La doble injusticia del ¨¦xito profesional de los ricos
Si el dinero es una prueba del triunfo de los individuos en nuestro sistema capitalista, el dinero heredado es una prueba de la corrupci¨®n del sistema
¡°El mejor predictor del ¨¦xito profesional no es el rendimiento cognitivo, es que tus padres tengan dinero¡±. No lo digo yo, lo explicaba el psic¨®logo e investigador Daniel Sanabria hace unos d¨ªas en este mismo peri¨®dico. ¡°No soporto m¨¢s mi trabajo. No entiendo por qu¨¦ estoy dedicando mi vida a un proyecto que mi jefe ni entiende ni defiende. No aguanto m¨¢s¡±. Esto tampoco es m¨ªo. Lo dec¨ªa mi amigo M. en un bar de Malasa?a. M. tiene 34 a?os, mucho talento y pasi¨®n por lo que hace. Trabaja entre ocho y diez horas al d¨ªa y gana 24.000 euros al a?o. Su jefe gana tres veces m¨¢s y para todos es evidente que su ¨¦xito profesional no est¨¢ relacionado con su ¡°rendimiento cognitivo¡± que, por lo visto, es m¨¢s bien escaso. M. es una persona sensible a la injusticia social, combativa y activa pol¨ªticamente, pero curiosamente no denuncia que su jefe proceda de un contexto sociocultural m¨¢s favorable que el suyo o que haya tenido m¨¢s oportunidades, que tambi¨¦n. Lo que peor lleva, lo que de verdad le amarga la vida es, en sus propias palabras, ¡°que sea tan corto¡± (de mente). Porque ¡°es imposible trabajar as¨ª¡±.
M., como todos nosotros, est¨¢ acostumbrado a la injusticia social en el marco de las desigualdades materiales entre unos y otros. ?l procede de un medio sociocultural desfavorable y sabe desde que naci¨® que tendr¨ªa menos oportunidades que otros m¨¢s afortunados. Pero su vida profesional le ha revelado c¨®mo la desigualdad afecta no solo a las oportunidades en lo que al reparto de la riqueza se refiere, sino tambi¨¦n a la vida cotidiana: a la forma de relacionarnos como individuos, a la legitimidad de las jerarqu¨ªas sociales y a los distintos grados de frustraci¨®n con que vivimos la vida. Digo esto porque cuando le¨ª la sentencia del psic¨®logo Daniel Sanabria, me pareci¨® indignante que el dinero fuera el mejor predictor del ¨¦xito profesional. Y pens¨¦ que era la ¨²nica injusticia que denunciaba su sentencia. Sin embargo, mi amigo M. me abri¨® los ojos respecto de la injusticia que encierra la primera parte de la frase: ¡°El mejor predictor del ¨¦xito profesional no es el rendimiento cognitivo¡±. O, dicho de otra manera, es muy probable que tu jefe est¨¦ menos capacitado que t¨² para organizar tu trabajo. Y esta es una injusticia que se a?ade a la primera y que puede volver nuestra vida profesional no solo injusta sino tambi¨¦n insoportable. Porque, como bien sabe M., el dinero no es lo ¨²nico importante en las relaciones laborales. En el d¨ªa a d¨ªa, todos olvidamos nuestro sueldo cuando estamos trabajando, lo que nadie puede perder de vista (ni por un instante) es la opresi¨®n que puede generar el mando.
En una organizaci¨®n profesional, a la persona que dirige se le supone una mayor capacidad intelectual ya sea ejecutiva, reflexiva o decisoria respecto de las personas que tiene a su cargo. Cuando esto no es as¨ª, ni el jefe ni quienes est¨¢n por debajo podr¨¢n sentir afecto mutuo. No podr¨¢n colaborar ni trabajar en equipo. Al contrario, la jefa (o jefe) se sentir¨¢ siempre en peligro (pues pronto observar¨¢ que carece de la legitimidad que su puesto precisa), mientras que las personas a su cargo se sentir¨¢n tratadas injustamente todo el tiempo. Y esta injusticia no ser¨¢ ya de tipo material sino que entrar¨¢ en un terreno a¨²n m¨¢s profundo, existencial. M. acepta que su jefe gane m¨¢s que ¨¦l, acepta incluso que haya tenido m¨¢s oportunidades que ¨¦l. Pero lo realmente insoportable, lo que hace que M. est¨¦ de mal humor todo el tiempo, que haya empezado a discutir con su pareja, que la ciudad ya no le guste y que la vida en general le resulte cada d¨ªa m¨¢s gris es que su jefe no entienda los matices de su trabajo. Que no pueda apreciar su desempe?o, que confunda los resultados con la calidad del proyecto, que carezca del riesgo que entra?a la ambici¨®n y, en definitiva, que le amargue la vida personal e ¨ªntimamente.
Una estructura fundamental de los afectos y del desarrollo del car¨¢cter tiene que ver con nuestra capacidad de estar de acuerdo con el sistema social en que vivimos, donde muchas veces es m¨¢s importante este acuerdo con el sistema que el ¨¦xito o el fracaso individual. Por eso la mayor¨ªa de las veces el ¨¦xito no es un asunto personal, sino que solamente funciona cuando es de todos, porque todos somos los que triunfamos o los que perdemos, independientemente de los ¨¦xitos y fracasos de cada uno. Esa es la raz¨®n por la que muchos (me atrevo a decir que la mayor¨ªa) de los ¡°triunfadores¡± del actual sistema de trabajo son profundamente infelices. Y lo son porque saben que no hay acuerdo entre lo que hacen y lo que viven. Los jefes no solo quieren serlo sin tambi¨¦n merecerlo, legitimarse en cuanto tales, pero ellos, igual que las personas que tienen a su cargo, saben que el m¨¦rito y la capacidad han sido adulterados por los procesos sociales de selecci¨®n de los individuos.
Y entonces sucede que ni los que pierden ni los que ganan est¨¢n de acuerdo con el sistema. La injusticia se convierte en un factor estructural en todas las relaciones y todo el mundo vive amargado. Dicho de otro manera: la desigualdad material no solo nos impide ser iguales sino que nos imposibilita ser felices. Y nos lo imposibilita a todos, tambi¨¦n a quienes disfrutan del privilegio del dinero, puesto que el dinero en sus manos carece de valor moral. En este sentido, si el dinero es una prueba del triunfo de los individuos en nuestro sistema capitalista, el dinero heredado es una prueba de la corrupci¨®n del sistema. Por esta raz¨®n, los hijos del magnate Logan Roy (el de la aclamada serie Sucession) est¨¢n destinados a ser infelices. Nunca jam¨¢s conocer¨¢n ¨¦xito alguno. Hagan lo que hagan, su vida est¨¢ condenada al fracaso y, lo que es peor, a provocar infelicidad e injusticia en quienes les rodean. Tambi¨¦n (incluso especialmente) sobre aquellos que aman. Ellos padecen la maldici¨®n de su privilegio.
La pregunta es ?qu¨¦ le digo a M.? Evidentemente debe cambiar de trabajo. Aunque M. est¨¢ pensando en cambiar de vida o de planeta, en irse al campo para ser precisos. Cree que all¨ª las cosas ser¨¢n diferentes. Como si en otro lugar las reglas fueran otras. Es joven e ingenuo. Como escribi¨® Rafael S¨¢nchez Ferlosio, mientras no cambien los dioses, nada ha cambiado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.