Matilda y Pinocho
Si el personaje de Collodi simboliza al ni?o que aprende a trav¨¦s del ensayo y el error, la experiencia en suma, la protagonista de la novela de Dahl, que parece educarse sola, representa una suerte de infancia ilustrada
¡°Dice mam¨¢ que soy un milagro¡±. Con esta frase cantada en off y la imagen de un beb¨¦ de pocos d¨ªas en su cuna abre la versi¨®n cinematogr¨¢fica del musical Matilda, adaptado a su vez del famoso libro hom¨®nimo de Roald Dahl. Un milagro es tambi¨¦n Pinocho, el mu?eco de madera que cobra vida en el ¨²ltimo largometraje de animaci¨®n fotograma a fotograma de Guillermo del Toro, recientemente galardonado con un Globo de Oro y que se inspira en la cl¨¢sica novela de Carlo Collodi. Con cada nacimiento, pensaba Hannah Arendt, hay un nuevo comienzo, una nueva posibilidad de acci¨®n sobre la esfera humana. Escrib¨ªa Arendt en La condici¨®n humana: ¡°El milagro que salva al mundo (¡) de su ruina normal y ¡®natural¡¯ es en ¨²ltimo t¨¦rmino el hecho de la natalidad¡±. Y conclu¨ªa: ¡°Esta fe y esperanza en el mundo encontr¨® tal vez su m¨¢s gloriosa y sucinta expresi¨®n en las pocas palabras que en los evangelios anuncian la gran alegr¨ªa: ¡®Os ha nacido hoy un ni?o¡±. No hace tanto que celebr¨¢bamos la Navidad y, sin embargo, en estos momentos de pesimismo generalizado en los que llega incluso a cuestionarse el sentido de continuar procre¨¢ndonos, sugerir que cada nacimiento implica un nuevo inicio y con ello la posibilidad de cambiar el mundo constituye casi una expresi¨®n pol¨ªtica radical.
Si Matilda nos cuenta la historia de una ni?a de prodigiosa inteligencia y creatividad a quien sus padres consideran todo menos un milagro, Pinocho, esculpido por un Geppetto ebrio, desde el dolor y la rabia por la p¨¦rdida de su adorado hijo Carlo, nos habla de ese abrupto llegar al mundo, aprender sus reglas¡ y desobedecerlas cuando su fin es aplastarnos. No es casualidad que tanto Dahl en su novela original como Del Toro en su adaptaci¨®n de la novela de Collodi sit¨²en sus historias en lugares y tiempos evocadores de los fascismos del siglo XX. El colegio Crunchem Hall (un juego de palabras que en ingl¨¦s significa ¡°Aplast¨¦moslos a todos¡±) al que acuden Matilda y sus compa?eros no es tan distinto del campo de entrenamiento militar de las Juventudes Fascistas al que el oficial Podest¨¤ (personaje inventado por Del Toro) lleva a su hijo Polilla junto con Pinocho y otros chiquillos. A trav¨¦s de la disciplina y la violencia f¨ªsica, ambas instituciones est¨¢n dise?adas para someter a los ni?os, destruyendo aquello que los hace ¨²nicos a cada uno y diversos como grupo. Nos recuerda el fil¨®sofo de la educaci¨®n Jan Masschelein que Arendt, en su famoso estudio sobre el totalitarismo, planteaba ¡°que existe una conexi¨®n entre el terror totalitario y la destrucci¨®n de la novedad y la alteridad contenidas en el nacimiento¡±.
Pues la voz del infante, parad¨®jicamente, el que no habla, es la voz inocente de quien observa el mundo por primera vez, libre de prejuicios. Si Pinocho simboliza al ni?o que aprende a trav¨¦s del ensayo y el error, la experiencia en suma, Matilda, que parece educarse sola, representa una suerte de infancia ilustrada. Es su ¨¢vida lectura la que le abre las puertas a mundos que ni sus padres conocen (lo que hace que la desprecien a¨²n m¨¢s). Sea por la v¨ªa de la vivencia o del conocimiento, tanto Pinocho como Matilda concluyen que las reglas que rigen la esfera humana no siempre son justas y que, en ocasiones, lo justo es desobedecerlas. ¡°A veces hay que ser un poco m¨¢s que traviesa¡±, canta Matilda, utilizando todo su ingenio y sus capacidades especiales (la telequinesis) para poner en evidencia a sus padres y resistir a la se?orita Trunchbull. Del ingenio y del humor, se sirve tambi¨¦n Pinocho para inventarse su propio guion el d¨ªa en que el mism¨ªsimo Mussolini ¡ªIl Duce, a quien Pinocho llama Il Dolce y Sua Excremenza¡ª acude a ver la representaci¨®n de marionetas del conde Volpe que el mu?eco humano protagoniza. Que la desobediencia tome formas l¨²dicas no quiere decir que no pueda tener consecuencias tr¨¢gicas, pues si hay algo que no entiende el poder tir¨¢nico es precisamente el humor. Tras la funci¨®n, Il Dolce ordena disparar a Pinocho, que muere una vez m¨¢s¡ para volver a resucitar tras su obligado paso por los aposentos del Hada de la Muerte.
Justamente a ella es a quien Pinocho m¨¢s adelante pide poder romper las reglas, ya no de la esfera humana, sino la del m¨¢s all¨¢. Cuando, busc¨¢ndolo, Geppetto est¨¢ a punto de ahogarse en el mar, Pinocho le pide al Hada que le deje regresar al mundo antes del tiempo que marca el reloj de arena para poder salvarlo. El Hada accede finalmente, apremi¨¢ndole: ¡°Haz que merezca la pena¡±. En la noci¨®n de una desobediencia responsable, un romper las reglas que no es un fin en s¨ª mismo, sino un medio para alcanzar algo que se considera justo, consistir¨ªa la maduraci¨®n de la rebeld¨ªa. Es as¨ª como Matilda y Pinocho nos invitan a visualizar y reflexionar sobre la fuerza pol¨ªtica de la infancia.
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