Leyes antisistema
El da?o m¨¢s profundo de la obscena reforma del C¨®digo Penal es la sensaci¨®n de arbitrariedad
La reforma de la malversaci¨®n rebaja las penas cuando el dinero se desv¨ªa para impulsar un proyecto pol¨ªtico, pero el principal proyecto pol¨ªtico es la malversaci¨®n. Hay dudas sobre la causalidad: ?se violan los derechos de los ciudadanos y se captura el espacio p¨²blico para malversar o se malversa para seguir violando los derechos de los ciudadanos? A encontrar la f¨®rmula para que la din¨¢mica contin¨²e lo llaman encaje, por cursiler¨ªa o sicalipsis. La circularidad de proyecto pol¨ªtico y malversaci¨®n genera un problema l¨®gico, que el juez Llarena traduc¨ªa jur¨ªdicamente en su auto. Es posible que la reforma del C¨®digo Penal rebaje las penas de delincuentes a quienes no se quer¨ªa beneficiar, como la ley del solo s¨ª es s¨ª, y no reduzca las de los delincuentes a los que se pretend¨ªa favorecer. Es un riesgo de la legislaci¨®n chapucera, y recuerda la pendiente resbaladiza de Thomas de Quincey, que se?alaba que uno empieza asesinando y acaba cometiendo imperdonables faltas de educaci¨®n. Las reformas de los delitos de sedici¨®n y malversaci¨®n son nefastas porque son leyes hechas ad personam, y la legislaci¨®n debe ser impersonal y abstracta. Tambi¨¦n porque la derogaci¨®n de la sedici¨®n deja desprotegido al Estado: en vez de actualizar la tipificaci¨®n para hacer frente a pronunciamientos como el de 2017, se priva a la democracia de instrumentos para defender los derechos de los ciudadanos. En vez de adaptar la protecci¨®n a la amenaza, se retira la protecci¨®n. El objetivo es contentar a insatisfechos profesionales que repiten que volver¨¢n a hacer lo mismo. Atenuar las penas por distraer dinero p¨²blico para favorecer a tus socios es todav¨ªa menos defendible: la chatarra argumental de la homologaci¨®n europea que se emplea para justificar la derogaci¨®n de la sedici¨®n no cuela con la malversaci¨®n ni entre los m¨¢s fieles, y en cambio la sospecha de que el discurso contra la corrupci¨®n ¡ªargumento de la moci¨®n de censura que convirti¨® a Pedro S¨¢nchez en presidente del Gobierno¡ª era meramente instrumental se vuelve cada vez m¨¢s poderosa. Pero el da?o m¨¢s profundo de esta reforma obscena, que va acompa?ada de regulaciones dada¨ªstas como la de las mascarillas, de la baja calidad legislativa y del descuido de los procedimientos y funciones parlamentarias, es la sensaci¨®n de arbitrariedad: las normas abusivas desacreditan el sistema y erosionan el sentido de legalidad de los ciudadanos. La muerte de las democracias resulta un diagn¨®stico exagerado, pero el entumecimiento es un peligro real.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.