Yolanda D¨ªaz y el consejo de la Pasionaria
La ministra ha descuidado al electorado de Podemos, muy victimizado pol¨ªticamente y anclado en una ¨¦tica de la resistencia. Parece dif¨ªcil lanzar un proyecto pol¨ªtico que se denomina Sumar sin reconciliarse con el espacio de Pablo Iglesias
Yolanda D¨ªaz ha movido los marcos. Esta expresi¨®n no dir¨¢ gran cosa a buena parte de los lectores, sin embargo, muchos gallegos al leerla la asociamos r¨¢pidamente con una imagen recurrente en la Galicia rural para describir la pr¨¢ctica, generalmente clandestina, de alterar las marcas que delimitan un terreno ajeno en beneficio propio. Yolanda D¨ªaz, en su sugerente pr¨®logo de la reedici¨®n de El manifiesto comunista de Karl Marx y Friedrich Engels (Galaxia Gutenberg, 2021), afirmaba que los autores ¡°movieron los marcos invisibles del pensamiento occidental. A la vista de todo el mundo, a plena luz del d¨ªa. Ambos abrieron una nueva conversaci¨®n. Con un esp¨ªritu tan esperanzado como revolucionario, trastocando convenciones y denunciando injusticias at¨¢vicas¡±. Pues Yolanda D¨ªaz ha movido los marcos de la pol¨ªtica espa?ola, y tambi¨¦n lo ha hecho a la vista de todo el mundo y a plena luz del d¨ªa, con su proceso de escucha, recorriendo todo el pa¨ªs, catapultada por su imagen como l¨ªder pol¨ªtica mejor valorada y por una productiva gesti¨®n al frente del Ministerio de Trabajo, tal y como avalan la reforma laboral, las subidas del salario m¨ªnimo, la ley rider y los Ertes.
D¨ªaz, una militante comunista que pretende encabezar un espacio pol¨ªtico a la izquierda del PSOE ideol¨®gicamente heterog¨¦neo, electoralmente fragmentado y personalmente enfrentado; tambi¨¦n ha abierto una nueva conversaci¨®n, obligando al resto de actores pol¨ªticos a posicionarse ante la irrupci¨®n de un nuevo sujeto electoral, Sumar, que puede cambiar la correlaci¨®n de fuerzas parlamentarias en la pr¨®xima legislatura. Su proyecto ha despertado esperanzas no solo entre un electorado a la izquierda del PSOE que ya mostraba signos de aletargamiento en las ¨²ltimas convocatorias electorales, sino tambi¨¦n entre parte de los votantes socialistas, que miran con simpat¨ªas tanto las formas como los resultados de la vicepresidenta segunda.
Sus or¨ªgenes familiares, como hija del hist¨®rico dirigente comunista y sindicalista gallego Suso D¨ªaz; su trayectoria profesional, como abogada laboralista; y su experiencia en pol¨ªtica, como concejal y teniente de alcalde en Ferrol, diputada en el Parlamento de Galicia y en el Congreso de los Diputados, avalan una trayectoria m¨¢s cercana a la solidez institucional que al adanismo de parte de la nueva pol¨ªtica. No obstante, esa formaci¨®n de la vieja escuela no supuso impedimento alguno para romper con algunos esquemas tradicionales, como fue el lanzamiento de la innovadora coalici¨®n Alternativa Galega de Esquerda de 2012, con el asesoramiento de un Pablo Iglesias de 33 a?os; o para darse de baja en Izquierda Unida en 2019 por no respaldar de forma decidida la estrategia negociadora de un Pablo Iglesias, entonces de 41 a?os, para forzar un Gobierno de coalici¨®n. Y aqu¨ª aparece un nombre clave en la vida pol¨ªtica de Yolanda D¨ªaz, el del fundador de Podemos, Pablo Iglesias. Amigo personal de D¨ªaz desde ese mismo a?o 2012 y uno de sus m¨¢ximos valedores pol¨ªticos, la propuso como ministra de Trabajo dentro del Gobierno de coalici¨®n y como candidata electoral a la presidencia del Gobierno tras la dimisi¨®n del propio Iglesias como vicepresidente del Gobierno.
