Gen¨¦ricos estancados
La par¨¢lisis que vive la prescripci¨®n por principio activo aleja a Espa?a de las medias de otros pa¨ªses europeos en m¨¢s de un 20%
El ahorro estimado tras la implantaci¨®n de los medicamentos gen¨¦ricos en Espa?a hace 25 a?os es de unos 25.000 millones de euros en la factura farmac¨¦utica. La posibilidad de prescribir un medicamento gen¨¦rico cuando terminaba la patente tuvo que vencer fuertes resistencias y una campa?a mendaz destinada a hacer creer que no eran tan seguros ni eficaces como los de marca.
Hoy nadie discute la seguridad y la bioequivalencia de los gen¨¦ricos. Tras unos primeros a?os de dificultad, su uso se generaliz¨® a partir de 2008 gracias a una serie de normas que fomentaban su uso, entre ellas la prescripci¨®n por principio activo y la obligaci¨®n por parte de las farmacias de dispensarlo. Pero lo que permiti¨® despegar a los gen¨¦ricos fue la implantaci¨®n de un sistema de precios de referencia todav¨ªa vigente que fija como tope el promedio de las tres ofertas de precio m¨¢s baratas. Este sistema ha tenido tanto ¨¦xito que ha provocado que las marcas se hayan visto impelidas a bajar tambi¨¦n el precio de sus medicamentos, una vez vencida la patente, para poder competir con los gen¨¦ricos. Ese ¨¦xito es lo que ha permitido un importante ahorro al sistema sanitario.
Sin embargo, la penetraci¨®n de los gen¨¦ricos en el mercado de medicamentos espa?ol est¨¢ estancada desde 2015 en un 41% de las unidades vendidas, cuando la media europea es del 65%. Ante los signos de retroceso y la creciente competencia de las marcas, el sector pide medidas que les permitan ganar cuota de mercado. Esta situaci¨®n es la que debe abordar el Plan de Gen¨¦ricos y Biosimilares, cuya concreci¨®n se paraliz¨® a causa de la pandemia. El sector pide poder diferenciarse de las marcas con un precio menor, al menos en el primer a?o tras el vencimiento de la patente, y recuperar la preferencia en la dispensaci¨®n en farmacia cuando la receta sea por principio activo.
Las medidas que se apliquen deben estudiarse con cuidado, pues en nuestro sistema cualquier modificaci¨®n puede tener efectos indeseados. Por ejemplo, permitir que la marca pueda vender el principio activo a un precio m¨¢s alto, aunque sea a coste del usuario, como ocurre en Alemania o Portugal, puede hacer pensar que esa diferencia se debe a que la marca es mejor que el gen¨¦rico, cuando no es as¨ª. No hay razones para introducir otro copago, aunque sea voluntario. En cambio, incentivos en la dispensaci¨®n s¨ª podr¨ªan ser beneficiosos para el conjunto del sistema. La cuesti¨®n es ?por qu¨¦ deber¨ªa favorecerse m¨¢s a la industria de gen¨¦ricos que a la industria de marcas innovadoras? Descontado el incentivo del ahorro, que ya est¨¢ garantizado, hay una raz¨®n m¨¢s: disponer de una industria de gen¨¦ricos s¨®lida y din¨¢mica protege frente a posibles desabastecimientos. Siete de cada 10 gen¨¦ricos que se venden est¨¢n fabricados en Espa?a, y ese es otro activo importante.
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