotecaria. ¡°Se vive con miedo, de forma clandestina, escondidos¡ Cuando escuchas a lo lejos una sirena, piensas que vienen a echarte de casa¡±, explica. Han pedido al banco regularizar su situaci¨®n, un alquiler social, la compra de esa vivienda incierta que ahora es su hogar. Sin ¨¦xito.
El caso de Rodr¨ªguez es uno de los que Juan Diego Botto y su equipo han utilizado como inspiraci¨®n para la pel¨ªcula En los m¨¢rgenes, que se estren¨® este viernes en cines, protagonizada por Pen¨¦lope Cruz, Luis Tosar y el propio Botto, que tambi¨¦n dirige y coguioniza junto con la periodista Olga Rodr¨ªguez. El filme ahonda en el drama de la precariedad, la pobreza y la dificultad de acceso a la vivienda que, como dice Botto, son asuntos que dejan de ser noticia cuando se convierten en algo cotidiano, como est¨¢ sucediendo. En 2021 se produjeron en Espa?a m¨¢s 100 desahucios al d¨ªa, seg¨²n el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Sin embargo, el ser humano es tenaz y tiene desde los albores de la especie una fuerte tendencia a no dormir a la intemperie. Carecer de vivienda no es como carecer de cualquier otro bien, el hogar es la base en la que se radica la existencia y, cuando esta falta, se derrumba todo lo dem¨¢s
El 28 de septiembre se celebr¨® un preestreno de la pel¨ªcula en el auditorio Marcelino Camacho de Comisiones Obreras, en el centro de Madrid, ante decenas de miembros de colectivos como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca o la Coordinadora de Vivienda de Madrid. ¡°La pel¨ªcula se ha mostrado en los festivales de Venecia y San Sebasti¨¢n, pero para nosotros esta es la proyecci¨®n m¨¢s importante¡±, dijo el director. En ese p¨²blico estaban las personas en cuyas casas, cuyas familias, cuyas asambleas, cuyo activismo, se hab¨ªan sumergido los cineastas para salir luego con un guion fiel a la realidad de los afectados. Aun as¨ª, las historias reales superan la ficci¨®n.
Cuando se te cae el mundo encima
¡°Pen¨¦lope Cruz vino a verme, estuvimos hablando, hasta me hizo que le leyese sus partes del guion¡±, cuenta Angelines D¨ªaz, de 48 a?os, moza de almac¨¦n (cuando tiene trabajo). ¡°Yo estaba flipando¡±. Su problema comenz¨® en 2012, cuando no pudo seguir pagando el alquiler en una vivienda social a causa del desempleo. Su marido trabajaba en la construcci¨®n y el sector se paraliz¨®. ¡°Me mandaron una carta diciendo que ten¨ªa que abandonar mi casa en un mes¡ Se te cae el mundo encima cuando recibes esa carta, con una hija de siete a?os y otro de dos¡±, cuenta. Acudi¨® a las asambleas de vivienda y all¨ª se convirti¨® en activista. Los colectivos y las asambleas de vivienda, que se muestran en la pel¨ªcula con cameos de los verdaderos afectados, no solo son un modo de buscar soluciones, sino un apoyo emocional cuanto todo se derrumba.
¡°Somos una familia, cuando vemos a uno mal, le damos apoyo¡±, dice D¨ªaz. Estas organizaciones son m¨¢quinas de convertir afectados en activistas. En ellas hay hombres, pero son sobre todo femeninas: la pel¨ªcula pone el foco sobre el car¨¢cter de estas mujeres luchadoras. D¨ªaz, despu¨¦s de a?os de lucha, de reuniones, de encierros, sigue en su casa: ha conseguido un alquiler que puede pagar. ¡°Eso s¨ª, tengo una deuda por la vivienda de 32.000 euros y 9.000 euros en multas por incidentes en desahucios, gracias a la ley mordaza¡±, se?ala.
Vanesa Fern¨¢ndez, de 43 a?os, de oficio dependienta, trabajadora dom¨¦stica y practicante de muchos otros, sobre todo en negro, se intent¨® quitar la vida una vez. Hab¨ªa accedido a una vivienda de la Agencia de Vivienda Social (AVS) de la Comunidad de Madrid para menores de 35 a?os en 2013 (entonces la AVS se llamaba IVIMA). Pero poco despu¨¦s esa vivienda, en el madrile?o barrio de Las Suertes, fue vendida al fondo de inversi¨®n Encasa Cibeles, participado mayoritariamente por Goldman Sachs. Ese a?o, la Comunidad de Madrid presidida por Ignacio Gonz¨¢lez vendi¨® casi 3.000 viviendas al citado fondo. Y su alquiler comenz¨® a subir, de 140 a 409 euros, un monto que muchos no se pod¨ªan permitir.