Pero al mover los marcos, Yolanda D¨ªaz tambi¨¦n los ha movido a nivel interno, en su propio espacio pol¨ªtico. La pretensi¨®n de Sumar de incorporar a los partidos pol¨ªticos pero ir m¨¢s all¨¢ de sus siglas, y por lo tanto presentarse como un proyecto libre de ataduras e intereses partidistas, ha significado para Yolanda D¨ªaz un claro distanciamiento con su antiguo compa?ero de viaje. La actitud de este ¨²ltimo ha llevado el enfrentamiento hasta un punto de dif¨ªcil retorno, con ataques personales incluidos. Por su parte, D¨ªaz ha optado hasta la fecha por no alimentar el conflicto con alusiones directas, aunque tampoco se prodigue en gestos de distensi¨®n y mantenga en p¨²blico una supuesta indiferencia que puede confundirse con la inacci¨®n. No es objeto del presente art¨ªculo tratar el contradictorio y err¨¢tico papel de Pablo Iglesias en todo este proceso, sino reflexionar sobre las propias contradicciones de D¨ªaz, que haberlas haylas, siguiendo con otra recurrente expresi¨®n de la Galicia rural.
Dejando a un lado la idoneidad de los tempos escogidos (con una D¨ªaz que todav¨ªa debe confirmar su m¨¢s que probable candidatura electoral) y la conveniencia de determinados gestos (como la asistencia al famoso mitin de Valencia de noviembre de 2021 sin la presencia de Podemos), si la comunicaci¨®n pol¨ªtica se basa en im¨¢genes (reales o mentales), resulta evidente que no han abundado las im¨¢genes de reconocimiento a lo que ha significado Podemos. Una dirigente que defiende la pol¨ªtica de los afectos ha descuidado los afectos hacia una parte de su espacio pol¨ªtico, muy victimizado pol¨ªticamente y anclado en una ¨¦tica de la resistencia. No se trata de regalar puestos de salida en listas electorales sobre la base de la amenaza de romper lanzada por los morados (aunque esa amenaza suene tan irresponsable como real). Se trata de reincorporar pol¨ªticamente, pero tambi¨¦n de recuperar emocionalmente, a una parte del electorado, y a la militancia identificada org¨¢nicamente con Podemos que necesita sentirse reivindicada. Es muy discutible que esa parte deba ser el eje vertebrador de un proyecto que mira al futuro desde una perspectiva pol¨ªtica m¨¢s constructiva que impugnatoria, pero tambi¨¦n resulta discutible que se pueda vertebrar algo sin incorporar todo el capital pol¨ªtico acumulado hasta la fecha.
D¨ªaz, como militante comunista y lectora incansable, sobre todo de literatura pero tambi¨¦n de historia, seguro que conoce bien el consejo que otra comunista ilustre, Dolores Ibarruri, la Pasionaria, prest¨® a Santiago Carrillo. Corr¨ªa el a?o 1956 cuando los comunistas espa?oles lanzaron su pol¨ªtica de reconciliaci¨®n nacional, para superar las divisiones acontecidas durante la Guerra Civil y sumar a las filas del antifranquismo a todo aquel que estuviera comprometido con la consecuci¨®n de la democracia, sin importar sus or¨ªgenes o su pasado. En este contexto, la Pasionaria era conocedora de que Santiago no se hablaba con su padre, el dirigente del PSOE Wenceslao Carrillo, desde 1939, cuando este ¨²ltimo apoy¨® el golpe de Estado del coronel Segismundo Casado contra el leg¨ªtimo Gobierno de Juan Negr¨ªn para acabar con la resistencia republicana e intentar negociar una paz imposible con el general Franco. Ibarruri no dud¨® en interpelar directamente a su compa?ero de partido: ¡°Santiago, si apostamos por la reconciliaci¨®n entre los espa?oles, t¨² deber¨ªas comenzar por reconciliarte con tu padre¡±.
Resulta evidente que el dramatismo de los hechos protagonizados por Carrillo y su padre superan con creces las desavenencias entre Yolanda D¨ªaz y el fundador de Podemos, pero tampoco escapa a nadie que en pol¨ªtica somos lo que hacemos, no lo que decimos. De la misma manera que no pod¨ªa haber reconciliaci¨®n nacional sin practicar con el ejemplo, parece dif¨ªcil lanzar un proyecto pol¨ªtico que se denomina Sumar sin el concurso de un parte fundamental en esa suma. Para los amantes de la historia dejamos un apunte m¨¢s: Santiago Carrillo y su padre se reconciliaron.
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