El ascenso del fascismo, cien a?os despu¨¦s
El r¨¦gimen de Mussolini estuvo desde sus inicios inextricablemente unido a la brutalizaci¨®n de la pol¨ªtica, a la necesidad de purificar con la violencia esa sociedad decadente
El fascismo, tal y como germin¨® y se desarroll¨® en Italia, fue b¨¢sicamente un producto de la Primera Guerra Mundial. La guerra result¨® larga, destructiva y ocasion¨® un gran trastorno en la pol¨ªtica y en la sociedad. Cuando la guerra acab¨® con la derrota de los Poderes Centrales, el balance de v¨ªctimas para Italia era tr¨¢gico: m¨¢s de medio mill¨®n de muertos, 600.000 soldados capturados y un mill¨®n de heridos, de los cuales casi la mitad quedaron inv¨¢lidos para siempre
El orden pol¨ªtico que hab¨ªa posibilitado el dominio del liberalismo antes de 1914 comenz¨® a resquebrajarse. Las huelgas y ocupaciones ilegales se extendieron por la agricultura y la industria en los dos a?os que siguieron a la firma del armisticio, un momento de disturbios sociales conocido como el biennio rosso (1918-1919).
Los patronos de las industrias y los propietarios ricos del campo, los agrari, sintieron esa oleada de militancia como el comienzo de la revoluci¨®n bolchevique en Italia, la prolongaci¨®n de lo que hab¨ªa ocurrido en Rusia en octubre de 1917, y comenzaron a pensar en nuevas formas de ordenar las relaciones laborales y a financiar grupos armados para destruir a los sindicatos y castigar a los socialistas m¨¢s activos y radicales.
La Paz de Versalles, rubricada en junio de 1919, hizo sangrar todav¨ªa m¨¢s las heridas de guerra no cicatrizadas. Italia, como vencedora en la guerra, recibi¨® importantes ganancias a costa de su enemigo tradicional, el Imperio austroh¨²ngaro, como la frontera en el paso de Brenner, la anexi¨®n de la ciudad de Trieste y una buena parte de Istria, aunque no obtuvo colonias en ?frica y en Oriente Pr¨®ximo, el sue?o de muchos nacionalistas que se sintieron agraviados por esa ¡°victoria mutilada¡±.
Fue en ese escenario en el que Benito Mussolini, un exdirigente socialista, desarroll¨® su proyecto de una revoluci¨®n de nuevo tipo, antimarxista, que derribara al sistema liberal, destruyera el poder pol¨ªtico y sindical del socialismo y del comunismo y llevara a una nueva clase dominante al poder.
El minoritario grupo que se reuni¨® en Mil¨¢n en marzo de 1919 para constituir el Fascio di Combattimento se transform¨® en noviembre de 1921 en el Partito Nazionale Fascista (PNF). Un a?o despu¨¦s, Mussolini era ya jefe de Gobierno.
Mussolini y los fascistas se aprovecharon del vac¨ªo pol¨ªtico creado por la crisis de los gobiernos liberales. El 16 de octubre de 1922, un grupo de l¨ªderes fascistas traz¨® un plan de insurrecci¨®n redactado por Italo Balbo que consist¨ªa en ocupar las centrales telef¨®nicas, edificios p¨²blicos y estaciones de ferrocarriles de las grandes ciudades. Despu¨¦s, desde diferentes lugares, las columnas converger¨ªan en Roma.
Luigi Facta, el presidente del Gobierno, le present¨® al rey el decreto de ley marcial que permitiese usar las topas contra los fascistas. Pero V¨ªctor Manuel se opuso y el Gobierno dimiti¨®. El rey conoc¨ªa las simpat¨ªas de algunos militares por los fascistas y prefiri¨® no crear una divisi¨®n en las Fuerzas Armadas. Adem¨¢s, los mismos pol¨ªticos liberales hab¨ªan declarado en p¨²blico en varias ocasiones la necesidad de que los fascistas estuvieran en el Gobierno, e importantes hombres de la econom¨ªa desde Mil¨¢n, como Alberto Pirelli y Gino Olivetti, apoyaban una coalici¨®n con los fascistas.
El 28 de octubre, Antonio Salandra recibi¨® el encargo de formar Gobierno. Mussolini, que ten¨ªa las cartas en la mano, con las escuadras fascistas aproxim¨¢ndose a Roma y sabiendo que el ej¨¦rcito no las iba a parar, le dijo al l¨ªder conservador que no participar¨ªa en ning¨²n Gobierno que no estuviera presidido por ¨¦l. Viaj¨® desde Mil¨¢n en tren, aunque la leyenda posterior lo present¨® entrando en Roma al frente de los grupos fascistas, y el 29 de octubre, con 39 a?os, se convert¨ªa en el primer ministro m¨¢s joven de Italia.
