La doble vida
En las dictaduras, la nomenclatura dirigente goza de un nivel de vida insultante en comparaci¨®n con el de sus s¨²bditos. En las democracias hemos inventado una variante de este absurdo
Sorprendi¨® la noticia sobre c¨®mo muchos de los dirigentes talibanes en Afganist¨¢n env¨ªan a sus hijas a estudiar fuera del pa¨ªs mientras que en el interior proh¨ªben la escolarizaci¨®n femenina. Pero no tendr¨ªa que escandalizarnos tanto. Si echamos la vista atr¨¢s, tambi¨¦n en la Espa?a franquista, mientras aqu¨ª se instauraba una especie de bloqueo internacional que inclu¨ªa abominar de todas las lenguas que no fueran la del imperio, los cachorros del r¨¦gimen que se inclinaban m¨¢s por la formaci¨®n que por la jarana completaban sus estudios en el extranjero. Para las muchachas bien se reservaba el viaje a Londres si se cruzaba en su camino la necesidad de abortar, mientras que el resto hab¨ªan de someterse a lo que marcaba la doctrina religiosa que reg¨ªa las pol¨ªticas reproductivas. Esa doble moral se ha mantenido intacta. Tras la sentencia de constitucionalidad de la ley de interrupci¨®n del embarazo los que presentaron el recurso miran para otro lado, ya volver¨¢ el d¨ªa en que querr¨¢n utilizar esa munici¨®n electoral.
La doble vida en las dictaduras significa que la nomenclatura dirigente goza de un nivel de vida insultante en comparaci¨®n con el de sus s¨²bditos, pues el paternalismo ahoga a los ajenos pero no aprieta nunca a los propios. En esta inacabable estampa del doble rasero, el r¨¦gimen iran¨ª no se queda corto, con los lujos de una ¨¦lite en el Teher¨¢n pijo unidos a la imagen m¨¢s contundente que uno puede ver en Par¨ªs, Nueva York o Londres. De la puerta de las tiendas de ropa, maquillaje y lencer¨ªa de lujo no dejan de salir mujeres cubiertas por el velo normativo cargadas de bolsas. A estas alturas, y gracias a la m¨²sica latina de desinhibici¨®n con respecto al dinero, a nadie le preocupa que se haga ostentaci¨®n, pero a¨²n contin¨²a siendo hiriente si se apoya en un poder que se finge espartano, puro y moralista. En las democracias hemos inventado una variante de este absurdo. Nuestros gobernantes parecen acogotados y sumisos cuando tienen que sentarse ante los grandes empresarios y los directivos de empresas y multinacionales. Quiz¨¢ por todo ello, en la pol¨¦mica sobre la subida del salario m¨ªnimo los que m¨¢s han protestado son los que m¨¢s sueldo cobran y en la gesti¨®n de la tasa bancaria, antes incluso de aprobarse, escuchamos el lamento sentido de los que no quieren ver reducida su tajada.
Al consumarse la bendita transparencia sobre los beneficios anuales, resulta que el negocio bancario sale ganador neto gracias a la subida de tipos de inter¨¦s decretada por el Banco Central Europeo. En un contexto de inflaci¨®n fuerte y de subida hipotecaria para todas las familias endeudadas, chirr¨ªan las muestras de fastidio de la patronal bancaria por tener que afrontar una contribuci¨®n m¨ªnimamente mayor de la que esperaban. Al fin y al cabo, cuando los espa?oles se vieron forzados a tener que disponer de sus fondos de recaudaci¨®n p¨²blicos para salvar a entidades bancarias, dieron una lecci¨®n de entrega sin condiciones. Bien es cierto que fueron enga?ados por parte de los gobernantes de entonces, que les aseguraron que todo ese dinero del rescate ser¨ªa devuelto sin gran dilaci¨®n. Al d¨ªa de hoy se dan por perdidos tantos millones de euros que podr¨ªamos acabar por sentirnos como las mujeres afganas, cuando humilladas y pisoteadas adem¨¢s son obligadas a poner cara de agradecimiento por la protecci¨®n con que las agasajan sus guardianes.
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