Los delitos y las penas
Cuando todos los condenados por el juicio del ¡®proc¨¦s¡¯ han declarado hasta la saciedad que volver¨¢n a intentarlo, la maniobra de S¨¢nchez solo evidencia sumisi¨®n a la paranoia independentista
En un proceso penal ¡°la finalidad del castigo es asegurarse de que el culpable no reincidir¨¢ en el delito y lograr que los dem¨¢s se abstengan de cometerlo¡±. Hace m¨¢s de 250 a?os el marqu¨¦s de Beccaria firm¨® esta reflexi¨®n, fundamento y esencia de su ensayo De los delitos y las penas. Es una idea todav¨ªa vigente en muchos c¨®digos penales de nuestros d¨ªas. Acud¨ª a buscar la cita al hilo de la jornada electoral norteamericana. Entre otras cosas se somet¨ªa a refer¨¦ndum la abolici¨®n de los trabajos forzados en las c¨¢rceles de cinco Estados. Uno de ellos, Luisiana, decidi¨® mantener ese tipo de castigo, permitido parad¨®jicamente por la Constituci¨®n en la redacci¨®n de la misma enmienda que aboli¨® la esclavitud. No sab¨ªa yo a¨²n que tan venerables principios jur¨ªdicos y morales consagrados en el citado ensayo iban a ser machacados por las decisiones inmediatas del secretario general del partido socialista espa?ol.
No voy a entrar en lo acertado o no de la redacci¨®n del art¨ªculo 544 del C¨®digo Penal que por el momento define lo que es sedici¨®n. Desde los romanos, una sedici¨®n se ha considerado siempre como una revuelta contra el orden existente: una rebeli¨®n o una incitaci¨®n a la misma. Al margen de la arquitectura legal que se establezca, consiste en un desaf¨ªo al poder establecido. Como en el caso espa?ol este emana de la soberan¨ªa popular, la sedici¨®n es cuando menos una conspiraci¨®n para sustituir el poder leg¨ªtimo democr¨¢tico por otro ileg¨ªtimo e ilegal por mucha fuerza armada o popular que le acompa?e: un aut¨¦ntico delito contra la Constituci¨®n. Por eso muchos calificaron de golpe de Estado la declaraci¨®n unilateral de independencia por el Parlament de Catalu?a. Y se pongan como se pongan los se?ores redactores del bodrio de ley presentado en las Cortes, eso no tiene necesariamente que ver con los des¨®rdenes p¨²blicos. La historia est¨¢ llena de sediciones y rebeliones que se consuman en los pasillos y hasta en las alcobas de palacio.
La desverg¨¹enza del Gobierno al anunciar su prop¨®sito de eliminar el delito de sedici¨®n tiene que ver con el contenido de la propuesta, pero tambi¨¦n con sus modos. Respecto al primero no hay que estudiar mucho, pues la propia Constituci¨®n en su art¨ªculo segundo dice que se fundamenta ¡°en la indisoluble unidad de la Naci¨®n espa?ola, patria com¨²n e indivisible de todos los espa?oles¡±. La bufonada de Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y compa?¨ªa fue una agresi¨®n frontal a la democracia y a los derechos de los ciudadanos que la Constituci¨®n garantiza. Los des¨®rdenes p¨²blicos se originaron durante la votaci¨®n del refer¨¦ndum ilegal, pero la sedici¨®n misma, la revuelta contra el poder establecido, tuvo lugar en sede parlamentaria con la declaraci¨®n de independencia. Parad¨®jicamente, al eliminar ahora la sedici¨®n, el ¨²nico art¨ªculo que podr¨¢ aplicarse a quienes declaren violenta y p¨²blicamente la independencia de una parte del territorio nacional es el que condena la rebeli¨®n. No especifica que la violencia sea necesariamente f¨ªsica, puede ser moral. La violaci¨®n de las leyes por quienes las han jurado entra de lleno en esa consideraci¨®n. Por lo que el presidente Pere Aragon¨¦s, tan contento ¨¦l, deber¨ªa precaverse ante eventuales artima?as. Es conocida la habilidad de Pedro S¨¢nchez para dar la espalda a sus m¨¢s fieles seguidores, y su descarnado pragmatismo sobresale en cuanto considera en peligro su posici¨®n personal.
La menci¨®n al maestro Beccaria pone de relieve el fraude pol¨ªtico y ¨¦tico que la propuesta enviada a las Cortes conlleva: seg¨²n ¨¦l, las penas no deben ser tanto un castigo por los pecados cometidos, sino una forma de evitar que vuelvan a producirse. Por lo mismo, cuando todos los condenados por el juicio del proc¨¦s han declarado hasta la saciedad que volver¨¢n a intentarlo, la maniobra de S¨¢nchez solo evidencia sumisi¨®n a la paranoia independentista.
