¡®Suum cuique¡¯
Ahora pasamos de la sedici¨®n a la sedaci¨®n. Tranquilos, no crispemos, fijaos en las leyes de Luxemburgo o el Vaticano
Si no me equivoco, el C¨®digo Penal es el inventario circunstanciado de los castigos establecidos para quienes violan las leyes. Su objetivo es escarmentar a los delincuentes y disuadir a quienes pretenden imitarles. L¨®gicamente, los delitos m¨¢s perseguidos son aquellos de mayor repercusi¨®n social negativa y que afectan de modo m¨¢s directo a los cimientos de la comunidad que dicta las normas. El robo de caballos, por ejemplo, era penado con la horca en muchos lugares del far west, algo muy comprensible dada la importancia vital que ten¨ªan los caballos entre aquellos pioneros y la frecuencia all¨ª de ese delito. En cambio, la compraventa de novelas pornogr¨¢ficas no exig¨ªa una legislaci¨®n muy severa, puesto que los vicios que depend¨ªan de la lectura y la propia lectura como vicio eran tentaciones raras a las que pocos sucumb¨ªan y que desde luego no amenazaban mayormente la paz social en el Oeste.
Para justificar la supresi¨®n del delito de sedici¨®n y su sustituci¨®n por la alteraci¨®n agravada del orden p¨²blico (algo as¨ª como sustituir el abigeato por el tr¨¢fico de fotos pornogr¨¢ficas) dicen los jetas que se trata de homologar nuestra legislaci¨®n con la de pa¨ªses vecinos. Pero lo que nos diferencia de esos pa¨ªses es que aqu¨ª tenemos la amenaza de un separatismo antic¨ªvico encabezado por cargos institucionales, que la ley contra la sedici¨®n trataba de combatir. Ahora pasamos de la sedici¨®n a la sedaci¨®n. Tranquilos, no crispemos, fijaos en las leyes de Luxemburgo o el Vaticano. Es como si en los a?os m¨¢s feroces de la Cosa Nostra (nombre exacto para cualquier separatismo, por cierto) las leyes antimafia italianas se hubieran suprimido o edulcorado¡ a solicitud de Tot¨° Riina. ?As¨ª se aliviar¨¢ la tensi¨®n en Sicilia!, dir¨ªan los hombres de paz tipo Otegi o S¨¢nchez-Cuenca¡
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