La crisis global del agua en el planeta azul
La Conferencia que se celebra en Nueva York debe servir para conseguir una gobernanza democr¨¢tica de un recurso vital para la vida en la Tierra
En el D¨ªa Mundial del Agua y con ocasi¨®n de la Conferencia del Agua que convoca Naciones Unidas, como relator especial de la ONU para los derechos humanos al agua potable y al saneamiento, he dirigido una carta abierta a todos los gobiernos de los pa¨ªses miembros de la ONU en cuyos contenidos se basa esta tribuna.
Han pasado 46 a?os desde la Conferencia del Agua de Mar del Plata y, por tanto, es la primera vez en casi 50 a?os que Naciones Unidas convoca un evento mundial para reflexionar sobre la vigente crisis global del agua, con 2.000 millones de personas sin acceso garantizado al agua potable y m¨¢s de 4.000 millones sin saneamiento b¨¢sico. Miles de millones que en su mayor¨ªa no son propiamente personas sedientas, sin agua en sus territorios, sino personas gravemente empobrecidas que viven junto a r¨ªos o sobre acu¨ªferos contaminados. Una crisis que sin duda se agravar¨¢ con el cambio clim¨¢tico al incrementarse los riesgos de eventos extremos, tanto de sequ¨ªa como de inundaci¨®n.
Afrontar esta crisis exige ante todo entender el agua como un bien com¨²n y, por tanto, debe ser gestionada desde la l¨®gica del inter¨¦s general y no desde la l¨®gica del mercado; al tiempo que urge garantizar una gesti¨®n sostenible de r¨ªos, humedales, lagos y acu¨ªferos, previendo los duros escenarios que perfila el cambio clim¨¢tico.
Entender la crisis global del agua como una oportunidad para hacer negocios, a trav¨¦s de estrategias de privatizaci¨®n, de mercantilizaci¨®n o incluso de financiarizaci¨®n especulativa del agua, lejos de ayudar a resolverla, la agrava, al hacer m¨¢s vulnerables a esos 2.000 millones de personas que pasar¨ªan a ser clientes empobrecidos que no pueden ni podr¨¢n pagar. Por otro lado, profundizar la sobreexplotaci¨®n, degradaci¨®n y contaminaci¨®n de r¨ªos, humedales y acu¨ªferos, en nombre del desarrollo, lejos de abrir horizontes de progreso, nos har¨¢ m¨¢s vulnerables al cambio clim¨¢tico, especialmente a las personas y comunidades que viven en situaciones de pobreza y marginaci¨®n.
Los pueblos ind¨ªgenas, cuyos derechos deben ser respetados en todo el mundo, en l¨ªnea con los acuerdos adoptados por Naciones Unidas, desde sus cosmovisiones respetuosas con la naturaleza y con los r¨ªos, lagos y humedales, nos ofrecen un gran ejemplo sobre la gesti¨®n ecosist¨¦mica y sostenible que necesitamos desarrollar en cuencas fluviales y acu¨ªferos. Por otro lado, muchas comunidades campesinas empobrecidas ofrecen tambi¨¦n multitud de ejemplos de gobernanza democr¨¢tica y de responsabilidad colectiva desde sus sistemas de gesti¨®n comunitaria, que deber¨ªan ser reconocidos y respaldados con estrategias de partenariado p¨²blico-comunitario por parte de los gobiernos.
Resulta preocupante la debilidad institucional de Naciones Unidas en materia de gesti¨®n de aguas, especialmente si consideramos el cambio clim¨¢tico, cuyos principales impactos se perfilan justamente en torno a fen¨®menos relacionados con el agua.
En la Conferencia del Agua de Nueva York, que arranca justamente en el D¨ªa Mundial del Agua, todos los Estados deben tomar conciencia sobre la necesidad de afrontar dos desaf¨ªos, trascendentales para el futuro de la humanidad: el desaf¨ªo de hacer las paces con nuestros r¨ªos y ecosistemas acu¨¢ticos, de los que depende la vida en islas y continentes; y el desaf¨ªo de promover una gobernanza democr¨¢tica del agua, entendida como un bien com¨²n y no como una mercanc¨ªa. Pero para ello es urgente fortalecer Naciones Unidas en materia de gesti¨®n de aguas.