Pero peor que el contenido de la proposici¨®n son las formas que la rodean y que revelan el desprecio continuado del primer ministro al Parlamento. Ninguna novedad. En sus memorias, el que fuera presidente de las Cortes y esforzado dirigente socialista Gregorio Peces Barba ya criticaba la tendencia a disminuir al m¨¢ximo el poder del Parlamento, que para cualquier dem¨®crata es la clave del sistema. La combinaci¨®n de las leyes electorales, el clientelismo de los partidos, el reglamento de las C¨¢maras y la parcialidad de sus presidentes ha logrado que el fundamental ¨®rgano de control del Ejecutivo sea en realidad controlado por los gobiernos de turno, basados en un comportamiento de las mayor¨ªas que trata de anular a las minor¨ªas. El que una reforma del C¨®digo Penal de este calibre se pacte en la oscuridad de una mesa de di¨¢logo, se hurte al conocimiento de los partidos centrales de la C¨¢mara y se acuerde con los mismos delincuentes que vulneraron la ley es un desprop¨®sito. Encima se anuncia por el presidente en un programa de televisi¨®n con su entrevistador de c¨¢mara, asiduo a las tertulias de la mafia policial y period¨ªstica que agitaba el comisario Jos¨¦ Manuel Villarejo. Y lo presenta como proposici¨®n de ley y no como proyecto gubernamental para evitar los informes preceptivos necesarios. Por si fuera poco, ese mismo d¨ªa la portavoz del Gobierno muestra su animadversi¨®n al periodismo profesional pidiendo que los telediarios se conviertan en la voz de su amo, como si muchos de ellos no lo fueran ya. Ni a la jefa de prensa de Donald Trump se le podr¨ªa ocurrir cosa semejante. Ya solo cabe esperar que las ministras del Me Too llamen fascistas a cuantos no les parezca bien esta flagrante agresi¨®n contra los valores de nuestra democracia. Pero ¡°el deber primordial de los representantes socialistas elegidos en las urnas es defender lo intereses de su respectivo sector local o regional sin otras limitaciones que las impuestas por el supremo inter¨¦s de la patria¡±. Este es el ruego que Indalecio Prieto hizo en el front¨®n de Ortuella en 1911. Todav¨ªa el fascismo no se hab¨ªa inventado.
Ignoro si en las escuelas de verano del PSOE se ense?an esas cosas, pero otro socialista vasco, Patxi L¨®pez, ha declarado que los votantes socialistas entender¨¢n la conveniencia de este proyecto de ley. Quiz¨¢ algunos electores s¨ª, pero tres presidentes auton¨®micos, tan socialistas como cualquier otro, no parecen entenderlo y lo han criticado abiertamente. En cuanto a la afirmaci¨®n de que Catalu?a est¨¢ hoy mejor que en 2017, sugerida por S¨¢nchez para defender su pol¨ªtica, no es sostenible. Ha perdido el liderazgo de la econom¨ªa espa?ola y ha generado una brecha profunda entre la renta media per c¨¢pita respecto a la de Madrid, que le aventaja ahora en m¨¢s de 5.000 euros anuales. Eso se debe en gran medida a la fuga empresarial y de cerebros tras el proc¨¦s y a un crecimiento de la inseguridad ciudadana en la capital de la autonom¨ªa donde se han repetido serios des¨®rdenes p¨²blicos. No s¨¦ si agravados, pues este es un t¨¦rmino tan impreciso que no merece figurar entre los tipos penales.
Le convendr¨ªa a S¨¢nchez repasar el cap¨ªtulo del Quijote donde se narra su decisi¨®n de liberar a unos galeotes presos de manera inhumana y quiz¨¢s injusta. Concedida su libertad, les pide que en agradecimiento rindan tributo de sus cadenas a do?a Dulcinea, a lo que el m¨¢s rufi¨¢n de los indultados se niega en nombre de todos ellos. Don Quijote se irrita tanto que le llama hijo de puta. En consecuencia, los presos ya liberados propinan al de la triste figura, su escudero y su caballo, una aut¨¦ntica lluvia de pedradas. Con lo que don Quijote ¡°qued¨® mohin¨ªsimo de verse tan malparado por los mismos a los que tanto bien hab¨ªa hecho¡±. A Dios roguemos para que eso no suceda a nuestros generosos pr¨®ceres socialistas.
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