Mussolini subi¨® al poder con una combinaci¨®n de violencia paramilitar y maniobras pol¨ªticas, sin necesidad de tomarlo militarmente o ganar unas elecciones. Aquello no fue una toma del poder por procedimientos armados, ni una revoluci¨®n, pese al mito forjado despu¨¦s por el fascismo victorioso. Fue el rey quien nombr¨® a Mussolini jefe de Gobierno, una decisi¨®n que aplaudieron muchos, que esperaban que el socialismo, sus representantes pol¨ªticos y su poder sindical dejaran de amenazar a las clases acomodadas y al orden social durante un tiempo.
Un a?o despu¨¦s, Mussolini escribi¨® que la destrucci¨®n del Estado liberal hab¨ªa comenzado inmediatamente despu¨¦s de la Marcha sobre Roma, con la creaci¨®n, el 12 de enero de 1923, de la Milizia Voluntaria per la Sicurezza Nazionale (MVSN), que proporcion¨® una base legal para la organizaci¨®n militar del Partido Fascista.
Naci¨® as¨ª lo que Emilio Gentile denomina el ¡°Partido Milicia¡±, el primer partido de masas en la historia contempor¨¢nea de Europa ¡°en institucionalizar la militarizaci¨®n de la pol¨ªtica¡±. La violencia, ¡°el uso de la organizaci¨®n paramilitar con finalidad terrorista¡±, fue el ¡°elemento fundacional¡± sobre el que el fascismo defini¨® ¡°su identidad de origen y elabor¨® su cultura pol¨ªtica¡±.
Esa violencia tuvo un efecto profundo en la sociedad italiana, en quienes la practicaban y en quienes la sufr¨ªan o la contemplaban: el squadrismo, los grupos paramilitares de arditi que vest¨ªan las camisas negras, gener¨® una ¡°aclimataci¨®n a la violencia¡± que condicion¨® las respuestas a las pol¨ªticas represivas. As¨ª se prepar¨® el camino a la dictadura, al ¡°nuevo orden fascista¡± y al ¡°consenso¡±, a esa aparente aceptaci¨®n popular de la autoridad que el fascismo habr¨ªa logrado crear en la sociedad italiana en los a?os finales de la d¨¦cada de los veinte y comienzos de los treinta, seg¨²n el conocido argumento de Renzo de Felice.
Ese proceso de cimentaci¨®n de la dictadura fascista dentro de las estructuras del Estado tradicional tuvo lugar a lo largo de 1925 y 1926, con una serie de medidas represivas que eliminaron la libertad de prensa, extendieron los poderes del Gobierno para la detenci¨®n de ciudadanos y crearon una polic¨ªa secreta, la OVRA (Organizzazione di Vigilanza e Repressione dell¡¯Antifascismo), el equivalente m¨¢s pr¨®ximo a la polic¨ªa secreta nazi, la Gestapo, aunque quien controlaba a la OVRA era el Estado y no el partido, como ocurri¨® en Alemania.
El fascismo italiano alcanz¨® en esa d¨¦cada que sigui¨® al establecimiento de la dictadura de Mussolini su punto m¨¢s alto de gloria y prestigio y fue, hasta la subida al poder de Hitler y los nazis en 1933, el ¨²nico y ejemplar modelo para los movimientos autoritarios de derecha. Los fascistas se apoderaron de todos los puestos de la alta burocracia e institucionalizaron un amplio e innovador experimento social de nuevas relaciones entre el poder y las masas, magnificado por la propaganda y el culto al Duce.
M¨¢s tarde llegar¨ªan las guerras. Y el balance de tanta guerra y tiran¨ªa, pese a que Mussolini siempre parece ocupar un lugar menor al lado de otros criminales de su ¨¦poca como Hitler o Stalin, fue brutal y al menos un mill¨®n de italianos murieron por los campos de batalla de Libia, Etiop¨ªa, Espa?a, Albania y despu¨¦s en su propio suelo durante la Segunda Guerra Mundial.
M¨¢s all¨¢ de la oratoria patri¨®tica, las camisas negras, el saludo romano, la glorificaci¨®n de la virilidad y de la juventud, el fascismo estuvo siempre desde sus inicios inextricablemente unido al militarismo, a la brutalizaci¨®n de la pol¨ªtica, a la necesidad de purificar con la violencia esa sociedad decadente. Empaparon la tierra con sangre. Una historia de ambiciones imperiales y totalitarias, de atrocidad moral. Para pensar y aprender, cien a?os despu¨¦s.
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