C¨¢diz tiene una lengua de mar
El congreso que iba a celebrarse en Arequipa llega a una ciudad donde sigue teniendo sentido el mestizaje y que fue lugar de trasiegos de poblaci¨®n, de marineros, comerciantes, impresores y viajeros
Cuando una lengua sustituye a otra y la hace desaparecer, hay palabras del viejo idioma que se resisten m¨¢s a ser borradas. Se observa, por ejemplo, con el reemplazo de muchas de las lenguas que se hablaban en la pen¨ªnsula ib¨¦rica antes de la invasi¨®n romana: el lat¨ªn va desplazando al celta, al ib¨¦rico o al turdetano, que se van convirtiendo en residuales. Se disipan las lenguas en el uso com¨²n de la poblaci¨®n, se esfuman los viejos nombres de pila de esa lengua en extinci¨®n, finalmente los nombres de lugares y de r¨ªos (estos los m¨¢s resistentes) son renombrados con nuevas denominaciones. Pero algunos top¨®nimos e hidr¨®nimos escapan a esa tendencia y son la huella en los mapas de las lenguas que otrora se hablaron.
Otra pista de qui¨¦nes fueron los viejos habitantes de un territorio nos la dan los nombres de lugar que resultan ¡°transparentes¡± por incluir un gentilicio de otra zona. Vizca¨ªnos es una localidad de Burgos y Villagallegos est¨¢ en Le¨®n; Madridanos est¨¢ en Zamora, hay lugares llamados B¨¢scones en varias provincias fuera del Pa¨ªs Vasco. Doy una muestra selecta pero hay cientos de ejemplos as¨ª si miramos a la geograf¨ªa espa?ola; en Am¨¦rica los casos son a¨²n m¨¢s frecuentes. Las guerras, el hambre, las oportunidades, los afectos¡ los mismos factores que hoy ocasionan movimientos de poblaci¨®n son los que los motivaban antes. Estudiar un mapa con ojos filol¨®gicos nos ayuda a desbrozar, estrato a estrato, qui¨¦n viv¨ªa antes all¨ª y de d¨®nde vino.
Otra pista est¨¢ en nuestro carn¨¦ de identidad. Los apellidos son palabras que tienen el tiempo dentro, mantienen una cierta memoria de la historia. Los nombres de persona est¨¢n sometidos por modas, pero los apellidos las burlan y se heredan inamovibles. Las estad¨ªsticas sobre la frecuencia de los apellidos espa?oles seg¨²n el lugar de residencia nos dan un retrato del pasado: hay apellidos m¨¢s norte?os, m¨¢s occidentales o m¨¢s orientales.
Son, por ejemplo, apellidos muy t¨ªpicamente andaluces, aunque no sean los m¨¢s comunes, formas como G¨¢lvez, Algar¨ªn, Lechuga o Alp¨¦riz; se dan sobre todo en Andaluc¨ªa y son hist¨®ricamente vern¨¢culos del sur peninsular. Pero en una comunidad de ocho millones de personas es dif¨ªcil encontrar a alguien con ocho apellidos andaluces-andaluces: apellidos como Alberti, Grosso, Scapachini o Parodi, de origen italiano, son muy comunes en C¨¢diz por sus hist¨®ricos n¨²cleos de comerciantes genoveses. Por las mismas razones, uno se encuentra con apellidos centroeuropeos como Lacave, B¨¦cquer y Hirschfeld en M¨¢laga, hay sevillanos que se llaman O¡¯Dogherty como algunos irlandeses; yo misma provengo de una familia andaluza hasta donde alcanza en casa la memoria, aunque mi apellido sea frecuente en Baleares y Catalu?a. Somos muchos los andaluces de apellidos no andaluces, andaluces que tenemos la mezcla evidenciada en el documento de identidad.
¡°Lengua espa?ola, mestizaje e interculturalidad¡± era el lema previsto para el IX Congreso de la Lengua Espa?ola que se iba a celebrar en Arequipa a finales de este mes de marzo. Con las mismas fechas y lema se desarrollar¨¢ en C¨¢diz, nuevo emplazamiento tras las desgraciadas circunstancias en que vive Per¨². Insertar un congreso previsto para una sede en otra es dif¨ªcil: los muebles de una casa, mudados a otra, no encajan a la primera. Un congreso en Am¨¦rica tiene otras fuerzas y otras agencias institucionales que un congreso europeo, y en Espa?a, adem¨¢s, estamos en periodo preelectoral, lo que no ayuda mucho. Pero en cambio, sin discordancia alguna, el t¨ªtulo que se busc¨® para Arequipa cuadra en C¨¢diz como hecho a medida, y eso ocurre porque el patr¨®n es el mismo en ambos frentes, en la Andaluc¨ªa de los puertos y en la Am¨¦rica perulera.
El mestizaje es un tema crucial en el desarrollo hist¨®rico americano, y que el patriciado urbano de la Am¨¦rica actual lo incluya en su agenda pol¨ªtica es deseable; pero hablar de mestizaje en C¨¢diz no es ning¨²n tema trasplantado. C¨¢diz es desde ¨¦poca fenicia lugar de trasiegos de poblaci¨®n, de marineros, comerciantes, impresores y viajeros. Al mismo tiempo, un lugar de tanto cruce y tantas influencias funciona como endogrupo con una identidad afirmada sin mayores contradicciones: basta escuchar alguna copla callejera del Carnaval gaditano, re¨ªda por los locales y a veces absolutamente incomprensible en los referentes y apodos que se citan para los de fuera del grupo.
Faltan menos de 20 d¨ªas para que empiece el IX Congreso Internacional de la Lengua en C¨¢diz. Se prev¨¦ que vayan a la capital gaditana cientos de congresistas, y a ellos me dirijo: que nadie piense que desembarcar en Andaluc¨ªa es venir a una tierra de pureza, que nadie trate de sacarnos una fisonom¨ªa com¨²n, un RH propio, un hablar uniforme, un ¡°ocho apellidos andaluces¡±. La coletilla elitista ¡°de toda la vida¡± que tantas veces escuchamos para marginar al tenido por advenedizo no es aplicable aqu¨ª, afortunadamente. Lo dice la historia y lo revela nuestro carn¨¦ de identidad.
C¨¢diz tiene dos lenguas de mar, una geogr¨¢fica debida a la forma caprichosa de su litoral y otra cultural, moldeada por la gente que ha arribado a sus costas: una impronta ling¨¹¨ªstica heterog¨¦nea y mestiza. Este mes, a la vista del mundo, se encuentran las dos.
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