La Conferencia debe asumir el compromiso de abrir el di¨¢logo con los defensores del agua, como titulares de los derechos humanos en juego, no s¨®lo al agua potable y al saneamiento, sino tambi¨¦n a un medio ambiente saludable y sostenible, a una vivienda digna, a la alimentaci¨®n, a la salud y a otros derechos humanos profundamente vinculados al agua, como alma azul de la vida. Naciones Unidas debe dar el reconocimiento debido a estos defensores y defensoras del agua, de los r¨ªos, lagos y humedales, que suelen ser criminalizados, reprimidos e incluso asesinados por comprometerse en primera fila frente a la crisis global del agua, y defender los derechos al agua potable y al saneamiento que Naciones Unidas reconoce como derechos humanos. Este enfoque participativo debe promover de forma activa y efectiva la participaci¨®n en pie de igualdad de las mujeres, que asumen los trabajos m¨¢s duros para garantizar agua en sus hogares en comunidades que no disponen de ella, integrando la salud menstrual como parte del derecho humano al saneamiento.
Las organizaciones de los pueblos ind¨ªgenas, los movimientos sociales, las organizaciones campesinas, los defensores de los r¨ªos, los sindicatos y trabajadores que sustentan los servicios de agua y saneamiento, las organizaciones de mujeres, el movimiento ecologista, las redes de sistemas comunitarios, los municipios e instituciones p¨²blicas responsables de estos servicios, las iglesias y plataformas interreligiosas, las universidades e investigadores, los j¨®venes que se movilizan frente a la emergencia clim¨¢tica, y en suma los defensores del agua, en su calidad de titulares de derechos, han planteado sus demandas ante la Conferencia del Agua presentando un Manifiesto por la justicia h¨ªdrica, sin precedentes. Tanto los organizadores de la Conferencia, como la Asamblea General de Naciones Unidas y los Estados deben prestar m¨¢xima atenci¨®n a este manifiesto, respaldado por una verdadera oleada de adhesiones a nivel mundial.
Todos los Estados miembros de Naciones Unidas deben cumplir sus compromisos internacionales en esta materia, reconociendo en sus legislaciones nacionales los derechos humanos al agua potable y al saneamiento, y desarrollando compromisos presupuestarios, normativos y de pol¨ªticas p¨²blicas que permitan afrontar el desaf¨ªo democr¨¢tico de garantizar el agua potable y el saneamiento para todos. Aprendiendo de la dolorosa lecci¨®n que nos deja la pandemia sobre la necesidad de asumir la salud p¨²blica como un desaf¨ªo democr¨¢tico, sin dejar a nadie atr¨¢s, debe garantizarse tambi¨¦n el agua potable y el saneamiento, piedra angular de la salud p¨²blica, como un desaf¨ªo democr¨¢tico, tanto a nivel global, como nacional y local, desarrollando modelos de gesti¨®n de aguas basados en un enfoque de derechos humanos en l¨ªnea con las demandas de Naciones Unidas.
Por ¨²ltimo, los Estados miembro deben asumir la urgencia de fortalecer Naciones Unidas en la gesti¨®n de aguas y ecosistemas acu¨¢ticos, promoviendo un mecanismo institucional que permita a la ONU afrontar sus obligaciones y funciones ante la crisis global del agua, y acelerar el paso para cumplir el Objetivo de Desarrollo Sostenible 6, relativo al agua, sobre la base de promover el di¨¢logo, la participaci¨®n y el trabajo conjunto con los defensores del agua. Por otro lado, se deber¨ªa fortalecer, en l¨ªnea con lo que viene planteando Unesco, una agenda del IPCC que potencie estrategias de adaptaci¨®n al cambio clim¨¢tico basadas en la transici¨®n h¨ªdrica, junto a las estrategias de transici¨®n energ¨¦tica que presiden las pol¨ªticas de mitigaci¨®n frente al cambio clim¨¢tico.
Retomando el esp¨ªritu del documento fundacional de la ONU que se abr¨ªa diciendo ¡°nosotros los pueblos ¡¡±, espero que esta Conferencia del Agua marque un antes y un despu¨¦s y abra un camino de compromiso efectivo de los Estados y de la ONU con la gente, con los pueblos del mundo, en un tema tan vital como es el agua
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