En esa situaci¨®n, cualquier gasto inesperado supon¨ªa un escollo y resulta dif¨ªcil alcanzar a pagar la energ¨ªa, el agua, la comida. ¡°No llegu¨¦ al desahucio, pero recib¨ªa much¨ªsimas amenazas, me llamaban por tel¨¦fono, ven¨ªa una asistenta social y me invitaba a irme, me dec¨ªan que no eran una ONG, y ve¨ªa c¨®mo iban echando a mis vecinos¡±, cuenta Fern¨¢ndez. ¡°As¨ª hasta que la presi¨®n me pudo, ten¨ªa mucho miedo a pasar por un desahucio y prefer¨ª irme con mis dos hijos¡±. La violencia de los desahucios, el trauma que produce, puede servir, seg¨²n las asociaciones, para que otros afectados abandonen su vivienda m¨¢s d¨®cilmente, a modo de medida disciplinaria. Los nuevos propietarios dejaron sin luz la escalera del edificio de Fern¨¢ndez, sin antena de televisi¨®n y el ascensor qued¨® inutilizado. ¡°Quer¨ªan hacernos la vida imposible¡±, se?ala la afectada.
Todo el proceso, unido al embarazo y al parto, le produjo una depresi¨®n. Luego fue de casa en casa, intent¨® ocupar una vivienda de un banco, pero no lo consigui¨®, la puerta era muy resistente y ella no ten¨ªa muchos conocimientos en esta disciplina. ¡°Hay momentos en que hay que tomar decisiones radicales para sobrevivir¡±, explica Fern¨¢ndez, ¡°pero para todo hay que saber¡±. As¨ª, hasta acabar en la calle, de donde la recogi¨® el padre de su hija. En 2018, debido a los problemas econ¨®micos, tuvo que internar a su hijo en un colegio, porque la situaci¨®n le estaba perjudicando en sus estudios. ¡°Esto ya me afect¨® el doble, el hecho de que se separara mi familia, y en diciembre no pod¨ªa m¨¢s: intent¨¦ suicidarme y acab¨¦ en un psiqui¨¢trico ocho d¨ªas¡±, relata Fern¨¢ndez. ¡°No era due?a de mi mente¡±. Ahora vive en un piso de una organizaci¨®n que lucha por el derecho a la vivienda.
Decrece la conciencia social
El movimiento contra los desahucios cobr¨® fuerza y fama en la anterior crisis y al calor del movimiento 15-M, pero, aunque los problemas permanecen, e incluso se intensifican, parece que la forma de verlos es diferente. ¡°La situaci¨®n en los medios ha cambiado mucho¡±, asegura Rodr¨ªguez. ¡°Antes, cuando se hablaba del problema de la vivienda, se hablaba de desahucios, especulaci¨®n, bancos, fondos buitre; ahora en la tele se habla solo de la ocupaci¨®n, para meter miedo. Los que ocupamos no somos delincuentes, somos mayoritariamente familias sin recursos¡±. Seg¨²n cuentan, el movimiento por la vivienda no vive su mejor momento. ¡°La gente no se implica como antes¡±, dice D¨ªaz, ¡°hay menos conciencia social¡±.
El diagn¨®stico y las posibles soluciones que dan todos los afectados son los mismos: en Espa?a falta vivienda p¨²blica, como se ve al comparar con los pa¨ªses del entorno, la Sareb (el ¡°banco malo¡±) deber¨ªa ceder m¨¢s pisos para alquiler social, la vivienda se ha convertido en un objeto de especulaci¨®n y no en un derecho como afirma la Constituci¨®n, es necesaria una Ley de Vivienda eficaz y parar los desahucios, etc¨¦tera. Por cosas como estas luchan estos colectivos, que convirtieron el preestreno en una fiesta con consignas, discursos y canciones. ¡°Para nosotros es un gran reconocimiento que se estrene esta pel¨ªcula¡±, afirma Rodr¨ªguez. ¡°Disfrut¨¦ mucho del rodaje, excepto cuando, en pleno set, recib¨ª mi novena orden de desahucio. No pod¨ªa dejar de llorar, de verg¨¹enza, de impotencia¡±.
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