Brasil se indigna con la amnist¨ªa de los congresistas a sus propios pecados de corrupci¨®n
Los pol¨ªticos brasile?os, de izquierda y derecha, buscan que se perdonen los casos de malversaci¨®n de fondos en los que est¨¢n inmiscuidos
Ha sido un clamor en la opini¨®n p¨²blica la amnist¨ªa que los congresistas brasile?os se est¨¢n concediendo a s¨ª mismos tras sus pecados de corrupci¨®n. En la importante Comisi¨®n de la Constituci¨®n y Justicia del Parlamento, que es la antesala para la aprobaci¨®n general, con 46 votos contra 10, sus miembros acaban de aprobar que sean perdonados todos aquellos diputados que tienen pendientes ante la justicia casos de corrupci¨®n.
Entre esos pecados, dos tipos han indignado de modo particular a los ciudadanos de a pie: los que han desviado la cuota recibida por el Congreso para financiar sus campa?as electorales para lucro personal, que van desde la construcci¨®n de piscinas particulares a compra de coches de lujo y hasta de aviones. E incluso se aprovecharon de la cantidad que debi¨® ser destinada por ley a favorecer las candidaturas de mujeres y negros.
Y lo que m¨¢s ha indignado es que no solo han votado a favor del perd¨®n de sus pecados los partidos de derechas y conservadores, sino la izquierda, con excepci¨®n del min¨²sculo partido PSOL, una izquierda que hoy est¨¢ en el Gobierno y que vino con un problema de renovaci¨®n social y moral de la pol¨ªtica.
En el diario O Globo, los lectores se manifestaron con sarcasmo contra la indulgencia plenaria de los diputados a sus propios pecados. ¡°Lo que est¨¢ ocurriendo en el Congreso con la ley de Amnist¨ªa confirma que ¡®los bandidos unidos jam¨¢s ser¨¢n vencidos¡±, escribe Francisco C¨¦sare.
La grave y disparatada decisi¨®n del Congreso, que ha unido en un abrazo a la derecha bolsonarista y a la izquierda de Lula, ha acabado llegando al Supremo Tribunal de Justicia que deber¨¢ ahora dar su veredicto final.
Todo naci¨® cuando Brasil decidi¨® impedir que las campa?as electorales fueran sufragadas, como en el pasado, por las grandes empresas, lo que acab¨® convirti¨¦ndose en una serie de acusaciones de venta de proyectos de ley a favor de quienes financiaban las campa?as. Desde entonces, es el mismo Congreso quien financia las candidaturas en las elecciones seg¨²n el n¨²mero de diputados y senadores de cada partido.
En dicho cambio fue aplaudida la idea de obligar a dichos partidos a favorecer con un 30 % de lo recibido para financiar las candidaturas femeninas y de negros, siempre las cenicientas en las elecciones. La mayor¨ªa de los partidos, sin embargo, desviaron dicha ayuda para intereses personales, a veces inconfesables.
En un momento en el que la pol¨ªtica, sea de derechas o izquierdas, est¨¢ en entredicho, lo que arrastra al dicho del ¡°son todos iguales¡±, la disparatada ley de amnist¨ªa general de sus pecados, ha dejado al desnudo a un Congreso que ya no gozaba del aprecio de la sociedad.
Solo queda ahora la esperanza de que la ola de indignaci¨®n creada en la sociedad lleve al Supremo a detener la locura del Congreso derribando la ley de Amnist¨ªa de la corrupci¨®n.
El partido de Lula, el PT, deber¨¢ reflexionar de ello. El nuevo Gobierno ha llegado con la promesa de revitalizar la debilitada clase pol¨ªtica cada vez m¨¢s alejada de los anhelos de una sociedad que est¨¢ perdiendo su fe en quienes deber¨ªan confiar. M¨¢s si cabe esas minor¨ªas en la pol¨ªtica de las mujeres y los negros, que, parad¨®jicamente, constituyen la mayor¨ªa de los 210 millones de brasile?os.
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